Tras la visita de Errobi e Itoiz, los dos grupos de rock progresivo más longevos y populares del País Vasco, hoy le toca el turno a algunos de los que figuran como "menores", aunque tal consideración suele deberse a su corta historia o discografía antes que a su verdadera calidad. Y sobre el asunto este de la calidad, insisto: allí había un nivel realmente notable, como mínimo a la altura de los tres polos principales en España por entonces, aunque su pequeña industria discográfica, junto con el desconocimiento -o el desinterés- de los sellos nacionales hicieron que todo aquel mundillo resultase casi un arcano para iniciados. Menos mal que desde finales del siglo pasado la atonía reinante en el negocio musical hizo que algunos sellos nuevos se lanzaran a la búsqueda de las joyas perdidas en cualquier lugar del mapa, porque el olvido definitivo de estos grupos hubiese sido una dramática injusticia. Así que vamos allá:
Los guipuzcoanos Koska son tan veteranos como Errobi, ya que dos de sus miembros habían comenzado, muy jóvenes, a finales de los años 60 en un grupillo llamado Expresión Sonora, dedicado a hacer versiones en castellano de modo autodidacta y actuando en algunas fiestas. Sus influencias son claramente rockeras, desde la invasión británica a Mayall, Hendrix o Pink Floyd, y con ese bagaje crean el nuevo grupo sobre 1974 decididos además a utilizar el euskera en sus creaciones (sus letras son bastante combativas en comparación con la mayoría de los grupos de esa época). A partir de ese momento las voces principales son las del guitarra rítmica Txera Gurruchaga y el bajista Alfonso Guilló; el solista es Gabi Aguiregomezkorta, Luis "Mitxi" Diego toca la acústica, en la batería está Endika Iriondo y a las teclas Natxo Gárate. Con su nuevo nombre y reforzando su orientación rockera (de hecho han sido citados como referencia incluso por los propios Errobi), su popularidad crece; el sello Iz los ficha y los envía a Madrid para grabar en verano del 76 su primer disco, de título homónimo. Y curiosamente parece notarse una cierta similitud de planteamientos con algunos grupos de rock urbano madrileño; incluso por momentos pueden llegar a recordar a unos Asfalto de sus primeros tiempos.
El grupo tuvo una buena época de actuaciones por el País Vasco (frecuentemente compartiendo cartel con Errobi). Su segundo disco llegó dos años después, a finales de 1978, a través de Xoxoa; se titula "Bihozkadak", y el estilo se hace más denso, más cercano al progresivo de los primeros años 70. Dejan claro que el hard rock y sus maestros de los primeros años han sido sustituidos por las tendencias isleñas más "intelectualizadas"; y no se puede negar que es un buen disco (de nuevo a la altura de catalanes o andaluces), pero por desgracia, como pasaba con la mayoría de sus contemporáneos, estaban nadando contra corriente: si lo escuchamos ahora, al margen de cualquier tipo de modas reinantes, nos admira la gran calidad y el esfuerzo que significa una obra de este tipo, pero en aquel momento la masa de aficionados comenzaba a buscar músicas más inmediatas, sin tanta experimentación (por no hablar de que en la Isla ese estilo había desaparecido prácticamente cinco años antes. Esa falta de conexión entre la actualidad británica y la nacional resulta casi inexplicable). En cualquier caso no tardaron en abandonar la pelea: se mantuvieron por un tiempo volviendo preferentemente al circuito de las fiestas, hasta su desaparición en los años 80.
Haizea, nacidos a mediados de la década, podrían considerarse como un cruce entre Fairport Convention y Pentangle: con esa comparación ya se pueden ustedes imaginar que estamos ante un exquisito grupo de folk acústico/eléctrico en el que por supuesto destacan las voces. Esas voces son las de Amaia Zubiria, una leyenda de la música vasca con el paso de los años, y Txomin Artola, que además toca la guitarra acústica; la carrera posterior de este último fue itinerante, ya que la compagina con otras aficiones. Es Artola (fan de Simon & Garfunkel entre otros) quien crea el grupo; el guitarrista principal será Xabier Lasa, que además toca la flauta; Gabriel Fernández Barrena domina el bajo y contrabajo; de la batería y todo tipo de percusiones se encarga Carlos Busto. Su primer disco, homónimo, lo publica en 1977 Herri Gogoa, un sello de San Sebastián especializado en este tipo de músicas con esa portada tan de allí, tan folkie al mismo tiempo, y el boca a boca lo convierte en un clásico muy rápidamente: esa sucesión de perlas en las que se alternan o se complementan las voces de una y otro, sin un claro influjo de un lugar determinado o una época concreta, lo hacen inmune al tiempo y al espacio.
