Cuando andábamos por el primer quinquenio de los 60 salieron a relucir los Javaloyas, una agrupación musical valenciana/mallorquina que comenzó a principios de los años 50 y que, entre unas cosas y otras, duró más de cincuenta años (vamos, como los Stones); en esencia eran un cruce entre orquesta y conjunto, con algunas canciones propias pero especializados en hacer versiones de las piezas de actualidad para interpretarlas en los bailes populares y salas de fiestas, que son el medio natural de este tipo de grupos. Suele haberlos por todas partes del mapa, pero muy especialmente en el Mediterráneo y la zona del Noroeste que comprende a Galicia y Asturias. Y suelen ser también muy poco valorados, razón por la cual cuando hablé de aquel grupo hice extensivo mi reconocimiento a toda esa legión de músicos que andaban de fiesta en fiesta, mal pagados, tocando horas y horas, despreciados por la mayoría del público pero adorados por algunos chavales que solo veían la parte mágica de la profesión: aquellas músicas interpretadas por aquellos señores vestidos de militares antiguos, o algo así, nos hechizaban.
Galicia siempre fue tierra de músicos, y hay algunas orquestas míticas como los Satélites, los Tamara , los Player’s y otros cuantos que durante muchos años alegraron al paisanaje con su mezcla de piezas clásicas y modernas que cumplían la doble función de hacer bailar al pueblo e informar a una minoría de las novedades musicales que iban surgiendo (en ese rol, tanto los Satélites como los Player’s siguen existiendo, y por tanto superan a los Javaloyas en longevidad). También comenzaron a surgir unos cuantos grupillos más yeyés que, por falta de talla o por la total inexistencia de un circuito musical establecido, desaparecieron pronto casi sin dejar rastro. Pero por fin, a mediados de la década de los 60, se consolidó uno que, en palabras de sus paisanos, “fueron nuestros Beatles”: se trata de los ferrolanos Sprinters; que probablemente no les suenen de nada a la mayoría de los que lean esto, aunque de haber surgido en Madrid o Barcelona tal vez serían más recordados en esta época de bendito furor vintage. Los Sprinters eran técnicamente solventes, tenían muy buen ojo para elegir versiones y algunas piezas propias son como mínimo curiosas, pero su procedencia los lastró: sin ese circuito del que hablaba antes y aunque el propio Ferrol, como ciudad costera, tenía un cierto ambientillo, sus actuaciones solían ser más de fiestas patronales que de salas modernas.
Su creador es Miguel Suárez, “O Tranquilo”, que ejerce como voz principal y guitarra solista. A pesar de sus veinte años, ya tiene experiencia en grupos anteriores y su digitación es notable (ha participado en rondallas con mandolina y guitarra acústica). Al bajo queda Alfredo Mella, de menos pedigrí pero muy hábil con las cuatro cuerdas; a la batería José Vázquez, y como organista Ramón Miranda, que también toca la guitarra rítmica. El grupo se presenta a finales de 1965, y a mediados del año siguiente fichan por Fontana. Su primer Ep se abre con una pieza propia que, como en el caso de los Cheyenes, no cuadra mucho con el espíritu del grupo pero nos muestra una vez más cuál era la tendencia imperante en el negocio: se trata de “El tablao”, una curiosa aportación gallega a la españolísima copla que ellos resuelven con una especie de beat en tono surf, sus dos principales influencias. Su gusto por la melodía queda claro en la elección de “We can work it out” y “I love her” para homenajear a los Beatles; y la otra, aunque pueda parecer anecdótica, tiene su miga: se trata de “In un fiore”, una canción pop orquestada que defendió poco antes Wilma Goich en el festival de San Remo; los Sprinters le dan un aire cercano al beat barroco que resulta un poco dulzón de más, pero muestra otra de sus tendencias. El disco tiene unas ventas regulares incluso a escala nacional, y antes de que acabe ese año llega el segundo; que está compuesto enteramente por versiones, pero muy variadas. Aquí los Sprinters nos demuestran, además de su talla como músicos, un gran eclecticismo, ya que van del “Paint it black” de los Stones a ”Sounds of silence” de Simon & Garfunkel con total soltura. Aunque los poppies nos quedamos arrebatados con una de las canciones que forman parte de nuestra mitología pagana, una de las más grandes: “La muñeca que hace no”, de Michel Polnareff, y sobran las palabras. Aquí la tienen, junto a la de los Stones.
