lunes, 30 de noviembre de 2020

1980-81 (XIX)

A veces da la impresión de que aquella vuelta al pasado que comenzó a finales de los años 70 fue privilegio exclusivo de los mods y la música negra, pero no es así: también los rockers, los teddy boys, tuvieron su protagonismo aunque, al menos en los primeros momentos, fue bastante débil y hasta cierto punto "acomplejado" por el dominio aplastante del otro bando, tanto en la prensa como en los locales de baile. Por otra parte, hay una serie de prejuicios que siguen vigentes en ese momento: la historia del antagonismo entre mods y rockers, por lo general contada desde la perspectiva de los primeros, atribuye a los otros un carácter montuno, producto de unas mentes estrechas e ignorantes, además de estar pasados de moda. Para los mods y la prensa afín, los rockers son sujetos de pelo grasiento que a duras penas saben leer y escribir, y que son incapaces de ir más allá de las cancioncillas rancias del rockabilly con sus ídolos acartonados: Eddie Cochran, Gene Vincent, ese tipo de elementos (la propia palabra "rockabilly" había nacido en los States como un insulto hacia los rockeros del sur del país: un rockabilly es un hillbilly -es decir, un montañés- aficionado a esa música). Y esa situación no se equilibró hasta que un día, de buenas a primeras, se planta en la Isla un trío de músicos yanquis al que un colega les ha contado algo sobre un revival allí (tal vez por los ecos de algunas bandas surgidas años antes, en la época del glam, el relativo éxito de los Matchbox y poco más). Ese trío son, evidentemente, los Stray Cats; y, al igual que Hendrix, fue en la Isla donde cimentaron su carrera.

Brian Setzer (voz y guitarra), Leon Drucker (Lee Rocker para la posteridad: contrabajo) y James McDonnell (Slim Jim Phantom a partir de ahora; es el batería) son tres muchachos de Long Island que tienen una preparación musical bastante notable. En concreto, Setzer y McDonnell comenzaron practicando música de jazz, mientras que Drucker tiene formación clásica por su padre, clarinetista en la Filarmónica de Nueva York. O sea, que paletos no son. A mediados del 79, con veinte años, Setzer se había pasado al rockabilly y junto a su hermano tocaba en una banda llamada Tomcats -otro nombre clásico para ese tipo de música- hasta que conoce a los otros dos y deciden crear un nuevo grupo: los Stray Cats. Durante ese período cambiaban de nombre con frecuencia para poder tocar de nuevo en locales donde ya lo habían hecho, pero casi siempre el "Cats" seguía presente para que los posibles fans del grupo los reconociesen (era una táctica muy frecuente tanto en los States como en la Isla). Para entonces ya tenían un aspecto que demostraba claramente cuál era su estilo; y eso es un arma de doble filo, porque según el tiempo y el lugar donde uno esté puede beneficiarle o no. Y parece evidente que el estado de Nueva York no es buen sitio para ellos, que sobreviven a duras penas tocando en el CBGB junto a otros compañeros de fatigas como Robert Gordon, hasta que poco después, enardecidos por un amigo que les habla maravillas sobre la Isla y la nueva afición por las músicas "vintage" que se vive allí, deciden ir a ver qué pasa.

Llegaron en el verano de 1980, y a pesar de que el revival era en realidad un pastel cuya mayor parte se llevaban los estilos negros -o tal vez por eso mismo- no les costó mucho destacar. Por puro contraste, sus magníficos tupés, junto a su vestimenta, resultaban lo más rompedor del momento; pero además de su profundo conocimiento del género eran unos músicos de categoría, y pronto comenzaron a  demostrarlo en las primeras actuaciones que consiguieron en Londres. Por otra parte se sentían a gusto en el ambiente punk de la época, y era fácil verlos en las actuaciones de los Clash o Siouxsie, por ejemplo. Del mismo modo, en las suyas comenzaron a verse algunas divinidades isleñas como los Stones o los Who (junto a los mismos Clash o los Pistols), y no tardan en tener ofertas para grabar: Dave Edmunds, uno de los mayores defensores de esos ritmos en la Isla, los ficha para Arista y se convierte en su productor. Antes de que termine el año ya los tiene grabando su primer Lp. que se publica en Febrero del 81 con título homónimo y en el que se demuestra la brillantez de su ejecución y el acierto de tener a Edmunds al mando, aunque compartiendo la dirección con el trío: el sonido es muy parecido al que utiliza en sus propios discos, con un eco de local pequeño, y tanto las cuerdas como la percusión suenan sin mucho artificio, directos, al estilo de los viejos estudios (hay un vago aroma a Sun Records, por ejemplo). Pero la cosa no es tan simple, porque recrear el estilo de los años 50, sin más, no tendría sentido. A medida que van sonando las canciones se nota la época en la que viven, y el mejor ejemplo es comparar la versión del "Jeannie Jeannie Jeannie" que había hecho su adorado Cochran casi treinta años antes con la que hacen ellos: el piano ya no está, y en su lugar tanto los instrumentos como la voz suenan enérgicos, casi agresivos, muy en la onda post punk que se vive en la Isla (aunque tal vez resulta un poco más contenida la que hacen de "Double talkin' baby" de Vincent). La evidencia es mayor en piezas propias como "Storm the embassy", donde ya directamente queda claro que no es solo la época sino también el país: esa canción la podrían haber hecho varios grupos isleños del momento, sin relación con el rock and roll tradicional. Curiosamente, al igual que las grupos revival del "otro bando", también ellos utilizan la táctica de los dos públicos: las piezas más clásicas como "Rock this town" o "Runaway boys" son las que se eligen para los singles. Y tanto el Lp como los singles habitan cómodamente en el top 10. Por entonces en Estados Unidos no se publicó ni una sola canción, señal de que habían hecho bien en venir aquí.



