Sí señor, el futuro ya está aquí. Mientras el rock urbano vive su momento de apogeo, mientras Ramoncín o Tequila se asientan como sólida competencia a ese mercado, hay una nueva opción que está surgiendo casi sin que la ciudad se entere. Una nube de muchachos muy jóvenes, la mayoría nacidos entre finales de los años 50 y principios de los 60, suele merodear por el Rastro -al que han convertido en su punto de encuentro, casi su hábitat natural- y tomarse luego las cañas todos juntos arriba, en La Bobia. Unos dibujan o escriben en fanzines cuya vida no suele ser muy larga, mientras que otros comienzan el aprendizaje de algún instrumento musical. Muchos de ellos proceden de la clase media/alta, es decir, son niños bien (un pecado que los rockeros urbanos les echarán en cara con frecuencia); algunos de los que participan en los fanzines tienen una formación cultural bastante elevada para su edad, del mismo modo que quienes se inclinan por la música parecen cansados del rock machote y escuchan discos "demasiado modernos", poco frecuentes aquí: la nueva ola británica, el punk, los grupos neoyorkinos... En cierto modo recuerdan a aquellos primeros músicos españoles como los Estudiantes, Pekenikes, etc, que precisamente comenzaron su carrera cuando estos estaban naciendo y que gracias al dinero de sus padres podían conseguir una música que en su mayoría no llegaba a nuestro país o era minoritaria.
A mediados de 1977 dos de los asiduos al Rastro son Alaska y El Zurdo, a quienes ya conocemos por haber fundado el colectivo Premamá y abandonar Lacochu para crear La Liviandad Del Imperdible. Ya en los tiempos de Premamá les rondaba la idea de crear un grupo, pero de momento no han conseguido músicos para ello; así que aprovechan su nuevo fanzine para insertar un anuncio pidiendo voluntarios, entre algunos artículos sobre el naciente punk, la adoración de ambos por Vainica Doble o la particular visión política del Zurdo, que por entonces se declara falangista (de la Falange Auténtica; o sea, "más cerca de Garibaldi que de Mussolini", como decía Ramiro Ledesma). La Liviandad no duró mucho, ya que pronto encontraron a un guitarrista que además sabía tocar: Enrique Sierra, con una pequeña trayectoria a sus espaldas por haber militado en un grupillo llamado Vibraciones. A Sierra, que será conocido aquí como Sir Henry, le siguen dos "hallazgos" que hace el trío en el Rastro: Carlos Berlanga (el hijo del cineasta adopta el sobrenombre de I Nepto) y su amigo Nacho Canut (el más serio: no quiere apodos). Canut está aprendiendo a tocar el bajo, mientras Berlanga hace algunos coros y Sir Henry trata de enseñarle a Alaska los rudimentos de la guitarra. Entra luego Manolo Campoamor, que procede también del mundo de los fanzines y al que alguien presta una batería hasta que llega Pablo Martínez, un batería oficial. Aún seguirá llegando gente (por momentos fueron casi una docena), pero esta es en esencia la formación más o menos estable de un grupo que después de algunas dudas se bautiza como "Kaka de Luxe".
Y ahora entra en escena Jesús Ordovás, sobre quien ya toca ir ampliando un poco la información: se trata de un periodista y locutor radiofónico que, como Vicente Romero en el mundo del rock urbano, será uno de los protagonistas principales en el advenimiento de la nueva ola. Ordovás fue el primer escritor de literatura musical "pop" en España con su libro sobre Bob Dylan, publicado ya en 1971, y en estos tiempos forma parte de la plantilla de Onda Dos además de escribir en Disco Expres. Tiene la saludable costumbre de pasear por el Rastro buscando discos viejos, y un día se encuentra con Alaska y compañía, que están vendiendo su fanzine. Así se entera del proyecto musical que se traen entre manos, y le encanta tanto la actitud como la pinta de los personajes: casi ninguno sabe tocar, pero le echan un morro impresionante. La mayor parte de lo que "interpretan" son versiones de los Ramones y han escrito ya tres o cuatro canciones cuyos ritmos son cercanos al pop rock naif, con estribillos que podrían resultar pegajosos. Las letras participan de ese mismo espíritu infantil, aunque con una buena carga de ironía y una festiva mala leche que los hace encantadores: después de verlos actuar en dos o tres locales, a principios de 1978 escribe su primera columna laudatoria en Disco Expres. Porque Ordovás está cambiando de criterio, y si en un principio apoyó al rock urbano ahora comienza a darse cuenta de que ese estilo no tiene mucho futuro; tal vez esta tropa de niñatos, sin complejos, desafiantes, totalmente al día sobre la actualidad musical tanto en la Isla como en Estados Unidos, acaben creando una alternativa a ese "más de lo mismo" que en el fondo es la enfermedad congénita que aqueja a los rockeros "auténticos". En consecuencia acabará entrando en la lista negra de traidores, cosa que a esas alturas comienza a ser casi un honor; también fue uno de los que popularizó luego el término "Movida" para bien y para mal, pero no se puede ser perfecto.
