jueves, 14 de octubre de 2021

España en los años 80 (VII)

En la primavera de 1984 llega a las tiendas "La ley del desierto / La ley del mar", el esperadísimo segundo disco grande de Radio Futura, que para entonces ya no guardan relación alguna con sus orígenes, casi cinco años antes. Los comentaristas, con razón, se referían a él como "el primero de los nuevos Radio Futura"; además así complacían a los Auserón y Sierra, para quienes su carrera musical "consciente" comenzaba en el deslumbrante single protagonizado por "La estatua del Jardín Botánico", y se negaban a interpretar en directo una sola pieza de su etapa anterior. Bien, pues si seguimos ese criterio no hay duda de que esta colección de canciones resulta de toda lógica, mantiene el nivel alcanzado entonces y establece los orígenes de esa teoría que llevará luego a considerarlos como los creadores del rock latino.

Tanto el título como el diseño de las fundas interior y exterior, así como el orden de las canciones sugiere la intención de un disco conceptual en dos partes. Y aunque en conjunto no hay diferencias notables, es verdad que dentro de su sonido con eco muy bien matizado se nota por momentos un tono más metálico en la cara A y levemente vaporoso en la B, a juego con el contenido. Tiene una apertura muy vitamínica con "Tormenta de arena", encarrilada casi a ritmo de marcha por una base rítmica con nervio y poderío sobre la que se superpone la voz de Santiago Auserón, que a estas altura ya domina su tono vocal por completo. En esa cara destaca "Escuela de calor", la canción probablemente más famosa en la carrera del grupo, y que se convirtió en una especie de banda sonora para el ambiente callejero de aquel año y algunos más: resultaba casi imposible entrar en un local modernillo y que no acabase sonando esa canción en un momento u otro, con ese ritmo funky blanco y la letra tan a juego con el título. Que por cierto, la manera tan personal que tienen de encarar el funk denota influencias de los Talking Heads, pero ellos sustituyen la carga un tanto oscurilla de los yankis por un ambiente general más luminoso, más brillante y metalizado. Y las referencias latinas se extienden a la melodía e incluso las letras en algunos momentos de la cara B, especialmente con el cierre protagonizado por "Semilla negra", otro de los hitos del grupo, que tanto aquí como en otros casos demuestra una clara querencia por los estilos afrocubanos más que por los tradicionalmente considerados "latinos"; que son cercanos, pero no iguales. En resumen no hay duda de que este es otro disco imprescindible en la historia de la música popular española, y van dos. Del mismo grupo, además. 



A mediados de 1985 publican "De un país en llamas". La fragancia latina se percibe en momentos aislados, sobre todo con "El tonto Simón" (cuya melodía está claramente inspirada en "Semilla negra"). Pero en conjunto el repertorio de este disco, el carácter del grupo en esa época, desdibujan la herencia de los Heads y nos llevan hasta un Bowie, por ejemplo: ese funk metalizado del que hablaba antes es aquí mucho más evidente. La grabación tiene lugar en Londres, y a mayores destaca la pareja de personajes elegidos para producir el disco: Jo Dworniak y Duncan Bridgeman, que en esa época participaban en Shake Shake!, un grupo funk de vanguardia que había actuado tiempo atrás en Madrid, donde los conocieron. En concreto, el primer trabajo de Dworniak con Radio Futura había sido la regrabación de "Semilla negra" (incluyendo la guitarra de Rafael Amador) para su publicación en single, y la relación seguirá manteniéndose. El caso es que la personalidad de esta pareja impregna el disco hasta el extremo de que por momentos su trabajo se sobrepone a la mayor o menor entidad de las canciones; lo cual es beneficioso, porque no todas ellas están a la altura de su obra anterior. Y gracias a ello destaca esa apertura "internacional" que es "No tocarte", o luego "La ciudad interior", por citar solo dos que van muy a juego con el estilo que se lleva por entonces en medio occidente. Tal vez por sonar un tanto "despersonalizado", el disco no llegó a la altura de ventas de "La ley...", pero sigue siendo una obra de mucha categoría; y desde luego, muy por encima de la media hispana.


Esa evolución en el tipo de sonidos y el creciente ritmo de trabajo hace que comiencen a surgir fricciones, sobre todo entre Solrac y el trío Auserón/Sierra, entre otras cosas porque cada vez resulta más difícil ajustar su estilo a una base rítmica que no acaba de convencerle, y en consecuencia a veces no se entiende con el bajo de Luis. Ese mismo año abandona el grupo, y durante un tiempo Radio Futura son un trío que se reafirma en una decisión fundamental: ellos tres son quienes crean y dirigen, y quien llegue a partir de ahora lo hará en calidad de "empleado". Con esa premisa se convierten en quinteto en 1986: el nuevo batería es Carlos Torero, veterano ya de varios grupos madrileños, y los recursos se amplían con el teclista de formación clásica Pedro Navarrete. Ese año es de "reorganización general", por decirlo de algún modo: prácticamente no hay giras, sino mucho trabajo en estudio y preparación de un nuevo repertorio que marcará también un nuevo estilo, aunque busquen de nuevo a Dworniak.

