lunes, 28 de octubre de 2019

1975-80: la nueva España (XIV)


Barcelona. Aquí estamos. Desde finales de los años 60 hasta mediados de esta nueva década Cataluña fue la vanguardia del rock español, especialmente en su variante progresiva. No les valió de mucho porque justamente esa fue la época en la que reinaron los solistas, y la masa de aficionados modernos se entregó a las músicas extranjeras; pero aunque solo una minoría se enteró de su existencia fueron muy respetados (aunque nunca llegó a haber, ni en Cataluña ni en el resto del país, grupos de verdadera categoría). Curiosamente, la muerte de Franco dará un vuelco a la situación: los aires de libertad afectan a todas las clases sociales y dan plena vigencia a cualquier estilo, pero en Cataluña las artes -y sobre todo las actitudes- están "compartimentadas", por decirlo así. Esto, que a primera vista puede parecer extraño, lo explican algunos protagonistas de aquella época mucho mejor de lo que yo podría hacerlo... y por otra parte me van a dar el trabajo casi hecho.

Veamos primero cuál es la situación en 1975, el año en que comenzó la nueva España. Diego Manrique nos explica la diferencia de categoría que hubo entre el festival burgalés de la Cochambre y el primer Canet Rock, pocos días después: en Burgos hay un total descontrol sobre el sonido, una tortura de varias horas en las que casi no se distinguen unas canciones de otras, y como él dice "cuatro mil jóvenes se juntaron a pasar calor en una plaza de toros sin acondicionar. ¿Es esto el rock español? Esto es una pesadilla". Sin embargo... 

“… Canet era lo auténtico, estaba todo el hippismo de Cataluña y España, había una voluntad política con casetas burlándose de Fraga y de Franco y un grado de tolerancia tremendo. En la entrada había guardias civiles, pero dentro no. Podías fumar, follar, nadie te decía nada. El único gesto fue prohibir a Sisa. A mí me impresionó. Burgos no fue un llenazo, éramos una minoría asediada, y en Canet éramos una mayoría considerable…”

Sisa se había declarado ácrata tiempo antes.

Es evidente que la consideración del Poder hacia aquella comunidad ya era "cuidadosa" por entonces. Dicen ahora algunos catalanes patrióticos que el festival estuvo "terminantemente prohibido por la Dictadura", así que es de suponer que las cuarenta mil personas que asistieron a él eran transparentes y la policía no vio nada. Solo así tiene sentido el comentario de Manrique: los guardias civiles de la puerta estaban por si venía alguien. Por otra parte solo actuaron músicos catalanes, salvo una graciosa concesión a los andaluces Lole y Manuel y Gualberto: de Madrid, ni uno. En los años 76 y 77 volverá a pasar lo mismo, hasta que los organizadores ya no pueden ocultar la evidente decadencia del festival, cuyo número de asistentes cae a plomo, y en el 78 tratan de dar un giro "internacional" que termina por hundirlos. Hay una frase, no recuerdo de quién, que viene como anillo al dedo para explicar la dolencia que ha de aquejar al rock catalán: "Ese patriotismo burgués, que logró engañar a la izquierda nacional haciéndole creer que era parte de su lucha, marcará el futuro artístico de aquella zona". Y un hijo de la animadversión es el desprecio: tanto Manrique como Ordovás y otros cuantos que comenzaron ensalzando a los músicos catalanes, acaban reconociendo que "nuestro amor por Barcelona no era correspondido. Su desprecio por el rock madrileño era tremendo. Nos llamaban "mesetarios". 

Por supuesto, ese desprecio se complementa con un grupo de comentaristas catalanes afines a la causa que se dedican a endiosar a los suyos: las alabanzas de algunos de ellos al rock progresivo layetano, definiéndolo como "la música culta del futuro" rozan el ridículo. Nadie niega su buena formación técnica, e incluso algunas piezas son ocurrentes, afortunadas; pero sintiéndolo mucho hay una verdadera legión de aficionados que pensamos que aquello no daba para tanto. Y precisamente sobre ese endiosamiento del progresivo en general -que, no lo olvidemos, ya estaba pasando de moda en todas partes- hay una consideración muy curiosa de Jesús Ordovás. Él suele asociar los tipos de música con el origen social de cada uno, y constataba que el progresivo se nutría en buena parte de jóvenes universitarios que huían del rock tradicional considerándolo primario y embrutecedor, bronca para desahogo de la plebe (el pop ni se considera, claro), mientras que esta otra música era un elemento más en la formación de una cultura refinada: 

“No veas, nos salieron conceptuosos. Empezaron a abstraerse de tal manera que acabaron dando conciertos a la usanza decimonónica y nos salieron conceptistas, concertistas, universalistas, abstractos; y mira por dónde, eso empezó a ligar más que ser un cheli, un rocker o un buen macarra. Quieren montarse una cultura propia para poder decirle a sus padres que ellos también son profundos y tienen música tan complicada y sutil como la de los clásicos que vienen en las enciclopedias. Han caído en la trampa”. 