Tras la situación de privilegio que viven a la sombra de aquel disco, Haizea fichan por Xoxoa y publican el segundo en 1979 con el título de "Hontz gaua". Estamos ante otra de las más altas cumbres de la música popular vasca, desde su apertura con la emocionante "Anderea" hasta el cierre con la pieza que da título al disco, un largo desarrollo en el que se alternan varios estilos, comenzando con un canto coral y luego un viaje entre psicodelia y progresivo que puede recordar a los Floyd entre otros -y a los que no tiene nada que envidiar, por cierto. En comparación con el anterior, este es un disco muy sofisticado en el que el folk es solo uno de los muchos aromas que lo impregna. Así que, al menos en lo relativo a su "internacionalidad", no hay duda de que lo han vuelto a conseguir por otros medios: "Hontz gaua" está considerado como una de las joyas del folk progresivo psicodélico europeo, así, a lo grande. Sin embargo, como ya estamos viendo que le pasó a los demás, esa valoración llegará años después, porque en aquel momento ya no alcanzó la popularidad que habían tenido con el primero. La marcha de Artola y poco después de Zubiria (grabarán algunos discos como dúo a partir de entonces) acaba con el grupo a principios de la década de los 80.
La admiración por el folk eléctrico isleño tiene varios ejemplos más en el País Vasco: de escuela parecida a Haizea, aunque más cercanos al folk tradicional, tenemos a Izukaitz, también con dos discos (uno en el 78 y otro en el 80). Como es casi obligatorio en este estilo, destaca la voz agraciada de una señorita: Odile Kruzeta, que además es multinstrumentista; las otras dos voces son la del guitarrista Vicente Martinez y Fran Lasuen, que además de violín hace percusiones; el bajo suele ser Pototo Aramburu. No hay grandes diferencias entre sus dos discos, aunque el segundo tiene más carga eléctrica y rítmica; por momentos se acercan al ritmo de unos Steeleye Span antes que a la Fairport, y además las voces pierden protagonismo en favor de los desarrollos instrumentales. En cualquier caso los dos están a mucha altura, así que tan recomendable es uno como el otro.
En una escala intermedia entre Itoiz y Koska se podría citar a Enbor. Aunque tal vez no tengan la altura creativa de aquellos dos grupos su primer disco, del 79, mantiene muy bien el equilibrio entre folk rock y progresivo; les gusta el canto a coro, y su melancólica estructura musical, entre rockera y ensoñadora, es muy agradable. Y luego, a mi modo de ver, caen en el mismo error que la mayoría de sus compatriotas publicando en 1980 una segunda obra más trabajada, mucho más densa y cercana por momentos al jazz rock, que ya no cuadra con ese tiempo. Sin embargo también reitero que si lo escuchamos ahora que ya da todo igual, gana mucho. Sus discos, como casi todos los anteriores, se rescataron hace unos años y no resulta muy difícil dar con ellos.
Por último, creo que es de justicia hacer una pequeña mención al menos a otros tres grupos fugaces pero también interesantes. Sakre, cuyo único disco se publica en el 79, es un buen ejercicio de progresivo con cadencias sinfónicas y pequeños momentos folclóricos; podría haberse vendido perfectamente en los ambientes mediterráneos. Ese mismo año llega el de Lisker, otro grupo de tendencias progresivas, en este caso más cercanos al hard rock e incluso con ramalazos heavy que podrían atraer a los fans del rock urbano madrileño; aunque su producción discográfica termina ahí, durante muchos años se mantuvieron como banda para fiestas. Por último, una perla de esas que nos hace babear a los fans del electric folk: un año antes la cantante Itziar Eguileor se había rodeado de un grupo de músicos con los que publicó un único disco a su nombre; aunque esa voz mágica es la protagonista principal, hay otras dos masculinas. En aquella época paso bastante desapercibido (y de Itziar no supimos nada más salvo por una intervención en el "Ezekiel" de Itoiz), pero ahora es objeto de loas en algunas publicaciones guiris, que lo comparan directamente con isleños de calibre Fairport o Trees. Más no se puede pedir.