1967 será el año más activo de los Sprinters, que se presentan al famoso festival de Conjuntos de León (aquel que ganaron los Continentales pero que le sirvió a Alain Milhaud para descubrir a los Tifones), quedando entre los seis finalistas. Poco después llega su nuevo Ep, que se abre con una canción propia: “Explicación”, un beat melódico muy agradable aunque el excesivo sonido de eco y lejanía (Fontana no se esmeraba mucho) le dan un aire a pieza de tres o cuatro años antes que no le favorece. Por otra parte hay un cierto desequilibrio en la calidad de las versiones, ya que no tiene mucho sentido enfrentarse a las mismísimas Supremes o a Spencer Davis Group. Llega pronto el cuarto disco, muy ecléctico, donde hay una nueva canción propia poco interesante: “Aquella balada”, que es lo que su nombre indica y de nuevo suena pasada de moda. Este problema ocurre también con algunas versiones instrumentales en las que se nota cierto seguidismo con respecto a los Relámpagos y en general a una escuela surf que ya estaba fuera de tiempo. Pero posiblemente estén tomando nota de ese desajuste, y mientras tanto atacan también otros estilos más tradicionales pero poco trabajados en España, como sucede con “Extraños en el paraíso”.
Los Sprinters superan aquella posible imagen de “grupo pasado de moda” con su último Ep del 67, que se abre con “Espera, que quiero hablarte”, una canción propia y la más alabada por los yeyés en toda su carrera; ahí los vemos haciendo una especie de beat pop casi progresivo con fuerte presencia del órgano y algunas escalas de guitarra muy agradables. No cabe duda de que estamos ante su obra cumbre, e incluso aparece en más de un recopilatorio psicodélico sobre la época. Las otras tres son un tanto contradictorias: por una parte tenemos la casi inevitable “Sweet pea”, pero también una versión sobre una pieza de Schubert que no viene mucho a cuento. En 1968 entra José Sueiras como cantante, con lo cual pasan a ser cinco; pero solo publicarán dos discos más, ambos singles y sin piezas propias. De todos modos, una de esas versiones es de campeonato: el “White room” de los Cream, nada menos. Su sonido envolvente, con apoyo orquestal, le da un aire psicodélico muy superior a la original; dice la leyenda que los arreglos para esta versión fueron hechos por el mismísimo Augusto Algueró, pero en todo caso hay que reconocer la valentía de los Sprinters, que por lo visto después de aquella canción del año anterior ya se atrevían con todo. Sin embargo, salvo por los dos primeros discos, las ventas han sido muy pobres y Fontana no les renueva su contrato. Al poco tiempo, cuando más negro veían el panorama, resulta que un joven de un pueblo cercano comienza a hacerse muy famoso cantando en gallego y llegando al número uno de ventas con su primer single: se trata de Andrés Dobarro, que los contrata como grupo de acompañamiento; con él recorren media Europa y graban sus discos hasta 1973. Tras esa época, Los Sprinters serán otra orquesta que animará las fiestas de Galicia pero ya sin su líder: el tranquilo Miguel Varela, junto a su esposa María Manuela, formará un dúo folk. Nosotros los despedimos, cómo no, con aquellas dos canciones que han quedado como lo más interesante del primer grupo gallego que llegó a oírse en toda España.
Aquí terminamos nuestro particular homenaje a los grupos con mala suerte y volvemos a los que andan por los primeros puestos de las listas de ventas. Aún quedan unos cuantos, lo cual demuestra la gran efervescencia de la España yeyé: un vergel, comparado con lo de ahora. Teniendo en cuenta que eso mismo sucede en el resto del mundo, es de suponer que algo se estará haciendo mal...
Esperaba este momento Sprinters como agua de mayo o sol de marzo. No voy a decir que el localismo no me influya, pero he de comentar que me parece un grupo estupendo y sin duda merecedor de mejor suerte. Galicia ha sido siempre tierra de grandes orquestas que no le hacían ascos a cualquier tipo de música y basta que escarbes un poco en tus recuerdos para recordar aquellas fastuosas verbenas y sesiones vermouth de tu infancia y juventud donde actuaban grupos de un talento musical incomparable, por cierto muchos de la zona de Ferrol.
ResponderEliminarEl instrumental de Extraños en el paraíso es una gozada que ya quisieran para sí los famosos Relámpagos.
Un abrazo
Yo tampoco me atrevo a decir que este grupo sea mejor o peor que otros cuantos, pero lo que sí es cierto es que otra suerte habrían tenido de ser madrileños, por ejemplo. Y por supuesto, las fiestas gallegas no serían lo mismo sin las orquestas: cualquier pequeño pueblecillo tiene su palco de la música, comno debe ser. Y Ferrol era una de las grandes potencias, supongo que por ser puerto de mar. En fin, nos queda el recuerdo.