No cabe duda de que cada cual arrima el ascua a su sardina, y tal vez Ordovás exagere un poco; pero lo que no se puede negar es que en Barcelona las clases está muy marcadas, cada uno sabe cuál es su sitio. Sabino Méndez, el guitarrista de Loquillo, escritor y natural de Barcelona, lo sintetiza en pocas palabras pero muy bien elegidas: 

“En Madrid todos iban a los mismos locales, pero en Barcelona hay muy poca movilidad social: los pijos iban a un lugar, los del barrio a otro. Por eso aquí los locales son pequeños. En Madrid todos se peleaban, pero en el mismo local. Cada uno reivindica su papel en esa escena, como una obra de Shakespeare: tú tienes el papel de príncipe, yo el de bufón, pero todos en la misma escena. En Barcelona cada uno iba a un bar diferente, en consecuencia había escenas diferentes (aisladas unas de otras). Y entonces en Madrid la escena crece, porque todo el que quiere tener un papel va al Rock-Ola, a la Vía Láctea. Y eran peleas más frívolas, pero menos provincianas". 

Por otra parte la radio musical de vanguardia prácticamente no existe en Barcelona:

“La gran diferencia entre Madrid y Barcelona fue la radio. El programa más moderno en Barcelona, que era el de Pallardó, en Radio Juventud, era reaccionario para Madrid ya que no admitía el punk. Para la burguesía nacionalista catalana el punk era anatema. Cuando vieron el éxito del Diario Pop y los programas de Ordovás, hacia 1981-82, Pallardó intentó ponerse al día y pedir maquetas. En Madrid todos estaban mezclados y el acceso era muy rápido, mientras Barcelona era una sociedad muy burguesa con compartimentos estancos. En Madrid Gonzalo Garrido se iba una noche a un local, conocía a unos chavales y les pedía maquetas. Pallardó no iba a nuestros bares; en Madrid sí, te encontrabas a Ordovás en un bar. Cuando vemos la efervescencia que había en Madrid y lo que había en Barcelona, que había que hacer pasillo, nos cogimos un autobús y nos fuimos a los programas directamente. Les dabas la cinta y te la ponían".

En el sector "oficialista" hay dos nombres que son el soporte estratégico para ese mundillo: el veterano sello discográfico Edigsa (que ya había sido crucial en el desarrollo de la Nova Cançó) y la sala Zeleste, que abrió sus puertas en 1973, y en el 75 crea una división para grabaciones asociada generalmente a Edigsa, además de suministrar equipo a los grupos. Víctor Jou, el factótum de Zeleste, afirma que su intención era evitar la endogamia de la burguesía chic que había convertido a la sala Bocaccio en la Meca de la gauche divine a finales de los años 60, y que él trataba de crear un ambiente interclasista. Lo consiguió a medias: al igual que había pasado con Bocaccio, la mayor parte del personal acudía a su sala por ese ambiente antes que por la música (aunque en aquella época se contaron muchas milongas, lo cierto es que la mayor parte de las grabaciones de Zeleste vendieron lo justito para no dar pérdidas). En todo caso, con el apoyo de sello y sala, ese microcosmos se mantendrá muy activo casi hasta principios de los años 80, de los que no toca hablar ahora. 

Por último: hasta en esa época y esa zona geográfica hay también rock de la calle, de la barriada, aunque escaso y dependiendo únicamente de sí mismo; los representantes más recordados estarán también aquí. Pero antes de que nos visiten los oficialistas y los outsiders, ya saben ustedes que es norma en este local comenzar por los veteranos... 


Nota al margen: los comentarios de D.A. Manrique, J. Ordovás y S. Méndez que se extractan aquí están tomados de "Rockeros insurgentes, modernos complacientes: un análisis sociológico del rock en la Transición (1975-1985)". Madrid, Fundación SGAE, 2017. Está escrito por Fernán Del Val Ripollés, y basado en su tesis doctoral de 2014. Esos comentarios forman parte de entrevistas personales hechas por él a dichos señores.