Poco después los Stones se los llevan como teloneros en su nueva gira estadounidense, lo que constituye una magnífica carta de presentación del trío ante sus compatriotas; sin embargo, de momento su discografía allí sigue en blanco. Y antes de que termine el año 81 se publica "Gonna ball", el segundo Lp, que marca el inicio de su decadencia en la Isla. Si se escucha este disco en serio resulta difícil entender por qué no pasó del top 50, pero hay circunstancias que pueden explicarlo en parte. Para empezar, la producción impecable de Edmunds en el primer disco se sustituye ahora por el propio grupo ayudado por el ingeniero de sonido Hein Hoven, que hasta ese momento no había ejercido como productor: da la sensación de que Arista quiere recortar gastos. Tampoco parece muy afortunada la idea de abandonar Londres para ir a grabar el disco a Jamaica: ¿era más barato? ¿Quería Arista que se contagiasen del espíritu reggae? Y para redondear la tormenta perfecta está la prensa musical; que si ya los tenía enfilados por ser unos yanquis nostálgicos de la América profunda o algo así, ahora no les perdona que intenten salirse -a medias- del cliché al que se supone que pertenecen. Pero dejando todas estas consideraciones aparte, el disco, sin llegar a la altura del primero, mereció mejor suerte. El arranque es muy clásico, con una respetuosa actualización del "Your baby blue eyes" de Burnette, para seguir luego con "Little Miss Prissy", una pieza propia que fusiona muy bien el espíritu del rock and roll tradicional con un lucimiento de guitarra de estilo casi de los 70. Hay momentos jazzy que tal vez no hayan sido muy del gusto de los fans más ortodoxos, como "(She'll stay just) One more day" o baladas "demasiado" elegantes como "Lonely summer nights", e incluso algún acercamiento al blues -"You don't believe me"- y en conjunto tal vez el problema sea ese: los Cats están madurando y la mayor parte de las canciones se inspiran en más de una escuela. Por supuesto, hoy en día se le valora casi como se merece.




A pesar de las ventas decepcionantes del aquel segundo disco, en Estados Unidos ya comenzaba a haber un buen puñado de fans que estaba comprando los dos a través de la importación, y la gira con los Stones los había reforzado. En consecuencia, la EMI yanki publica en Junio del 82 una recopilación de los dos discos británicos al mismo tiempo que vuelven de gira allí, esta vez como estrellas. Poco después, dolidos con la prensa y el público isleño, abandonan las brumas para recuperar la residencia en su país, donde ya están ascendiendo como la espuma en términos de popularidad. En verano del 83 habrá nuevo disco (grabado en Londres y con Edmunds), bastante acomodaticio salvo por dos o tres canciones: en la Isla no llegan al top 50, en los States alcanzan el 15. Poco después Setzer, cansado, anuncia la disolución del grupo, que por supuesto vivirá más de una resurrección a partir de entonces. Pero lo que cuenta, además de aquel brillante comienzo, es el influjo que han ejercido en muchos músicos y aficionados de todo el mundo, restableciendo la dignidad de un estilo que tiene tanto derecho como cualquier otro a seguir presente en el recuerdo.


12 comentarios:

  1. Creo que Cochran fue uno de los que plantó la simiente rockabilly en las Islas donde era muy popular. Su muerte allí en accidente le convierte en icono, incluso no son pocos que ya le "nacionalizaron" por esa causa. Lo comento como antecedente al hecho de que con la llegada a Inglaterra de los Stray Cats estos tenían ya una buena parte del camino expedito.
    No soy demasiado aficionado al género, sin desdeñarlo en absoluto. Me inclino más por las variantes que desarrollaron Cramps, el Social Distortion de Mike Ness o incluso el gran Tav Falco. Tienes toda la razón, es un estilo que tiene todo el derecho a estar presente, no solo en el recuerdo, también en la actualidad (Véase la pujante escena barcelonesa con bandas como Los Mambo Jambo del incombustible Dani Nel.Lo
    Saludos,

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    1. Cochran y Vincent, los dos eran igual de adorados tanto en su país como en la Isla, además de amigos hasta en la desgracia. Ya sabes que aquel accidente de coche se llevó a uno y dejó al otro cojo.