Sin embargo no tiene intención de convertirse en productor, que parece ser otra de las afecciones en boga por entonces, y lo único que se le ocurre para apoyar a los Kaka es ponerlos en contacto con Vicente Romero, como había hecho con Tequila. Romero los reclutará para Chapa, pero evidentemente aquello no podía salir bien (aunque años más tarde presumiese de haberlos lanzado él): "como espectáculo circense me parecieron geniales; como grupo musical, lamentable". Porque nadie niega que tocando eran un desastre, pero un "grupo musical" tiene que ofrecer más cosas, y él mismo reconocía que "tenían mucha gracia, que era lo que le había venido faltando al rock español en los últimos años". De todos modos, y aunque "presionado" por Ordovás, lo primero que hizo fue colocarlos en el famoso San Isidro Rock: allí alcanzan el segundo puesto, tras Paracelso, gracias a "Pero qué público más tonto tengo", una canción provocativa, punki de verdad ("Ya no os aguanto / cada vez que os veo/ vomito en alto el asco que me dais") que en teoría no debiera ser muy bien recibida por el respetable, pero que si mostraba bien a las claras la actitud del grupo también dejó claro que la mayoría de los asistentes tenían el criterio suficiente como para disfrutar de la sorna que empleaban esta tropa de niñatos. Había en el ambiente mucha más ansia de juerga, más irreverencia de la que el propio Vicente Romero esperaba. Aquello era una señal; no se sabe muy bien de qué, pero lo era. Y por supuesto se incluye en el recopilatorio de marras.
Casi forzado por la inesperada situación, Romero les produce un Ep donde se incluyen otras cuatro canciones de su escaso repertorio: "Rosario / Toca el pito" en la cara A junto a "Viva el metro" y "La pluma eléctrica" en la B. La voz principal es la del Zurdo, mientras los demás hacen lo que pueden con los instrumentos, y por lo general figuran escritas a nombre de todos aunque se sabe quién es el inspirador de cada una. En lo musical su estilo es un cruce entre rock and roll y pop con su ya característico tonillo punki; resulta una mezcla casi infantil pero con una carga de saludable insania, oxímoron que define a toda aquella época y que se extiende a las letras. Por entonces (verano del 78) no hay nadie en Madrid ni en el resto del estado español que llegue a tal grado de inconsciencia, aunque si miramos hacia atrás tal vez un cruce entre los Cheyenes y Micky con los Tonys hubiera creado algo vagamente parecido. El caso es que, salvo Onda Dos y algún francotirador más, las emisoras no se atreven a radiar el disco -algunas, ni se enteran de que ha sido publicado- y solamente los amigos del grupo más los heroicos asistentes a aquel San Isidro Rock van a comprarlo. En consecuencia, pronto desaparece de la circulación; aunque a partir de ahí hubo un considerable tráfico de cintas caseras que mantuvieron su recuerdo hasta que llegó su primera resurrección en 1982, cuando se reedita incluyendo el primer single de Paraiso, y al año siguiente en un lp que contiene el ep original más la canción del San Isidro Rock y todas las maquetas que habían grabado.