17 comentarios:

  1. No sabía casi nada de esto. Muy interesante, y muy buena la descripción de la escena de Barcelona en los setenta, entre usted y los señores Manrique, Ordovás y Méndez. Es curioso cómo la idiosincrasia de cada territorio, ciudad, etc, perfilan asimismo su arte y su música. Por otro lado, es inevitable establecer paralelismos con la actualidad, en cuanto a los vende patrias.
    Imagino que pasarán por aquí Lonestar, Serrat y... ahora mismo no me vienen muchos más, desconozco bastante.
    Aprovecho para preguntarle por un grupo que, aunque es un poco posterior (primeros años ochenta) no sé si pasará por aquí: 'Desechables'. Ya sabe usted que uno de mis grupos de cabecera adolescentes fueron mis vecinos 'Eskorbuto', aún años después de haber muerto. Pues 'Desechables' representaba algo de aquel nihilismo y oscuridad desde el punk, y con la señorita Tere por medio.

    Un saludo.

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    1. Hola, Raúl. Estoy saliendo de un gripazo muy gordo y no tengo muchas ganas de enrrollarme, pero para resumir:

      Los paralelismos con la actualidad existen y existieron siempre: la Companyia Electrica Dharma sigue participando entusiásticamente en todo cuanto sarao haya de exaltación patriótica e independista. Y allá por los 90/00 surgió el "Rock catalá", o sea, un intento de bajar el nivel del jazz rock al rock a secas pero en patriótico. Otro coñazo.

      Lone Star, Serrat y... están donde tienen que estar. Esos nombres y otros muchos surgieron en los años 60, así que recure al buscador de la columna izquierda: tanto unos como el otro visitaron varias veces este local.

      Así que la Tere, ¿eh? Menudo pinta estás tú hecho. Los Desechables son un grupo de los años 80, así que no serán citados añora. Por otra parte son bastante oscuros, una especie de Parálisis Permanente pero sin tanto magnetismo; yo creo que con una breve cita bastará.

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    2. No conocía eso del Rock català, aunque todo ello me cuadra (el caso vasco sí lo conozco de primera mano). Meter un poco las narices en ese contexto catalàn, más allá de lo musical, es lo que más me interesa de esta pequeña serie de entradas que nos vas a traer.

      Y muy de acuerdo con tu apreciación de Desechables. Quizás podría decirse que destacaron más por motivos extra-musicales, alguna de sus letras, temas oscuros y puesta en escena con vocalista femenina. No soportan ni de lejos una comparación con Parálisis Permanente, cuya música, guste más o menos, sí ha trascendido. Puedes escuchar hoy ''Tengo un pasajero'' y envolverte todavía en su atmósfera, pero ''El asesino'', pese a lo llamativo en su época, queda lejos de haber trascendido.

      Cuídese esa gripe. Un saludo.

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  2. Creo que a toro pasado se puede hacer un balance de aquello y como han triunfado los de un sector sobre los otros parece que estos han fracasado. Si un movimiento cultural se estanca y se amanera se tiende a pensar mal de él si al lado hay otro más pujante.
    Una cosa que aprendí en la mili a principios de los 80 conviviendo en Madrid con cientos de catalanes es que la división entre charnegos y catalanes era muy profunda, de hecho casi ni se relacionaban entre ellos y tenían fenómenos culturales diferentes. Los de la gauche divine, los de Zeleste y rock layetano procedían de sectores burgueses e ilustrados autóctonos con sus propios rincones en el Born y en el Barrio Gótico de Barcelona. Los otros eran de extrarradio, de la Barceloneta o del Barrio Chino de las ciudades dormitorios y de origen andaluz o gitano. Entre estos últimos triunfó la rumba catalana, la salsa de Gato Pérez y la Orquesta Platería, el rockabilly de Los Rebeldes y el punk de la Banda Trapera del Río. Hubo poco mestizaje pero se siguió manteniendo las diferencias hasta hoy mismo. Rosalía no tendría sentido en el lado layetano de la calle.
    Salut

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    1. La banda trapera del río! Ya había olvidado a este grupo... Es verdad, no sé para qué menciono a Desechables si fueron más importantes los otros.
      Hace siglos que no escucho ni a uno ni a otros, en cualquier caso.

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    2. El problema es que el progresivo layetano era demasiado pretencioso, y por eso se estancó pronto. Que por cierto, ni en la propia Cataluña llegaron a vender tanto como presumían. Y sí, la diferencia entre catalanes de pata negra e inmigrantes está muy marcada. En Madrid en cambio nadie te pregunta de dónde eres.

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    3. La Banda Trapera del Río, sí señor: a ellos precisamente me refiero con es última cita al rock de la calle. Ellos sí saldrán aquí.

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  3. De momento aporto la charla de Sisa en La Térmica, Málaga, de hace unos días. Por si a alguien le interesa. Con otra presentadora quizá habría tenido más jugo la cosa, en mi opinión, pero en fin.

    https://www.youtube.com/watch?v=nYr0v7skbdc

    Es un poco larga, pero se puede ver en pequeñas sesiones.