"La canción de Juan Perro", que llega a principios del 87, es el resultado. Esta vez han sustituido el sonido metalizado por otro más caluroso y orgánico con la ayuda de Dworniak, el ambiente neoyorkino donde se graba el disco y el apoyo de las percusiones que usa el cubano Daniel Ponce más la sección de viento de los Uptown Horns. Este disco es el que certifica a Radio Futura como precursores de ese naciente rock latino que para bien y para mal acabará enseñoreándose de locales de moda y radios hasta llegar a un puro mainstream que a veces se ha hecho asfixiante. “Yo hoy no tocaría algo latino bajo ningún concepto”, dijo luego Luis Auserón, hastiado de que al poco tiempo de haberlo hecho comenzaran a salir cosas como "Devórame otra vez". "¿Es culpa mía? Pues entonces me vuelvo a Jimi Hendrix y de ahí no me muevo. Es cierto que muchos grupos han salido de lo que hicimos. Pero oyendo a la mayoría de ellos no es un listado en el que yo quisiera estar”. Conste que, volviendo a lo de antes, yo veo más estilo caribeño y funk que esa abstracción de "latino" que a veces se usa a caño libre, sin matizar, pero lo que cuenta es el resultado. En cualquier caso y como siempre, las letras son magníficas y las músicas no se limitan a un único estilo: hay una clara influencia americana en general, funk, blues e incluso se distinguen pequeñas virutas de jazz, y todas ellas se van fusionando en los inspirados momentos que ofrecen esa vigorosa apertura con "En un baile de perros" o "37 grados", o el medio tiempo de "Lluvia del porvenir", o esa suma de ambientes con esos cambios de ritmo que luce "La negra flor"... y sí, por supuesto, la "latinidad" del cierre con la espléndida "El canto del gallo" (que suena más a reggae que a otra cosa), por destacar solo cinco de ese espléndido ramillete. Es curiosa la evolución de este disco a ojos de la crítica: por entonces no se les vio muy conformes, pero ahora hay muchos que lo consideran como el mejor de su carrera. También hubo desfase económico, ya que tuvo buenas ventas pero según Ariola no llegó a cubrir los gastos de la grabación.



Más o menos por entonces comenzaron a agravarse los problemas de salud de Sierra, que padecía una enfermedad hepática hereditaria y no pudo participar en la gira de presentación de "Juan Perro". Su ausencia se fue cubriendo con guitarristas distintos hasta que se confirmó Javier Monforte, que seguirá siendo fijo a la vuelta de Sierra (contando ya con la posibilidad de recaídas, cosa que ocurrirá pronto). Luego hay cambio de titularidad en la batería, con la sustitución de Torero por Óscar Quesada. A mediados del 88 y en vista de que el grupo no ha reunido aún material suficiente para un nuevo disco, Ariola trata de compensar las pérdidas relativas del anterior embarcándolos en la preparación de un directo, grabado en dos días de octubre durante sus actuaciones en Valencia y que llegará a las tiendas a principios del año siguiente. Ahí se nota que el grupo ha entrado en una situación de inercia: el disco se vende muy bien, tal vez porque ya habían pasado dos años desde el anterior y el público quería tener algo que llevarse a casa. Pero decepciona, empezando ya por la actitud codiciosa del sello, que distribuye once canciones en un doble para sacarle más rentabilidad: ninguno de los discos llega a los treinta minutos. Luego está el excesivo "tratamiento" de las canciones en estudio, o sea, overdubs y demás truquitos de laboratorio que enmascaran el sonido del grupo. Y por último la propia inclinación estilística de los Auserón por entonces, ya que en su cruzada por el "espíritu latino" y los arreglos elegantes privan de su encanto a las piezas más clásicas de su repertorio: ellos dirán lo que quieran, pero cerrar el disco presentando "La estatua..." totalmente desnaturalizada me parece un crimen. En fin, siempre se puede encontrar alguna que se salve a medias o incluso mejore:


