miércoles, 27 de marzo de 2019

1978/79 (XXVII)

Los músicos con las ideas tan claras como para elegir una carrera en solitario, si tienen creatividad y carisma pueden llegar a convertirse en una alternativa al margen de la moda del momento; tal vez por eso no surgen muchos en esta época de tantos cambios, sin un futuro claro. Resulta muy revelador comprobar que los pocos que alcanzan la popularidad, como Elvis Costello o Nick Lowe, van a la contra, es decir, suelen trabajar los estilos tradicionales más o menos actualizados. Incluso el sesgo punky de Ian Dury lo es más en presencia y actitud que en lo musical, ya que el grueso de su obra es una fusión de reggae, ska y funk que se convierte en referente para grupos de baile como Madness (y precisamente Dury será quien menos tiempo se mantenga). Graham Parker y Joe Jackson son otros dos ejemplos de ese mismo carácter: ambos comienzan su carrera de forma similar a Costello (Parker ya está grabando antes que él), y aunque cada uno añade ingredientes distintos siempre seguirán los patrones clásicos.

Graham Parker, un trotamundos que a mediados de la década ya ha pasado por varios empleos distintos y dispares, decide concentrarse exclusivamente en la afición musical como medio de vida, y busca acompañantes para formar un grupo bajo su dirección. Cuando ese momento llega, el circuito de los pubs está en su apogeo y la mayoría de los músicos son de su edad: alrededor de los veinticinco años. Su formación -especialmente su manera de cantar- debe tanto al rock de los Stones como a los cantautores como Dylan o Van Morrison (tal vez sin saberlo aún, guarda también un cierto parecido con Bruce Springsteen). Y es precisamente un cruce entre esas dos herencias lo que él busca: sus letras, muchas veces irónicas, sarcásticas, desengañadas, se revisten con el rock de pub que en esencia lo que hace es “humanizar” la épica de las figuras que lo han influido. Después de grabar algunas demos consigue que Phonogram se fije en él y le ofrezca un contrato con el subsello Vertigo, lo cual le obliga a formar un grupo de acompañamiento estable; antes de que termine 1975 Parker, que como buen cantautor también toca la guitarra acústica y rítmica, ha reclutado al solista Martin Belmont (ex Ducks Deluxe), el batería Steve Goulding, el bajista Andrew Bodnar y otros dos músicos ya conocidos en este local: Brinsley Schwarz y Bob Andrews. El grupo se bautiza como The Rumour, y una canción como esta, de las primeras que grabó para presentarse ante los sellos, es un buen compendio de sus influencias más notorias (que por supuesto también afectarán a Costello más adelante):


Graham Parker & The Rumour entran a principios de 1976 en estudio para publicar en verano “Howlin’ wind”, su primer Lp (producido por Nick Lowe, cómo no), y hasta cierto punto podría considerarse como la versión r’n’b de Costello, con su misma carga literaria; de hecho “White honey”, la canción que lo abre, refleja muy bien una dualidad Costello / Van Morrison abrigada por esa sección de viento tan americana, que colorea también “Silly thing”. Pero tal vez Parker sea incluso más variado que Costello en este debut, porque el rango es muy amplio: entre la casi stoniana “Soul shoes” o el particularísimo tono reggae de “Don’t ask me question” surgen homenajes más o menos evidentes a su adorado Morrison (“Gypsy blood” o “Between you and me”), favorecidos por ese tono de voz que puede aproximarlo tanto como quiera; ah, y también hay experimentos afortunados, como ese cruce entre r’n’b y rockabilly de “Back to schooldays”. Parker deja claro que su estilo no es de este tiempo o lo es de cualquiera, como sucede con todos los músicos de pub; músicos por lo general de largo recorrido pero poco reconocimiento, ya que las ventas fueron bastante discretas. Y aun así, su pequeña pero fiel parroquia de fans más la crítica, casi toda a su favor, lo fortificaron frente a su sello, con el que las relaciones comenzaban ya por entonces a tensarse.


Antes de que termine el año se lanza “Heat treatment”, que en esencia sigue el mismo patrón que el anterior; las ventas mejoran ligeramente, pero no gracias a Vertigo, que apenas lo promociona. En 1977, cuando ya está grabado el material para “Stick to me”, su tercer disco, resulta que las cintas son inservibles y hay que regrabar de nuevo, en solo una semana. Entre eso y que el repertorio no es muy brillante, se podría pensar que el resultado comercial fue un fracaso; pero aun así, e incluso con la crítica en contra, ese disco se convierte también en uno de los más vendidos. De todos modos Parker ya está pensando en buscar la complicidad del mercado yanki, más acorde con su estilo aunque de momento sus ventas allí no son mejores que en la Isla, y un buen modo de asentarse es buscar un productor del país y de la talla de Jack Nitzsche. El resultado es “Squeezing out sparks”, que llega en la primavera del 79 y al que gran parte de la crítica considera su mejor obra. Como consecuencia de un sonido más cercano y directo, las canciones ganan contundencia con menos dispersión y los tonos roqueros se imponen. Hay mucho donde elegir: el comienzo a medio gas con “Discovering Japan” es perfecto, y suficiente además para darnos cuenta de que este es “otro” Parker, con más vida (aunque algunas letras sigan con el tono depresivo). El ritmo se encrespa con “Nobody hurts you” o “Saturday is dead”, por ejemplo, y entonces es cuando se puede sentir la curiosa sensación de que, buscando el mercado yanqui, con un productor yanqui, el disco suena más cercano a la new wave que todos los anteriores. Esa es el arma de Nitzsche: la simplicidad es precisamente su conexión con la modernidad, de la Isla o de donde sea (aunque las similitudes con Springsteen aquí se notan). Hay otro pequeño detalle, y es que en la portada ya no se cita a los Rumour aunque sí en la trasera. En los años 80, tras un último disco a nombre de él y el grupo, prescindirá de ellos y seguirá su carrera en solitario, cada vez más integrado en el circuito y el estilo rockero yanki, que por otra parte tal vez cuadra mejor con su carácter. Así que suerte y adiós, Mr. Parker. 