    Saludosssssss

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    1. Gracias por el vídeo, Bab: estoy en situación de griposo saliente, y me he papado la entrevista completa porque no tenía ganas de hacer nada. Está bien, aunque efectivamente la chica es un poco sosa. Lo que dice sobre Barcelona es lo que se ha dicho siempre, que una cosa es esa ciudad y otra cosa es Cataluña. En fin...

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  4. Pues con lo poco que me gusta el rock estreñido me aburriré un poco en los próximos artículos. Ahora con el procés igual se vuelve a poner de moda semejante truño.

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  5. Bueno, de entrantes tienes a Pau Riba y a Sisa. De progresivo layetano solo meteré a dos o tres, así que no te haré sufrir mucho.

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  6. Hola:
    Siempre digo lo mismo, pero es que es cierto que a este blog se viene a aprender. Después de leer esta entrada me han quedado claras muchas cosas que antes ignoraba.
    Pues de momento, nada más. Gracias por informar, y hasta el próximo capitulo.

    Un saludo.

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    1. Hala. Tampoco hay que ponerse en plan "docente", estimado Antoni. Son simples batallitas de abuelo Cebolleta, aunque por supuesto estoy muy contento de que a alguien pueda interesarle. Y agracdecido por el agradecimiento...

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  7. Me viene ahora a la cabeza un masivo festival al que asistí en la Autónoma de Madrid, el "Festival de los Pueblos Ibéricos" o algo así (Tuve un Ajoblanco en el que daba cuenta entusiasta del evento). Fue en el año 76 y me recuerda el ambiente que mencionas en Canet. Rodeado de grises, hasta sobrevolaba un helicóptero, la basca iba totalmente a su bola, banderas de todas las nacionalidades (hasta del Frente Polisario), gritos de "coca-cola asesina, trinaranjus al poder", se pasaban algunos canutos, Labordeta cantando el "habrá un día en que todos al levantar la vista, veremos una tierra que ponga libertad...". Al final, desde el escenario, nos convocaron a una manifestación en el centro de la ciudad para protestar por los muy recientes sucesos de Montejurra. Fue un festival más en la onda folk (¡horror!, llegaron a actuar Ana Belén y el asturianu...)
    De las bandas progres catalanas vimos los conciertos de la Mirasol, la Dharma también apareció por la discoteca M&M.
    La Barcelona de entonces siempre dio mucho juego musical, Sisa (mi preferido), Llach, Pau Riba, Tapimán, Maquina!, Pan y Regaliz, Iceberg (mi banda prog preferida)... La mejor prensa escrita musical, al igual que ocurre ahora, se hacía allí (Vibraciones). Y sí, has definido muy bien la diferencia entre Barna y Madrid, mucho más clasista la primera, más abierta la segunda.
    Saludos,

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  8. Hola, Javier. Esa otra cara que citas tú, la del folk "concienciado", por decirlo así, fue también muy notoria en esos años de transición. No duró mucho aquella fiebre reivindicativa (y un tanto patriotera, todo hay que decirlo), pero tuvo su importancia.

    De los músicos que citas, los correspondientes al primer quinquenio de los 70 ya han salido casi todos aquí, aparte de que Sisa y Riba vuelven ahora, como no podía ser menos. Lo de la mejor prensa musical, efectivamente, comenzó a asentarse a finales de los 70: Vibraciones en esa época y años después Ruta 66, por decir una...

    Saludos mil...

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  9. Hola Rick.
    Tarde como ya empieza a ser habitual, al clásico Madrid-Barcelona, tuve ocasión de vivirlos bastante de cerca, en la primera parte de la década era un forofo del Pop-Llardó que le lamaban y luego tuve un breve pero intenso paso por Madrid.
    Las diferencias abismales, parecían paises diferentes, mientras que los catalanes hacían música "culta" y querían pasar como "músicos de verdad", en Madrid, estaban ya para pasarselo bien y dejarse de hostias.
    Así que en cataluña, salieron unos grupos de lo mas tostones y en Madrid de lo mas divertidos.
    Pero en ambos sitios hubo buenas excepciones, que supongo son las que intentarás retratar aquí.
    Espero no sea muy dura la visita a Cataluña.
    Saludotes
    Jose

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    1. Hola, José. A mí me pasó algo parecido, los primeros años de esta década estaba claro que los grupos catalanes iban por delante del resto del país, pero a finales habían quedado desfasados. Luego ya a partir de los 80/90 resulta difícil discernir si un grupo es madrileño, catalán o de Cuenca, porque la oferta se uniformiza mucho.

      Pero sí: los 70/80 son claramente madrileños, por estilo y por actitud.

      Saludos mil...

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