Pero ya en aquel verano había dos tendencias casi antagonistas: Alaska era claramente partidaria de la frivolidad y el petardeo, mientras que el Zurdo buscaba algo más. Y en otoño se marchó para formar su propio grupo; por entonces era muy fan de Ian Dury y sus Blockheads, así que decide bautizarlo como "Rudy Soplapollas y Los Obtusos" hasta que en la primavera del 79 se conviertan definitivamente en Paraíso... Pero aún no hemos llegado ahí: Kaka de Luxe siguen viviendo a salto de mata, con escasas actuaciones en los lugares más inverosímiles y una cierta sensación de cansancio. El panorama se complica con la marcha de Canut y Sierra a la mili, que fue cubierta a medias por Bernardo Bonezzi (amigo de Alaska, futuro líder de los Zombies) y los hermanos Urquijo. Pero antes de que termine el año 78 se anuncia la disolución: el último concierto, junto a otros cuantos colegas, se organiza "a beneficio de los huérfanos de Sid Vicious". El humor, que no falte. A principios del 79 se presentará un nuevo grupo: Alaska y los Pegamoides, que necesitarán todo el año para ir asentándose entre una sucesión de entradas y salidas de personal hasta convertirse en uno de los primeros nombres exitosos de los años 80 y de esa "Movida" que según algunos está sustituyendo a la nueva ola madrileña. Pero ese también es otro asunto que será tratado cuando lleguemos a la década en cuestión. Ya solo nos queda despedir a estos muchachos, y creo que lo más indicado será hacerlo con una de las primeras composiciones de Alaska: "La tentación", cuya letra tan escabrosa como hilarante aumenta su contundencia al estar cantada por un varón (o sea, el Zurdo) en tono de balada, que en sus últimas estrofas es un lamento a las alturas a medio camino entre el Delta del Mississippi y la canción italiana al estilo San Remo. Es una buena muestra de su descaro (verano del 78, recuerden: aún no hacía tres años de la muerte de Franco), que al mismo tiempo nos da esa sensación de libertad y falta de respeto por las convenciones añejas que tanta falta hacía. Iban por delante de todos los demás, por eso fueron tan necesarios.
Así como los grupos que has repasado en las últimas entregas se me quedan anticuados, independientemente de su calidad, estos siguen teniendo vigencia para mí. Letras gamberras e inteligentes, mala leche y ganas de divertirse, a la porra el rock cejijunto. Kaka de Luxe dieron el pistoletazo de salida a la modernidad. Y salieron de aquí el Zurdo y Berlanga, dos personajes de nivel.
ResponderEliminarPrecisamente esa idea del "pistoletazo" es lo más destacado en estos muchachos. La carrera de Kaka de Luxe es minúscula (como la de muchos otros precursores), pero tras ellos vino todo lo demás. En cuanto a el Zurdo y Berlanga la cosa ya va a gustos: yo prefiero la corta historia de La Mode antes que la obra de Berlanga, pero ya digo...
EliminarGrandes Momentos de la Historia de la Modernidad, si señor, época irrepetible. El Rastro los domingos, La Bobia, donde no solo se tomaban cañas, el Chino de Pacífico. Jesús Ordovás, que venía de una estancia más o menos prolongada en USA, influido por todo aquel ambiente. Onda 2, fundamental para mantener a toda la basca informada. Vi a Kaka y Paraíso en un concierto en el Teatro Martín, justo a la vuelta de la mili, a mitad del 78. También me hice con la reedición del 82 del EP de Chapa de ambos grupos. Madrid empezaba a bullir y el ambiente que se respiraba era mucho más libre.
ResponderEliminar¡Joder!, esto promete mucho.
Saludos,
Bueno,lo de las cañas es una imagen, por entonces tanto en La Bobia como en sus alrededores había una gran variedad de opciones, legales o no. Y lo que importa es que, efectivamente, Madrid empezaba a bullir. Y España a continuación...
EliminarSaludos mil...
Iban por delante de todos los demás, por eso fueron tan necesarios.
ResponderEliminar¿Necesarios? nadie es necesario hasta que se los contempla en perspectiva histórica y por lo tanto no se ven otras alternativas
La historia de la Movida está trufads de falsas leyendas urbanas. Yo he ido en varias ocasiones a la Bobia en los 80 en domingo de Rastro, por el 82 y el 83 y nunca vi a Alaska aunque si que había algún que otro con peinado mohicano y con chupas de cuero. Solo vi una vez a Almodóvar por el RAS de Chueca. En La Vía Láctea solo estábamos los que íbamos a otmar las cañas, a lo mejor tenían un reservado. Ni siquiera era fácil de ver a Moncho Alpuente y su tertulia en Cervecería Manuela.
Con todo ésto quiero decirte que hay mucha mitología detrás y por repetitiva se hace cansina. Entiendo que aquellos padres de la alta burguesía madrileña quisieran que sus queridos hijitos se desfogasen después de acabar COU en el Liceo Francés o en el Colegio Alemán pero creo que se ha sobrevalorado un fenómeno gracioso caso de Kaka de Luxe al principio pero con exiguos resultados. Solo salvo a El Zurdo, todo lo que hizo era muy bueno aunque creo que lo de la Falange fue posterior a aquellos finales de los 80, lo demás era decorativismo para darle vidilla cultural a aquella Transición cutre copiando el modelo de The Factory del tramposo de Andy Warhol pero aquí no había un piarata como Malcolm McLaren.