Aspaldiko! Cuanto tiempo, que diríamos por aquí, sin oír estos grupos. Vaya curro de has dado para recuperarlos. Koska no los recuerdo, Haizea sí. Como bien dices, su primer disco es de los mejores de aquella época y aguanta el paso del tiempo sin inmutarse, tiene una belleza serena y sencilla que entronca con la mejor música popular. El segundo se abría con Anderea, otro tema de cabecera para mí, dulzura hecha canción, pero el resto del disco era muy raro para mi gusto. Hace mucho que no lo escucho, y si dices que es una joya psicodélica pues será verdad.
ResponderEliminarIzukaitz los recuerdo como muy folk, hasta el punto de que tocaban alguna trikitrixa, que me cargan bastante. Tuve el disco de Itziar en su momento y para mí no había por donde cogerlo, pero si los expertos dicen que era la repera pues bien. Y a Lisker los recuerdo de su época verbenera, nada que ver con su disco.
Tiene su ironía que todos estos, junto a Errobi e Itoiz, acaben en un artículo titulado la nueva España. En fin, viejos recuerdos de Euskal gazteria ginenean (de cuando éramos la juventud vasca)
Muy buenas, mister Chafardero. Me alegro que dos vascos de pro, como tú y Raúl, os hayáis metido en vuestro particular túnel del tiempo. Creo que el rock vasco de esa ápoca es de verdadera categoría, así que me alegro doblemente.
EliminarTambién me alegro que coincidamos en Haizea, que para mí es de lo mejorcito que hubo en esa zona. Junto a Itoiz son mis dos preferidos, aunque en general casi todos estos grupos me parecen de lo más exportable.
En fin, ahora a terminar el viaje...
Todos son grupos completamente desconocidos con lo cual mis referencias son los audios que has puesto y veo buen nivel musical, cercano como comentas al rock urbano de Madrid y demás. Hay que reconocer que el vasco o euskera nos es el idioma más fácil para las exaltaciones líricas del pop/rock con esas palabras tan largas pero bueno si se ha podido con el alemán no veo problema con este idioma.
ResponderEliminarInsisto en que, aun aceptando que el euskera no es precisamente un idioma asequible, yo sigo pensando que lo más grave fue el absoluto ninguneo que hubo por parte del mercado nacional. O que los sellos vascos no supieron buscar distribución, que también es posible. En fin, una pena. Si en vez de tanto grupo catalán o andaluz clónicos (que hubo unos cuantos) hubiese habido al menos dos o tres vascos con un mínimo de apoyo, el panorama hubiese sido mucho más interesante.
EliminarSi Itoiz, Errobi y Haizea fueron algo conocidos en Madrid (y en ambientes muy restringidos y gracias a algunas reediciones posteriores, lo que viene a demostrar que no lo fueron tanto en el momento de sus grabaciones originales,) el resto de los grupos que mencionas no tuvieron prácticamente ninguna resonancia por aquí. Por aquellos años lo único vasco que me sonaba era Ruper Ordorika y Mocedades, además de Luis Mariano. Estoy de acuerdo, es una realidad incontestable que lo complicado del euskera limitó mucho la aceptación general de la música de los grupos de allí y, aunque tampoco fuéramos precisamente unos políglotas por entonces, el idioma catalán, por ejemplo, bastante más asequible en su fonética y con claras raíces latinas, hizo que, sin saberlo hablar (salvo en la intimidad del Aznar) muchos de los artistas y grupos catalanes tuvieran por aquí mucha mayor aceptación.
ResponderEliminarBien está, de todas maneras, recordarlos.
Saludos,
Saludos,
Sí, lo único que llegó a escucharse -relativamente- fuera del País Vasco fue su vertiente más folkie, como Ordorika u Oskorri (Mocedades o Mariano son otro sector del negocio, que no nos afecta). Pero ese hecho afirma mi teoría: solo ese tipo de gente tuvo una cierta distribución, y se les conocía relativamente a a pesar de ser justo lo más "denso" del espíritu vasco. ¿Qué habría pasado entonces si los grupos progresivos -o sea, los más "internacionalizados"- hubiesen tenido alguna oportunidad?
EliminarSaludos mil...
No conocía a ninguna de estas formaciones. De las últimas canciones que has dejado, la penúltima (Lisker) tiene una instrumentación muy colorista, así que me los apunto.
ResponderEliminarKoska es verdad que ofrece la vertiente más rockera de la selección; tiene algunas canciones que me han gustado en una primera escucha, pero otras me han dicho poco en un primerísimo contacto.
Haizea pintan bien, por lo que he podido escuchar.
Y no comento más, pero tomo nota.
