lunes, 12 de febrero de 2018

Estados Unidos: los últimos 70s (I)



El nacimiento del rock and roll es también el origen de una fuerte interdependencia entre los Estados Unidos y la Isla. A mediados de los años 50, cuando esa música llegó a este lado del océano, Gran Bretaña estaba sumida en un total aburrimiento que a duras penas intentaban contener los serios y voluntariosos músicos de “trad” junto a la alegre muchachada que practicaba el skiffle. El trad (“traditional”) viene siendo una alternativa casera sobre el jazz de los años 40/50, una reinterpretación de los escasos discos que van llegando de allá -especialmente en la onda dixieland-, mientras que el skiffle consiste más o menos en un batiburrillo que tiene como base principal el country con algunos elementos de un incipiente rhythm’n’blues y en el que lo más importante es el recurso a instrumentos tan baratos como la humilde tabla de lavar; o sea, que estamos ante una actualización de las antiguas jug bands del Mississippi. La primera señal de vida que da la Isla la tenemos en 1956, cuando Lonnie Donegan publica su versión del “Rock island line”: miles de adolescentes corren a las tiendas a comprar ese disco, entre ellos dos que se apellidan Lennon y McCartney. A principios de los años 60, con el beat, llega la respuesta británica, favorecida por una creciente mejora y rapidez en las comunicaciones; y desde entonces va creciendo el trasiego de estilos y músicos, independientemente de que tengan caracteres propios: los músicos británicos de country rock son tan escasos como los yanquis que se atreven con el progresivo sinfónico. 

A mediados de los años 70, la decadencia del rock clásico afecta por igual a unos que a otros. Por lo tanto la situación de hartazgo que padecen los fans es parecida: la mayor parte de los músicos que habían comenzado su carrera a finales de la década anterior están rondando la treintena y sufren agotamiento creativo. En otros tiempos, cuando la vida media de un grupo estándar raras veces pasaba de los cinco años, esa generación ya habría sido liquidada por el mercado y sustituida por otra nueva con más ímpetu. Pero algunas cosas han cambiado para mal, y la consagración de grupos como Beatles, Stones y compañía han divinizado la profesión: aunque los primeros supieron retirarse a tiempo, la consigna a partir de ahora es aguantar, vivir de rentas; y aunque no vendan muchos discos su estatus de estrellas les permite sacar un gran rendimiento a las giras. Mientras tanto, al igual que en la Isla, los adolescentes yanquis buscan refugio en los pequeños clubs, que son una equivalencia a los pubs británicos. Cuando rematamos nuestra visita al primer quinquenio y cumplimentamos a Lou Reed, ya vimos que el nordeste del país, especialmente el área de Nueva York, se convierte en un polo de atracción para la vanguardia; con diez años de retraso, aquel primer soplo de modernidad que había nacido en la Factoría de Warhol comienza a sentirse con mucha más fuerza que entonces. La primera señal ya había sido la aparición de los New York Dolls; las reediciones de los discos de Velvet Underground se están vendiendo mucho más ahora que cuando se publicaron por primera vez, y lo mismo pasa con algunas bandas de Detroit como los Stooges o MC5.

De todos modos, hay que recordar que Estados Unidos tenía -y tiene aún hoy- un recurso inagotable: las bandas de garaje. Y esa mentalidad de supervivencia frente al mainstream, esos sellos caseros que surgen en cualquier sitio, esa estructura de colegios y pequeños locales, resulta muy útil y ya se estaba consolidando antes de la invasión británica del 64/65. Lo que ahora los isleños llaman “punk” o “nueva ola” no es más que una evolución sobre aquellos ritmos frenéticos que se escuchaban y se bailaban por todo el país hasta la llegada de la psicodelia; e incluso entonces algunos estados del Sur como California o Texas tuvieron unos cuantos grupillos que mezclaban una cosa con la otra. Ya vimos que el propio término “punk” viene de Estados Unidos, actualizado por Dave Marsh y Lenny Kaye, así que probablemente los británicos se han vuelto a poner una medalla que no les corresponde: en lo musical, esa vocación de urgencia, esos estribillos simples pero contundentes, son en gran medida una vuelta a las esencias del garaje. Aunque por supuesto también los chicos del garaje se habían fijado en el estilo de los primeros Who o Kinks, mucho más populares en ese ambiente que Beatles o Stones. 

Las diferencias, que las hay, son más bien de tipo cultural. Aunque la sensación de aburrimiento es la misma en todas partes, la primera ola del punk británico se fundamenta en los sonidos y las actitudes desquiciadas, con mensajes destructivos y un sentimiento cercano al odio por todo lo que les rodea, especialmente en la cuestión social; en conjunto, están más cerca de Detroit que de Nueva York. Por supuesto que también en los Estados Unidos habrá grupos de ese tipo, pero hay mucha más variedad de planteamientos, y el caso más evidente es el de los Ramones: los británicos insisten en que ese grupo es una de las referencias imprescindibles del punk, pero ya vimos que ellos no querían saber nada de unos tipos que “son unos amargados. Tocan canciones sobre cosas como no tener trabajo, y eso no puede ser muy alegre. Nosotros también estuvimos en el paro, y supimos hacer temas divertidos. Tienen una mentalidad muy negativa y odian a los Estados Unidos. ¿Cómo se atreven?”. Creo que este comentario es muy revelador; más aún si recordamos lo que decía Johnny Rotten sobre ellos: “¿esas melenitas tan bien cortadas y esos gabba gabba hey son punk..? Venga ya”. Es decir, los Pistols tenían muy claro que los Ramones no eran de su especie: ambos grupos se han criado prácticamente en el gamberrismo callejero, pero mientras los Ramones sienten un gran respeto por el rock and roll, Phil Spector o la Motown, es decir, por las esencias de la música popular yanqui, los Pistols toleran a las bandas de Detroit y poco más. Los Pistols van muy sobrados; en comparación, los Ramones son gente humilde. Y esta consideración sobre una y otra banda podría ampliarse, con matices, a la actitud más común de los músicos británicos en comparación con los detestados yankis. 