      Yo tampoco soy muy de este palo, pero los Cats son probablemente mis preferidos: una carrera tan larga como la de los Cramps, por ejemplo, me cansa bastante. Quizá sea Tav Falco el único de verdadero interés.

      Saludos mil.

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  2. Estos si que sí. En su momento a mí me iban más Crazy Cavan, pero Stray Cats también tenían su punto. Años después los vi en una de sus reuniones y fue uno de los mejores conciertos que recuerdo.
    El rockabilly es un género que mantiene la esencia del rock, sencillo, dinámico y sexy. Ahora que el rock es una cosa pelma o garrula o las dos cosas a la vez, esto es de lo poco que mantiene el tipo. Y sigue evolucionando, el psycobilly tiene desde grupos afines al punk como Demented are go hasta el rockabilly sideral de los añorados Boogie Punkers

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    1. Crazy Cavan me parecen más "de andar por casa" que los Cats, que tenían una técnica mu buena. De todos modos, y aunque estoy de acuerdo en que este tipo de música es muy atrayente ("sencillo, dinámico y sexy": una definición perfecta), el problema es que no tiene muchas posibilidades de variación y se acaba agotando. Es un problema bastante frecuente en los estilos blancos más primitivos, y le pasó a surf también.

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  3. Me ha gustado especialmente Storm the embassy, con esos arpegios sutilmente reverberantes, esa guitarra muteada... Me encanta ese tipo de sonido. El resto también merece la pena, pues el rock'n roll de vieja escuela (interesante tu análisis de lo que tiene de viejo y lo que tiene de nuevo en esta banda) siempre funciona.

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    1. Pues precisamente esa canción es una de las que la que más acerca a los Cats al estilo isleño del momento, demostrando que estaban influidos por más músicas que el rockabilly. Tenían visión, aunque como le digo a Chafardero este tipo de estilos tiene sus limitaciones.

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  4. Se me ocurre que está revitalización del viejo rock o rockabilly es un fenómeno que también podemos contemplar en el cine de aquel momento. Estoy pensando en Grease obviamente, American graffiti, The Last Picture Show etc...En UK el viejo rock and roll, como el Dixieland estaba y está muy aposentado en los pubs y tugurios de las grandes ciudades, es una música divertida y juguetona apta para tomarse unas birras.

    Brian Setzer hizo cosas muy interesantes con posterioridad a la época dorada de los Stray Cats.

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    1. Es una revitalización que por una parte nace ya al rebufo del glam (es decir, a partir del 71/72) y luego se remacha en Estados Unidos a mediados de la década; pero allí, efectivamente, se nota más en el cine que en la propia industria musical.

      Y sí, Setzer ha tocado con un montón de gente hasta cierto punto "inesperada": la versión de "Rebel rebel" de Bowie que hace Rickie Lee Jones brilla entre otras cosas por esa guitarra suya.

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  5. ¡Ostras, los Stray Cats!, no sabía yo que a un local tan elegante dejaran pasar a estos bandarras.
    reconozco que no es mi música, pero si que recuerdo que cuando salieron, entre tanto sonido gótico y frio, nos gustaba escucharlos, mas que nada para desintoxicar.
    Los recuerdo con cariño. Buena dosis de energía, lejos de las modas imperantes.
    A ver que sigue, por que después de esto cualquier cosa (Menos los Maiden).
    Saludotes
    Jose

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    1. Hombre Jose, si hemos dejado pasar a los Pistols es que hay mano ancha. Otra cosa es el heavy, el metal, los lolailos y otras gentes, que como es lógico irán a los bares de su ambiente.

      Y sí señor, energía. Mucha. La definición de Chafardero (sencillo, dinámico y sexy) me ha encantado.

      Ya ves lo que sigue; fin de curso con los U2. No había más remedio.

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  6. La trilogía inicial de los Stray Cats son palabras mayores. Le dieron un impulso al rock&roll fiftie como jamás creo que se vuelva a ver Saludos.

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  7. Quizá el tercero ya resulte un poco flojillo, pero desde luego los dos primeros son imprescindibles para comprender el empuje que le dieron al género, no hay duda. Sin ellos posiblemente no hubiéramos visto la efervescencia que hubo luego, incluso en España.

    Saludos mil.

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