David Jackson es un niño asmático que por su condición evita los esfuerzos físicos y se concentra en la lectura y la música. Pero no le interesan los ritmos del momento, sino más bien cualquier tipo de ritmos jazzísticos o los musicales de Broadway. Aprende a tocar un buen número de instrumentos de viento, cuerda, teclado y percusión, y a los dieciocho años ya está actuando en pubs con una pequeña banda de jazz. Precisamente a través del jazz llega su primer acercamiento a los grupos modernos, ya que Soft Machine le interesan, y de ahí surge su afición también al rock progresivo. De todos modos, su vocación tradicional queda clara ya en su primera composición conocida, que será cara B de Arms & Legs, pequeño grupillo que no va más allá de tres singles en 1976; en ese grupo se convierte en “Joe”, pues así lo llaman sus compañeros por su vago parecido al personaje de Joe Piano, sobrenombre de Charlie Brown en una tira de Snoopy. A partir de ese momento sigue componiendo mientras reúne dinero trabajando como pianista y director musical del Playboy Club de Portsmouth y haciendo giras con un grupo de cabaret. El dinero es para grabar unas cuantas canciones de muestra; en 1978 ya tiene suficiente material grabado como para un disco completo, y consigue que un ojeador de la A&M las escuche. En otoño se comienza a regrabar el material de aquellas cintas y el sello lanza un primer single, en el que Jackson demuestra haberse actualizado mucho porque es evidente que ha tomado nota de la inmediatez y energía que caracterizan a la música de esa época. “Is she really going out with him?” (sin relación con las Shangri-Las) es una pieza de estructura clásica solamente por los escasos dibujos de piano y parte de la línea melódica; en lo demás estamos ante un perfecto ejemplo de la variedad y riqueza de la new wave británica, que puede ir desde el punk pop de los Damned hasta piezas de orfebrería como esta balada donde la base rítmica es perfecta, especialmente por la brillante simplicidad del bajo (justo uno de los puntos débiles de la mayor parte de los grupos contemporáneos).


A principios de enero del 79 se publica su primer Lp, es decir, la regrabación completa de sus demos originales; se titula “Look sharp” y confirma la impresión que daba el single: Jackson, a pesar de su formación clásica, está dispuesto a competir junto a Costello y Parker; en el aspecto técnico no tiene de qué preocuparse, ya que para él este tipo de ritmos es sencillo, pero también demuestra una elevada creatividad. Y el resultado es de categoría: piezas como “One more time”, “Pretty girls” o la rockera “Throw it away” son new wave pura; se perciben influencias de Costello en “Happy loving couples” o en el acercamiento al reggae de “Sunday papers”, mientras en algunos momentos como “Got the time”, con esa especie de rockabilly vitaminado, podría recordar a Parker. Se incluye la cara A de aquel primer single, que en su momento no había pasado de unas ventas discretas y que será reeditado en ese formato meses después del Lp; esta vez, ya con una relativa popularidad, se convierte en un clásico de las emisoras británicas y desde entonces también de la carrera de Jackson. Las ventas del disco grande resultaron ser bastante dignas en la Isla, alcanzando un top 40, y el público yanqui lo elevó hasta el puesto 20. Y en cuanto a su grupo de acompañamiento, es de destacar que el bajista, Graham Maby, será fijo durante toda la carrera de Jackson (aunque ha participado en grabaciones de otros músicos); el guitarrista Gary Sanford y el batería David Houghton permanecerán junto a él hasta los años 80.