Bueno, pues ahora que ya conocemos a los personajes isleños más populares en esta nueva era, creo que nos vendrá bien echar un vistazo al otro lado del océano. Yo creo que nos vamos a divertir, aunque solo sea porque hay más variedad. 


10 comentarios:

  1. Hola Rick:
    Pues la cosa promete, hicieron buenas cosas esos americanos, para mi sobre todo en Nueva York.
    Preparado!.
    Supongo empezaremos con los Ramones, sin los cuales no se entiende toda esa movida.
    Saludos
    Jose

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    1. Muy buenas, José:

      Nueva York fue la vanguardia, por decirlo así, pero pronto hubo más oferta para elegir. Es la ventaja de un país tan grande como ese. Y los Ramones vendrán pronto, pero no son los primeros: ese puesto es para doña Patti Smith.

      Saludos mil.

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  2. Eso, eso Ramones, que tienen canciones buenas a puñados, y los Pistols solo fondo de armario.

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    1. Pronto, mister Chafardero, pronto vendrán. Como le digo al señor Kortocircuito, lo primero es lo primero...

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  3. Pues nada, a darle caña al mono Rick. Recuerdo cuando compré mi primer disco de The Sonics, allá por el 77/78, con una pegatina que los anunciaba como "la gran banda punk del Noroeste", y caí como un pardillo, pensando que estaban promocionando una banda en la onda ramoniana, me hice con el Lp. ¡Maravillosa equivocación!, desde entonces soy fiel seguidor del grupo. Las etiquetas entonces tenían bastante más sentido que ahora, que no hay Dios que se aclare.
    Suerte y al toro!
    JdG

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    1. Ah, los Sonics, los padres del garaje... Dignos sucesores de los (Fabulous) Wailers, el primer orgullo del Noroeste. Sí, por aquel entonces las etiqueras eran bastante más ajustadas que ahora; de un tiempo a esta parte, todo es "protopunk".

      ¡Gracias y al loro!

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  4. Vamos con esa variedad. De aquí salimos con el doctorado bajo el brazo. Soy un fan de la música desde que me regalaron, con trece añitos (ha llovido mucho desde entonces), el E.P. de The Beatles donde aparecía «I Saw Her Standing There", esa que empieza:

    (one two three four)
    Well she was just seventeen
    You know what I mean
    And the way she looked
    Was way beyond compare
    So how could I dance with another,
    Oh, when I saw her standing there...

    Y hasta ahora. Pero no tengo tanta información como la que aquí se maneja. Esta enciclopedia vale un potosí. No me pierdo una clase. ¿Tendré diploma al final? Porque doctorado honoris causa sería mucho pedir.

    Saludossssssssssss

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    1. No te preocupes por el doctorado, Bab: aquí todos tenemos la misma "carrera", más o menos. Y el diploma ya os lo merecéis solo por el hecho de venir a aguantar el rollo una semana tras otra. Sois unos sufridores.

      Emocionante recuerdo a la infancia/adolescencia con ese disco de los Beatles. Yo no recuerdo cuál fue mi primer disco pequeño, pero sí la primera canción que me marcó: de niño, un día escuché en la radio el "Red River rock" de Johnny & The Hurricanes, y ahí cambió mi vida.

      Saludos mil...

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  5. Buena introdución aunque no olvidemos que por aquella en los USA la población superaba los 200 millones y en Gran Bretaña una sociedad menos multirracial de aquella, solo tenía 50 y pico. La globalización tampoco era lo que ahora y los modismos territoriales eran lógicos amén de las circunstancias históricas en cada momento.
    Ciertamente el pop norteamericano era bipolar. El pop blanco iba por un lado y el negro por el otro. La música afroamericana que influyó tanto en la música inglesa no fue receptiva a ésta música cuando llegó de vuelta. Uno de los fenómenos más curiosos de la música popular es la falta de sensibilidad de los afros hacia las manifestaciones musicales blancas llamese jazz, rock, folk, pop etc...

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    1. Muy buenas, herer doktor. Esa es la gran ventaja de los Estados Unidos, como le digo a José: con semejante diferencia de tamaño, es lógico que hubiese la variedad que había. Y lo curioso es,como bien dice, que habiendo dos alternativas tan potentes como la música negra y la blanca,prácticvamente nunca llegaron a interactuar salvo en casos muy aislados (Detroit Wheels, Sly & The Family Stone y pocos más). La razón fue básicamente el racismo, como ya vimos en la historia de la british invasion: hasta finales de los 60 una raza vivía de espaldas a la otra.

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