EliminarLas únicas referencias que tenía de grupos gallegos eran de mi época casi treintañera, Siniestro Total y, como no, los Golpes Bajos de Germán Copini y Aviador Dro. No tenía idea de los grupos anteriores, o muy anteriores dado el ejemplo de estos Sprinters. Los escucharé con detenimiento más adelante. Seguro que por tus comentarios merecen mucho la pena.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
Hola, don Javier. Siniestro Total y Os Resentidos son los dos grandes grupos gallegos de los años 80, y su talla está fuera de duda. Por desgracia suelen ser los únicos que se recuerdan a gran escala, y todo lo anterior a esa década es un misterio. No voy a decir que fuesen una maravilla, pero vuelvo a lo de antes: les perjudicó su procedencia, cosa que ya no sucedía en los 80.
Eliminar¡Acojonantes Rick!
ResponderEliminarHabía escuchado cosas sueltas sin prestarles demasiada atención, pero hoy me he escuchado toda su discografía y me han sorprendido gratamente, primero por la calidad de sus temas, por esas guitarras tan Shadows y sobre todo por su continuidad, estamos demasiado acostumbrado a los conjuntos que nos dan una de cal y una de arena, con temas muy buenos junto a autenticos bodrios.
Las versiones bastante buenas, me ha sorprendido "El ritmo del silencio" sobre todo por esa guitarra, que es de las que se te clavan.
Gracias a sitios como este, que te dan un toque de atención y te hacen recuperar cosas que sino, seguro se te pasan entre tanta cantidad de música.
Jose
Ya me imaginaba yo, don José, que este tipo de grupos le hacen tilín a usted, y mucho. Pues me alegro, hombre. Es verdad que la escuela Shadows ya estaba un poco desfasada en el año 66, pero de todos modos se oyen con agrado. Y gracias por sus alabanzas, que comparto con usted: sus recopilatorios son de toma pan y moja.
EliminarHola Rick y Cía. Divshare está de mantenimiento y he tenido que ir a youtube para volver a oír algunas canciones de los Sprinters que tenía olvidadas. No fue uno de esos grupos que más me llamaron la atención en aquellos momentos. Si que recordaba que eran muy buenos músicos. Ahora he podido volver a comprobarlo. La versión de La Poupee es muy buena, soy fan de Polnareff (hasta hice mi versión del tema hace unos años, pero en fráncés-maomeno- soy más chulo que un ocho jeje). La de Sound of silence no la he encontrado y no la recuerdo. Cuando vuelva a funcionar divshare lo intentaré de nuevo. Si que parecían The Shadows. He podido oír también el Píntalo de negro, ¡qué tiempos!
ResponderEliminarHa sido muy agradable volver a oí a Los Sprinters gracias a tu labor arqueológica.
Saludossssssssssssss
Muy buenas, mister Babelain. Lo de Divshare es una coña: comenzó el día 12, estamos a 17 y únicamente han vuelto a aparecer las barras, pero en este mismo momento siguen sin funcionar. Ya me da mala espina el asunto. En cuanto a la muñeca, celebro que también usted sea fan del señor Polnareff, a quien creo que no se le tomó muy en serio.
EliminarEn fin, recemos por lo de Divshare...
Pues realmente no me suenan de nada, como bien dices, pero me parece muy interesante conocer la historia de estos gallegos.
ResponderEliminarDebe haber algún problema con los reproductores, por que no aparecen. Me daré una vuelta por youtube para escuchar algo, espero que mientras se solucione el problema, si no puedes cambiar de reproductor. Yo últimamente uso Groveshark y de momento no da problemas.
Buen trabajo. Un saludo.
Son uno de esos grupos olvidados sobre todo por su procedencia, mister Antoni: parece que no quedan bien en las historiografías al uso. En cuando a Divhshare, vuelvo a lo de antes: recemos. Grooveshark no está mal, pero que yo sepa no deja bajarse las canciones, y ese es un objetivo principal en mi caso.
EliminarCreí que el problema era mi díscolo ordenador, que cada día me obedece menos. Los he buscado en la Red y me han sorprendido muy agradablemente.
ResponderEliminarUna de las razones por las que odio el metal es que, de chaval, me horripilaban esas voluntariosas orquestas que mencionas: los instrumentos de viento martirizaban mis vírgenes tímpanos, y deseaba largarme de las verbenas lo más pronto posible; y sigo igual. Pero, en lo poco que he podido oír de estos tipos, ¡no hay trompetas verbeneras!
Tal vez si me hubiera encontrado con ellos en vez de con aquellos otros tan ¿latinos?, ahora me deleitaría con una buena trompeta (musicalmente hablando).
He disfrutado con esta entrada de mis paisanos.
Saúde.
Pues no, mister Pez, no es su ordenador: es el puñetero sistema Divshare, que últimamente falla bastante. Debe de hacer poco más de un mes de su último fallo. Y esta vez va casi una semana, lo cual me hace sospechar que estamos ante algo grave. Ya veremos. Y no, los Sprinters no usaban trompetas; en realidad estamos ante un conjunto casi garajero, de no ser por sus querencias pop.
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