Al hilo... Como algunas de estas bandas tienen alta carga folkie, aprovecho para recomendar aquí a Mikel Laboa, que estoy seguro conocerás en mayor o menor grado. No es de la cuerda de esta serie de entradas, porque es un cantautor más tradicional, una suerte de Paco Ibáñez vasco. Laboa tiene canciones publicadas en los 70's que me ponen los pelos de punta ('Txoria txori', 'Izarren hautsa'...); en Euskadi son ampliamente conocidas.
https://www.youtube.com/watch?v=jpF2a5qyPDY
Hola, Raúl. Ya veo que tu querencia rockera te lleva hacia los más eléctricos (Enbor y Sakre son los otros dos de esa cuerda, aunque más progresivos). En el otro bando, ciertamente Haizea son los de más nivel.
ResponderEliminarLaboa es el patriarca, y sobre eso hay poco que añadir. No hay mucha similitud con Paco Ibáñez, aunque tenga un cierto aire, pero bueno, vale como referencia. Por desgracia aquí sí que claramente el idioma es una barrera: si la esencia es la poesía y los arreglos musicales son los justos, o tienes la creatividad melódica de un Dylan o tu estilo queda circunscrito a los de tu idioma.
Como siempre, si no encuentras alguno de los grupos de esta entrada, avisa...
Saludos mil...
EliminarLa comparación es bastante desafortunada, sí. Son dos cantautores muy distintos, pero tú me has entendido... De Laboa en realidad conozco lo justo, pero tiene unas cuantas canciones que me encantan, como las dos mencionadas antes; fue es un patriarca, como dices, que creó letras bastante influyentes. La calidad de Paco Ibáñez está en ser un magnífico intérprete de poesía, cosa que no le hace inferior ni superior al otro per se.
Pero volviendo a los grupos que nos ocupan, en cuanto al idioma, tema que leo en tantos comentarios, suscribo tu opinión de que el euskera no tiene porqué ser una barrera tan importante. Por si consuela a alguien, sé de buena tinta que ha habido algún grupo que, habiendo decidido optar por el euskera, tuvieron que estudiarlo para poder componer en dicho idioma (léase, por ejemplo, Zarama). Los guiputxis son otro cantar, y por eso no es raro que la mayor parte de bandas que nos has dejado aquí viniesen de Guipúzcoa, en muchos de cuyos pueblos la lengua materna era el euskera, a pesar del franquismo. Creo que el dialecto vizcaíno ha sobrevivido un poco peor al Batúa, aunque ya hace mucho que aparecieron unas pocas bandas de pueblo (como Gatibu, de los anteriores Exkixu) que optaron por cantar en su vizcaíno materno. En fin, largo tema este de la lengua... Yo, que vengo de la margen izquierda del Nervión, no sé euskera, y tan solo lo chapurreo un poco, con muy poco nivel real, qué se le va a hacer...
Gracias de nuevo por tu subida de álbumes a Mediafire, pero de momento voy a empaparme bien de los de Itoiz.
Quizá, aunque te pueda parecer extraño, haya cierto parecido entre Laboa y Aute, pero está claro que los personajes de ese calibre están al margen de comparaciones.
ResponderEliminarLo del idioma ya digo, cuando éramos chavalitos y no teníamos ni puñetera idea de inglés nos daba igual: aquí triunfó Dylan lo mismo que en cualquier otro sitio, por poner un ejemplo de "cantautor", sin necesidad de citar grupos de rock. Tal vez haya una cierta carga "negativa" que viene dada por el asunto político, eso sí puede ser, pero lo otro no se sostiene como argumento por mucho que digan.
Suerte con Itoiz....
Aquí estamos, estudiando esta lección que se me escapó en su momento. Y no es cuestión política, ni mucho menos. Con el vasco, en música, me pasa igual que con el griego (los discos publicados por Jose en Tommentón de la Cuadra), me cuesta entrar en esa musicalidad tan extraña para mí, Pero al final entra.
ResponderEliminarSeguiremos repasando. Gracias por la información tan amena. Así da gusto estudiar.
Saludosssssssssssss
Muy buenas, Bab. Es cierto que algunas armonías del folklore vasco pueden parecer un tanto extrañas, y cuando se pasan al rock a veces quedan bien y otras regular; en ese sentido está muy bien traído el asunto de los griegos, que también son un poco raritos para nuestros criterios. Pero esa variedad también tiene su gracia: ¡quién nos iba a decir a nosotros, de pequeños, que nos iba a gustar tanto la música negra, por ejemplo!
EliminarEstudia, estudia, que estás en la edad...