La oleada punk fue justamente eso, una oleada. Es decir, que surgió, lo anegó todo y desapareció con la misma rapidez con la que se había presentado; ni siquiera el rock and roll, con su tremenda potencia innovadora, había causado tanto revuelo en tan poco tiempo. Los Sex Pistols, queriendo o sin querer, cumplieron con la obligación estética de durar lo justo para no convertirse en una parodia, porque era evidente que tal convulsión no podía mantenerse más allá de un año o dos. Y a partir de ahí solo hay que seguir la trayectoria de grupos como Damned o los Clash: los primeros, que se habían separado en el 78, se reagrupan poco después con un sonido que recuerda a sus primeros tiempos pero ya se va acercando al rock con tintes poppies; los Clash también son ahora una banda de rock, más “combativo”. La opinión de estos últimos sobre el punk es muy reveladora: “Se ha convertido en imágenes y actitudes prefabricadas. Otro uniforme más”.
A partir de ahí, los punkies militantes se irán apartando de ese tipo de bandas y, como en el caso del heavy o cualquier otro estilo sobrepasado por la realidad, recrearán el presente a su gusto: estamos rodeados de traidores, de modernitos, de falsos aficionados que han olvidado las esencias. Y los músicos como-Dios-manda harán cada vez más ruido mientras lanzan proclamas incendiarias; los más puros y combativos crearán sus propias comunas anarcoides y gestionarán la publicación de sus discos: Crass son el mejor ejemplo. Otros, como los Exploited (una evolución cercana al hardcore), llegarán a conseguir una cierta popularidad en el gran circuito. Por cierto, el primer disco de ese grupo se titula “Punks not dead”, una nueva proclama para el futuro; comparada con el “No future” de 1976, da la impresión de que algo se ha perdido por el camino.
Pero el punk no era más que la punta de lanza de un cambio mucho más amplio y profundo, un cambio simbolizado en el término New Wave. Y algunos de los postulados punkies fueron muy útiles a partir de entonces, porque gracias al “háztelo tú mismo” cambió el planteamiento discográfico: el negocio no era ya un pastel repartido entre cinco o seis grandes disqueras, sino que tras Stiff y Chiswick surgieron decenas de pequeños sellos independientes que revolucionaron el panorama apostando por bandas que resultarían impensables en una major y otorgando de nuevo un papel fundamental al formato single, lo cual implica también que las canciones no suelen pasar de los tres minutos. Es decir, que en muchos aspectos volvemos a la mecánica tradicional en la década anterior, ya que esta nueva ola es en esencia la restauración de aquellos planteamientos; y ese cambio se percibe también por la vista: se nota la vuelta del color y la alegría a las calles tras unos años de jerseis grises, chaquetas de pana y ceños fruncidos.
Así que, después del necesario sarampión punk que conmovió la industria hasta los cimientos y nos ha dejado algunas canciones memorables, entramos en una nueva edad de oro del pop. Pero no solamente eso: también habrá músicos de orígenes punk o que procedan del circuito de los pubs y que podrán coexistir sin problemas junto a otros más vanguardistas; en ese sentido, hay que reconocer que estamos ante una de las épocas más abiertas y variadas de la historia de la música popular. Por no hablar de los grandes dinosaurios como los detestados Pink Floyd, que siguen ganando dinero a manos llenas en sus estadios. Democracia pura, sí señor; todo lo contrario de lo que había pasado en los años de reinado del rock, por cierto.
En fin, que se abre ante nosotros un bienio magnífico, uno de los más floridos tanto en la Isla como al otro lado del océano, y esa efervescencia se acabará notando en los demás países occidentales, España incluida. Y aunque ya sabemos que esos tiempos de bonanza no durarán mucho, lo que importa es el aquí y el ahora: carpe diem, como decían los romanos, unos especialistas en eso.
Hola Rick:
ResponderEliminarUn par de buenos años nos esperan, a partir de aqui las etiquetas ya no fueron tan estrictas y surgieron innumerables subestilos. ¡Vaya decada mas vertiginosa!, cuantos cambios, cosa que es de agredecer, muchos llegaron a un callejón sin salida, pero otros consiguieron abrir nuevas puertas.
Impaciente espero la serie.
Saludos
Jose
Eso es precisamente lo bueno, Jose: los "subestilos", como tú dices. Vamos, que a partir de aquí ya cada músico va a su bola. Y la efervescencia durará casi hasta mediados de los 80, así que a disfrutar.
EliminarSaludos mil...
Hola Rick:
ResponderEliminarTambién yo espero ese bienio que consideras magnífico. Tendrás que currártelo, como siempre, y convencernos de que había ahí mucha tela que cortar. Si se sabe buscar, y tú eres especialista en eso, siempre se encuentra buena música en cualquier época.
Saludossssssssssss
Lo bueno de las épocas como esta, querido Bab, es que no hace falta currárselo mucho: el propio panorama ya te da la mayor parte del trabajo hecho, solo hay que organizarlo.
EliminarLo dicho, a disfrutar...
Impaciente ya por descubrir los tesoros que estos dos años esconden, no nos defraudes. Esperaba alguna referencia a algun disco para ir abriendo boca pero en fin... Será la semana que viene. Saludos
ResponderEliminarPaciencia, mister Commendatore: ya sabes que de vez en cuando cae algún rollo, pero es necesario para centrar la época. Y ahora ya empieza lo bueno.
EliminarSaludos mil...
Me uno al carro de la expectación. Tuve la suerte de vivir in situ aquellos años, asistir a un buen montón de conciertos y dejarme una pasta en discos y otras cosas. Algo saco de novedoso en esta presentación, y es la referencia a Crass, grupo del que no tenía noticia.
ResponderEliminarSaludos,
JdG
Qué tiempos para vivirlos con nuestra edad de entonces, cierto es. Al menos eso ya no nos lo quitará nadie, ¿verdad? Algo es algo...
EliminarCrass era uno de esos grupos punkis autogestionados de filosofía anarcoide. A mí se me hacían muy pesados, pero todo en esta vida es cuestión de gustos.
Hacían bien en pensar en el Carpet Diem, nada más efímero que los movimientos que quieren cambiar las cosas y solo sirven para cambiar la vestimenta y ofrecer más argumentos a la comunicación publicitaria.
ResponderEliminarHoy en día hasta suena atrabiliario esa industria discográfica que el nuevo milenio se cargó. Nuevos yuppies criados en el punk para modernizar a los viejos prohombres con traje y chaleco de la industria que se murió. Todo se ha ido al carajo y solo queda la mirada nostálgica a mundo fugaz.
Dos años productivos a los que tú sabrás sacarle partido, sin duda.
Pues sí, porque para dos días que se viven...
EliminarY luego ya el asunto de los sellos y toda la parafernalia industrial acabará como acaba siempre: la mayor parte de esos sellos desaparecerán ante la falta de nuevos valores o la escasa rentabilidad, o digeridos por los sellos grandes. Nada nuevo. Pero ya digo, lo que importa es el momento.
Sin duda años de efervescencia, los del punk. Saludos.
ResponderEliminarEsos años que hubo entre el 76 y el 83 u 84 fueron tremendos. Luego la cosa ya comenzó a decaer, pero en fin: que nos quiten lo bailado, y nunca mejor dicho.
EliminarSaludos mil...