En otoño llega “I’m the man”, que es la prolongación de la línea iniciada en el anterior. Jackson se confirma en el sector de los músicos de vocación tradicional pero actualizada, a la espera de ir marcando su propia línea. Y este disco es igual de bueno o tal vez mejor aún: la entrada con “On your radio” es otra muestra de su dominio del momento, como lo son “Kinda kute” (otra vez anda Costello por ahí) o la fantástica pieza que da nombre al disco (con un inequívoco aroma a Paul Collins, cuyo primer disco al frente de los Beat se publica casi al mismo tiempo). Por otra parte surgen dos baladas, “It’s different for girls” -que fue uno de sus éxitos en single- y “Amateur hour”, en las que ya comienza a mostrar mayor complejidad en la composición, como también se nota en algunos tiempos medios como “The band wore blue shirts” o “Friday”. Así que Jackson está preparando su entrada en los años 80 con un enriquecimiento tanto de estilos como de arreglos, marcando ya ligeras diferencias con los demás competidores. Y esa entrada significa también, como en el caso de Parker, un cada vez más marcada afinidad con el mundo yanki (llegará a radicarse en Nueva York a mediados de la década): el swing, el jazz, la orquesta al estilo Cole Porter, todo ese tipo de sonidos sofisticados será su futuro. Y nosotros, como al señor Parker, le deseamos mucha suerte en el nuevo mundo.   



10 comentarios:

  1. Hola Rick:
    La semana pasada no pude venir a clase que estaba en casa con paperas, ya te mandará el justificante mi mamá, yo quería ir, pues os Fisher Z me iban bastante.
    Los de hoy son de mis favoritos de solistas acompañados, del Parker tengo bastantes Lp´s, que me gustan todos mas o menos por igual y el I´m a Man del Jackson es de esos discos imprescindibles y que nunca me cansaré de oir por la energía que transmite.
    ¡Que tiempos aquellos!.
    Saludotes
    Jose

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    1. Tranquilo José, que los veteranos como tú tenéis bula papal. Y me alegro de que te gusten Fischer-Z, por cierto.

      De los dos de hoy, con el paso del tiempo se hizo más famoso Parker; sin embargo Jackson tiene un repertorio más amplio y variado, desde esta primera época new wave hasta el jazz casi orquestal que despliega a veces.

      Saludos mil.

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  2. ¡Vaya! Llevaba tiempo de no pasar por aquí. Un gustazo como siempre. Me apunto algunos para echarles un ojo en los próximos días. Hoy voy a escucharlos en su web.
    Un saludo Sr. Rick.

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    1. Muy buenas, mister Bubo,y gracias por la visita. Llevo una racha bastante liada y tengo el tiempo justo para ir a los blogs de siempre, pero en fin: todo pasa, más tarde o más temprano.

      Saludos mil.

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  3. ¡Amigo!, el sancta sanctorum, el poker de ases al completo, junto a Costello & Lowe, Parker y Jackson. ¡Rien n´v plus! como diría el croupier monegasco. Ahí están, como la Puerta de Alcalá, imprescindibles representantes de la mejor época del new wave isleño y del mundo mundial. Reconozco que sus mejores obras fueron las primeras, como suele pasar, aunque a su mitad de carrera nos sorprendieron con álbumes de suficiente enjundia. El "Squeezing..." y el "Look Sharp!" (más en mi caso que el "I´m The Man") siguen siendo auténticas joyas, reflejo de una época también donde casi todo seguía siendo posible (por lo menos la diversión a precios asequibles). Les he estado escuchando últimamente, a Graham en su "Cloud Symbols" (maldita manía la suya de no anunciar en la cubierta del disco a sus Rumour), y a Joe en su maravilloso "Night And Day". Ambos siguen en su papel de trovadores de la sociedad actual, precisos en sus críticas, arrullados por el mejor y más actual pop de autor.
    Saludos,
    JdG

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  4. Posdata: Estoy escuchando el "Squeezing..." de nuevo y cuando termine me voy a Malasaña.

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    1. Sí, esos cuatro en esta época son como los cuatro de Bonanza, más o menos. Y tampoco se puede negar que por lo general los primeros discos son siempre los mejores, aunque si nos ponemos a rebuscar siempre aparece alguno suelto que de un modo u otro está a la altura.

      Malasaña... No sé cómo estará ahora, pero aun así... qué envidia.

      Saludos mil.

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  5. De los mejores piropos que se pueden hacer a un artista de la música pop es que pasadas las décadas siguen sonando fresco y modernoo, indudablemente, o al menos para mí, Graham Parker cumple ese requisito.
    Joe Jackson participa de ese requisito aunque además le tengo especial dedicación a un disco estupendo llamado Joe Jackson's Jumpin' Jive que publicó por el 81 y que es un homenaje a la música que oía su padre a principio de los 50. En su disco donde se resucitan las viejas melodías de Cab Calloway, Louis Jordan, Big Joe Turner y compañía, es decir del viejo y maravilloso Jump Blues.

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    1. Precisamente. Es la famosa frase que dice "moda es lo que pasa de moda, clásico lo que permanece". Y esa suele ser la característica más distintiva de los solistas en esta época. Luego ya cada uno tiene su estilo (y en efecto la carrera casi completa de Jackson es una colección de sorpresas), pero no hay duda de que los estilos tradicionales son imbatibles.

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  6. También a mí me encandilaron “los cuatro de Bonanza”. Quizá del que menos disfruté fue de Parker (pero solo un poco menos). Sí que son unos clásicos que no pasan de moda. “I’m the man” lo pongo de vez en cuando y no ha perdido comba. O los primeros de Costello. Y qué decir de Nick Lowe que no hayáis dicho ya.

    Saludosssssssssss

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