viernes, 2 de junio de 2023

1960-65: los años del beat (V)

“Probablemente los Beatles llegarían a formar parte del ejército de parados de Liverpool de no ser por el entusiasmo que despertaron en Brian Epstein, que llevaba una tienda de discos, descendiente de una acomodada familia judía. Atraído sexualmente por el mundillo de adolescentes vestidos de cuero, se consagró a la causa del grupo con total ingenuidad (“No creo que los Beatles me ocupen más de un día por semana”). 
Diego A. Manrique 

Tras el primer viaje a Hamburgo, los Beatles comenzaron a marcar diferencias con la mayoría de los grupos de Liverpool: las versiones eran la única forma de ampliar conocimientos y adquirir soltura técnica, pero también era lo único que hacían casi todos sus competidores. Hay un comentario de McCartney que lo resume muy bien: “Creo que desde el primer momento comprendimos que si no éramos diferentes no llegaríamos a nada, porque al final te quedabas encallado. Así que empezamos a componer; al principio solo nos atrevíamos a tocar nuestras canciones en la Caverna, y luego en Hamburgo”. Y entonces comprobaron que eso mismo era lo que quería la mayor parte de los aficionados que iban a verlos: sorprenderse con canciones que no conocían, bien porque ningún otro grupo había hecho una versión o porque, sencillamente, la canción era nueva. Los Beatles por entonces ya tenían más repertorio que la mayoría, y la inclusión de canciones propias fue la vuelta de tuerca que necesitaban para comenzar a tomarse en serio a sí mismos: serían mejores o peores, pero ya estaban por encima de los demás. 

En su segundo viaje conocieron a Tony Sheridan. Era un guitarrista y cantante británico afincado por entonces en Hamburgo, pero relativamente conocido en la Isla por haber trabajado como acompañante de Cochran o Vincent en sus giras británicas; incluso había tenido ya bajo sus órdenes a algunos músicos de Liverpool (como Ringo, por ejemplo: finalmente también los Hurricanes andaban por Hamburgo). Sheridan se encariña con ellos y les enseña unos cuantos trucos, aunque la cosa no da para mucho más porque esa estancia se ve interrumpida: un dueño de sala, en venganza porque los Beatles se han pasado a la competencia, los denuncia aprovechándose de que Harrison es todavía menor de edad. Así que tendrán que esperar a 1961 para volver, y entonces Sheridan los ficha como acompañantes para grabar material para su debut en la Polydor alemana, con la promesa de que les dejará grabar dos canciones de su gusto; habían grabado poco antes un acetato con Ringo, pero esto era más serio. En octubre de ese año llegará a las tiendas un single con dos versiones de piezas clásicas: “My Bonnie” y “The saints”, a nombre de Tony Sheridan & The Beat Brothers (nombre de conveniencia, ya que en varias grabaciones de Sheridan son otros músicos con ese mismo nombre los que le acompañan). Pero para ellos, en ese momento, es más importante la “segunda parte” del acuerdo: también graban la instrumental “Cry for a shadow”, propia, y una versión de “Ain’t she sweet” cantada por Lennon. De momento quedan ahí, guardadas en un cajón. Pero quedan.



Stuart ya no estaba con ellos en esas grabaciones. En el primer viaje había conocido a Astrid Kircherr, una fotógrafa que casi desde el primer día de su encuentro pasó a integrarse en el círculo del grupo: fue ella la que hizo la mayor parte de las fotografías artísticas de los Beatles en esa ciudad, y también la que les recomendó abandonar los flequillos rockeros y echarse el pelo hacia delante. A finales de 1960 ya se habían comprometido, y se casaron en verano del 61. Esa sucesión de hechos, su pérdida, resultó desgarradora para Lennon, que tenía a Sutcliffe como su mejor amigo y que pronto había comenzado a sentir celos de Kircherr; concretamente, echaba en cara a Stu “haber metido a una mujer por el medio del grupo y darle más importancia a ella” (ay, John, qué rastrera es la vida: luego hiciste tú eso mismo con Yoko, ¿verdad?). Por desgracia la felicidad no les duró mucho, ya que Stu murió en 1962 por una hemorragia cerebral cuyo origen estuvo probablemente en un coágulo causado años antes por una pelea en Liverpool. El caso es que McCartney pasó a ser el bajista del ahora cuarteto: como solista no podía competir con Harrison, y como músico entregado a una causa no quiso discutir con Lennon -segunda guitarra pero gallito del grupo-. Así que, a regañadientes, entró en una tienda de Hamburgo y se compró su primer bajo.



- Buenas. ¿Tienen “My bonnie"? 
- Perdone... ¿My qué? 
- Sí hombre, el single de Tony Sheridan con los Beat Brothers. Es alemán, pero lo han puesto en la radio. Y esos Beat Brothers en realidad son los Beatles, los de aquí. 
- ¿Los Beatles..? Pues lo siento, pero no me suena. De todos modos tomo nota y trataré de buscarlo.