El último disco real del grupo se titula "Veneno en la piel", se publica en 1990 y simboliza muy bien la decadencia, algo que ya nos esperábamos después de aquel directo. Aunque de nuevo la cifra de ventas y la categoría del material presentan magnitudes distintas: un nuevo público, como en el caso de Gabinete, disfruta a rabiar de canciones como la que da título al disco o "Corazón de tiza", que además fueron singles y tuvieron su video correspondiente. Ahora sí que estamos ante una banda de rock latino con todas las de la ley, un estilo que por entonces ya estaba arrasando en radios y bares modernos, así que el éxito comercial fue enorme. Para los que añoramos a los Radio Futura de sus primeros años, poca cosa quedaba ya: si acaso, leves pinceladas en algunas canciones sueltas como la que va ahí abajo. El propio grupo, incómodo con la situación, anunció que lo dejaban ese mismo año, justo en un momento de máxima popularidad y locales abarrotados: eso les honra, ya que podrían haber exprimido su nuevo estatus como hicieron unos cuantos. Como hizo Ariola por ejemplo, que los obligó por contrato a mantenerse unidos (aunque no volvieron al directo) hasta 1992, tras la publicación de un último disco que estará compuesto mayoritariamente de remezclas; aunque luego, claro, hubo recopilatorios, piezas sueltas y cosas así.


Radio Futura se despiden dos años después de cuando ellos hubiesen querido, así que estamos ante un grupo que ocupó con una exactitud casi matemática la década de los 80 y la dignificó como nadie (en comparación con ese fulgor, sus carreras posteriores no nos dicen mucho). Por último vaya desde aquí un recuerdo a Enrique Sierra, fallecido en 2012 y cuya importancia es crucial en esta historia: los Auserón eran los compositores principales y tal vez los "ideólogos", pero él fue el eje sobre el que giraba la evolución en el sonido del grupo. Era mucho más que un simple guitarrista, y eso que solo hablamos de asuntos musicales.




12 comentarios:

  1. Excelente repaso, Rick (sumando el artículo anterior). A mí también me gustan mucho los primeros Radio Futura, pero considero "La canción de Juan Perro" su gran obra maestra, nadie ha sonado así jamás.

    Un abrazo.

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    1. Gracias, Gonzalo, pero no es para tanto. Sobre el asunto clásico del "disco preferido" y admitiendo que cada uno es cada uno, yo disociaría entre su primera época -es decir, su primer disco- y el resto. Creo que "Música moderna" es una obra mítica que por otra parte no es comparable. Y de su segunda época tal vez prefiera "La ley del desierto...", aunque la cosa va a días.

      Saludos mil

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  2. Brillante descripción de los años de oro y finales del grupo.
    No sé lo que es el rock latino. Puede ser una etiqueta más en forma de sinécdoque para señalar un periodo donde la música que se hacía en Latinoamérica desde México a Argentina, los dos grandes viveros del rock en español, se acercan a lo que se hacía por aquí o viceversa. Vi en el documental de Netflix "Rompan con todo" una historia bastante sugerente del asunto, quizás demasiado influido por la perspectiva de Gustavo Santaolalla y creo que la cosa es compleja aunque es cierto que en los 80 quizás desde la llegada de los exiliados de la dictadura y el contacto posterior con las grandes figuras argentinas (Spinetta,Cerati, Calamaro, Charly García, Fito Páez etc.) permitan una confluencia de estilos musicales o un deseo de apartarse de la copia del rock anglosajón. No veo yo toques caribeños en el asunto, aunque quizás la sección rítmica y algunas letras tiren hacia ese mundo.

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    1. No se crea, yo tampoco tengo muy claro qué pueda ser eso del rcok latino, aunque hay un grupo todavía en activo que al menos en sus primeros discos lo reflejaba muy bien: los colombianos Aterciopelados. De todos modos cuando hablo de "caribeños" me refiero más bien a los ritmos afrocubanos, que de hecho son el camino que luego emprendió Santiago Auserón de lleno. Así que tal vez debería emplear siempre esa denominación en vez de la otra.

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  3. La ley es un disco redondo, me gustan todas las canciones, desde el punteo de Escuela de calor hasta la letra de Semilla negra o La secta del mar, la galáctica Hadaly, etc. Es de los pocos álbumes de aquella época que sigo escuchando hoy en día, definieron un momento concreto pero se ha convertido en atemporal. Un país en llamas me pareció más flojo, quizás porque venían de una obra maestra. Juan Perro es un disco que he ido apreciando con el tiempo, en su día me dejó un poco descolocado ese ambiente latino, y el último tiene algunas canciones buenas pero el tono es menor. Y totalmente de acuerdo con el destrozo que hicieron en el directo con La estatua. Son una banda irrepetible, sus canciones marcaron época y muchas forman parte de mi memoria sentimental, modernos y populares a la vez, letra y música cuidadísima, siempre buscando nuevos caminos, y además se retiraron a tiempo. Pero para mí siempre serán los de ¡El futuro ya está aquí!

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    1. Sí, yo también pienso que "La Ley..." es el mejor disco de su segunda época, aunque como le digo a Gonzalo hay momentos en los que "Juan Perro" me atrae más. En fin, que los dos son muy buenos. Y también de acuerdo en que, al menos emocionalmente, el primero es al que más cariño le tengo.