Errata penúltima línea: Finales de los 70.
ResponderEliminar¿Perspectiva histórica..? Más de cuarenta años han pasado; suficientes, creo yo, para insistir: sí, necesarios. Y no, no había otras alternativas (y si las hubo no llegaron a nada).
EliminarLa Bobia en los 80 no es La Bobia en el 77 o 78, que es de la época que estoy hablando. Por supuesto que allá por el 82 u 83 ya era un punto más de la ruta turística "La Movida": evidentemente, Alaska y compañía ya no estaban allí.
¿Burguesía madrileña? Pues sí, claro, como lo fueron los padres de los Pekenikes, los Brincos y otros cuantos grupos de los que, supongo, deberíamos sentirnos orgullosos. Qué le vamos a hacer, la vida es muy injusta, y el que tiene más posibilidades y no es tonto lo aprovecha.
Me quedo más con el texto - tanto en lo formal como en el contenido, por pertenecer usted a aquella generación -que con el grupo. Entiendo que en aquel momento esto tuviese su punto refrescante, así que vayan mis respetos por delante, pero no me ha dicho nada, y menos la última canción. Seguramente los disfrutaría en un concierto, ayer, hoy o mañana, eso sí.
ResponderEliminarEn cuanto al moderneo madrileño, hoy abundan infinidad de grupos clónicos con mucho revival de aquellos años (de los que no tengo ni papa ni me interesan, aunque tengo un amigo muy en la onda que insiste en que escuche a tal o cual...). En lugar de producciones baratas, hay mucho autotune, y en lugar de un Madrid recién salido del franquismo, un Madrid donde la música se ha desligado por completo de las identidades urbanas, las calles de Malasaña y sus garitos. Es otra música y otro contexto. Creo que aquel Madrid que describes tan bien es ya irrepetible, independientemente de la calidad de los grupos que pululasen por él.
Kaka de Luxe eran un grupo pop (de hecho la Nueva Ola madrileña es básicamente la resurrección del pop), y por lo tanto es posible que a los rockeros no les diga nada. Pero podemos establecer paralelismos "icónicos" con pequeños grupos rockeros que empezaron igual, es decir, tocando malamente, con letras insustanciales y una escasa popularidad en su momento, pero con toda la vitalidad del mundo: los Sonics, por ejemplo. Pero claro, los Sonics son rockeros (o sea, bendecidos por la crítica "de categoría") y son yankis; Kaka de Luxe son poppies y de Madrid. Algún día habrá que revisar el concepto de "garaje", que por lo visto solo es aplicable a los rockeros buenos, que van al cielo.
EliminarEso sería interesante. Quiero recalcar que hablaba únicamente de cómo me han sonado a mi Kaka de Luxe, por mis gustos personales, o sea, terreno subjetivo. No les quito valor musical ni histórico. Aunque su nombre me sonaba, nunca les había oído, y ni siquiera sabía que Alaska venía de esa formación. Alaska no es lo mío... Pero es otra cantar.
EliminarSaludos!
Tampoco te creas que Alaska es lo mío: la mayor parte de su carrera posterior me sobra. Pero Kaka de Luxe, por su condición de pioneros, tienen un valor que va más allá de su repertorio; y por supuesto no es solamente Alaska, sino, como mínimo, también el Zurdo. Y podemos añadir a Berlanga, como dice Chafardero: al igual que en el caso de Alaska, su carrera posterior no es el asunto ahora.
EliminarSaludos mil...
Esa época no me pilló en Madrid, pero la viví de lejos. Compraba los discos oportunos, y leía el Disco Express. Me parece muy acertada esa comparación con la mezcla de Los Cheyenes y Micky y Los Tonys, aunque con menor destreza instrumental. Me gustaba esa “irreverencia y ganas de divertirse” que practicaba Kaka de Luxe. La frescura y el descaro no se los quita nadie. Y eso es algo que o se tiene o no se tiene.
ResponderEliminarSaludossssssssssssss
Sí, yo creo que aquel gamberrismo de Kaka de Luxe tenía algo que ver con los dos grupos esos y algún otro. El bendito gamberrismo. En fin, eran otros tiempos.
EliminarSaludos mil...