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  4. Hola Rick:
    Pues yo me quedé con la ley del mar, que me parece un disco soberbio, a partir de ahi los conozco todos por encima y nunca me han llegado a atrapar como los dos primeros discos, que eran difíciles de igualar.
    Bueno prometo estas vacaciones de navidá darles un repaso a fondo.
    Saludotes
    Jose

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    1. Hola, José. Eso que dices sobre "La ley..." en comparación a los que vinieron luego, le ha pasado a mucha gente de nuestra quinta, y probablemente tenga su lógica. De todos modos te recomiendo al menos "Juan Perro", que no tiene nada que envidiar a "La ley...". Y sobre el primero no hay nada más que añadir, claro.

      Saludos mil.

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  5. ¡Hay que feliz, que contento! (me vengo arriba como Arguiñano en la cocima...), después de leer la entrada he pasado todo el fin de semana repasando discos y papeles. Los discos primero, "La Ley del Desierto, la Ley del Mar" y "La Canción de Juan Perro", los mejores de su corta y espléndida carrera. "De un país en llamas", canciones sueltas (por reseñar alguna, ese descomunal "Han caído los dos"...), sin desmerecer en absoluto, no llega a la altura de los anteriores. Sus dos últimos, me remito a tus comentarios, poco más que añadir. Me entretuve también revisando revistas como Nueva Lente, donde hay un número monográfico del magnífico fotógrafo francés Bernard Plossu, autor de la fotografía de la portada de "La Ley", ¡y qué decir de la fotografía del gran Juan Rulfo! También un catálogo del pintor Navarro Baldeweg, autor de la portada de "La canción de Juan Perro", un pintor favorito y que, aunque era mayor que la hornada joven que pululaba por entonces por las galerías y exposiciones conjuntas (Ferrán García Sevilla, Broto, Barceló, Alcolea, Dis Berlín, Sicilia y un largo etcétera...), siempre supuso un punto de elegancia brillante y colorista. Donde he puesto más empeño ha sido en repasar los apuntes sacados en su día de la obra de Santiago Auserón, "El Ritmo Perdido", en concreto en sus reflexiones sobre el influjo negro en la canción española y, por ende, en la latina. Quizás, añadiría, Auserón y su banda pretendieron hacer lo que los ingleses hicieron con la música negra americana, recuperar sus raíces para revitalizarlas, hacerlas suyas. En la franja oriental del continente americano (hasta el cono sur), influencia negra, en la franja oriental del Pacífico (desde California hasta la frontera andina), la influencia más española (árabe, flamenca y europea-cortesana-cantigas...), los orígenes de lo que conocemos ahora como música latina.
    Dos últimos apuntes, lo acertado de tu comparación con Talking Heads, una banda que mezclaba muy acertadamente varias y ricas influencias musicales, la gran labor al bajo de Luis Auserón (en una de las primeras entradas hablábamos de Nacho Canut, Luis Auserón está a su altura).
    Ya lo dejo, por aquellos años yo vivía en La Prospe,en la calle Eugenio Salazar 51, a dos pasos de los estudios Doublewtronics. Ahí lo dejo.
    Saludos,

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    1. Hola, Javier.

      Yo también creo que "Un país en llamas" queda un poco por debajo de la media sobresaliente que forman los otros tres que citas, pero aun así tiene bastante categoría tal vez, como digo arriba, por el asunto de los productores, que al menos en este disco me parecen decisivos.

      Ya veo que sigues con tu "transversalidad" música/fotografía/escritos. Muy de los 80, cierto: hoy en día la gente joven, por lo general, no atiende a tantas cosas al mismo tiempo.

      Ah, y totalmente de acuerdo en esa distribución geográfica que haces entre el oriente y el occidente americano, que se corresponde con el desplazamiento de los conquistadores blancos (llegando hasta la costa oeste) y los esclavos negros, que se asentaron en la zona atlántica. En Sudamérica, efectivamente, hay una enorme diferencioa entre las músicas andinas y las caribeñas.

      Saludos mil.

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  6. Buen repaso. La memoria falla ya bastante y esto viene muy bien para recordar lo bien que lo pasamos con estos discos. Me parece también muy acertada la comparación con Talking Head en "Escuela de calor". Parece ser que hay unanimidad con Radio Futura, fue uno de los grandes grupos de aquellos tiempos.
    Saludos.

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    1. Hola. Bab. Para mí Radio Futura es no solo uno de los grandes, sino más bien uno de los dos o tres más grandes, para acotar. Y luego unos discos gustarán más que otros, pero son un grupo con una tremenda personalidad, porque no se parecían a nadie (ni nadie intentó parecerse a ellos).

      Saludos mil.

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