“Sí Brian, haces bien tomando nota. Porque ya es la segunda vez que preguntan en la tienda por ese disco. Posiblemente no se haya publicado aquí, puede que algún DJ lo haya traído para ponerse la medalla, pero esto es NEMS y tú eres el jefe. Así que espabila y compruébalo”. Pronto lo verificó, y tenía razón: ese single no estaba en el mercado británico. Pero… ya puestos… igual conviene ir a ver a esos Beatles, porque Mersey Beat (la revista musical de moda en la ciudad) ya los ha citado alguna vez y Sheridan tiene cierta altura, no grabaría con unos inútiles. Así que muy poco después, el 9 de noviembre, entra en la Caverna: tocan allí casi siempre, ya se ha enterado de que son uno de los grupos oficiales del local. Lo dicho, que malos del todo no deben de ser. Días después volvió, y cada vez se sentía más atraído por aquella banda: no es que fuesen una maravilla, pero eran simpáticos y tenían encanto. Pronto consiguió entablar conversación con ellos, y pronto también tomó una decisión: ofrecerse como manager. Lo cual indica muy bien su grado de empatía, ya que nunca había tenido relación alguna con ese tipo de trabajo. 

Brian no había cumplido aún los treinta años, y trataba de estar al día en cuestiones musicales y sociales (incluso había escrito algún comentario en Mersey Beat), pero era un muchacho de muy buena familia. Venía de la saga Epstein & Sons, dueños de la mayor mueblería de la ciudad desde principios de siglo, y que recientemente habían creado North End Music Stores, una tienda de artículos eléctricos de todo tipo (también musicales, por supuesto), incluyendo una gran sección de discos: al frente de esa tienda estaba él, y le iba muy bien. De hecho, como descendiente de tal linaje y titular de la tienda, era un personaje bastante conocido: “hoy nos visita gente distinguida”, anunció Bob Wooler, el DJ de la Caverna, por los altavoces del local el primer día que entró allí con su impoluto traje de rayas, acompañado por su ayudante. El caso es que los convenció, y poco después comenzó su trabajo; a corto plazo no tenía que preocuparse por conseguirles actuaciones, ya que entre la Caverna, Hamburgo y algún sitio más tenían el calendario cubierto. Su idea, y la del grupo también, era llegar cuanto antes a un sello londinense y grabar. Y aquí es cuando todo el mundo recuerda la famosa frase de Dick Rowe, el cazatalentos de la Decca: "Lo siento, mr. Epstein, pero no veo nada especial en estos chicos. Por otra parte, los grupos de guitarras ya no se llevan”. Visto ahora, podríamos entender la primera parte de ese comentario: es verdad que los Beatles, en ese momento, tal vez ofrecían más encanto que calidad musical, pero… ¿los grupos de guitarras ya no se llevan? 

Porque ese comentario y esa persona en concreto han pasado a la historia de las grandes meteduras de pata, pero la sucesión de negativas fue bastante numerosa. Un Lennon cabreado afirmaba: “Pagamos quince libras por grabar una cinta en Decca y Brian se dedicó a enseñársela a todo el mundo, sin resultado; entonces ya éramos amigos, y se sentía dolido. Le aterraba decirnos que nos habían rechazado de nuevo” … “Eran unos idiotas. Cuando escuchaban la cinta escuchaban a los Shadows. Es decir, no escuchaban nada, ya sabes cómo es esa gente, son incapaces de escuchar algo nuevo”. En otras palabras: a principios de 1962 la época dorada de los Shadows comenzaba a declinar, y estaban volviendo los cantantes (el propio Cliff ya había abandonado el rock and roll, apoyándose desde entonces más en la orquesta de Paramor que en la banda de Marvin y compañía). Y los sellos discográficos pensaban que esa situación iba a ser duradera: los grupos de guitarras ya no se llevan. Y punto. 

Hasta que un día, estando en Hamburgo, les llegó un telegrama: “EMI solicita sesión de grabación. Ensayad material nuevo”. Era una media verdad, o una media mentira: en realidad Brian solo había conseguido convencer a un productor llamado George Martin para hacer una audición. Pero después de tantos viajes a Londres sin el menor resultado, esto era casi una victoria. Así que el próximo día conoceremos al señor Martin, a ver de qué va. Mientras tanto aquí quedan tres muestras de la famosa cinta grabada en Decca el 1 de Enero de 1962. Mal día para una cosa tan importante: como dijo Lennon, “llegamos a la ciudad justo a tiempo para ver a los borrachos saltando en la fuente de Trafalgar Square”.





14 comentarios:

  1. Hola Rick.
    Pues un texto muy ameno y que muestra un poco como iban las cosas y demuestran que triunfaron los que tenían tesón, otros ya habrían abandonado después de las calabazas que iban recibiendo. La de Decca debió de ser sonada, todabía deben de estar llotrando de rabia. Pero no fue la única, se ve que el Epstein, también quiso que Joe Meek trabajara con ellos y ooootra calabaza, aunque eso tío era algo especial.
    La demo de Money acojonante, a mi me gusta mas que la versión oficial que salió, esas guitarras tan secas son brutales, y el instrumental, siempre me ha parecido muy bueno.
    Por cierto, no estaría de mas que al en los reproductores pusieses los títulos, pues cuando quiero reescuchar alguna ya no recuerdo en cual está.
    Bueno, esta serie continua a toda pastilla, ¡que no decaiga!
    Saludotes
    Jose

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    1. Hola, José.

      Sí, una de las cosas que van quedando claras cuando se lee la historia de los grandes grupos es que no todo es la genialidad, que hay que trabajar mucho. En cuanto a lo de Meek, que por cierto, lo voy a meter "de rebote" en tu blog, creo que lo mejor fue lo que pasó: La perspectiva de Meek no era sólida, sino más bien una especie de ensoñación. Por otra parte la especialidad de Meek era la electrónica, mientras que la de George Martin es una posición mucho más estructural, compositiva, y eso es lo que necesita realmente un grupo de pop. Las aventuras están bien para un rato, cuando ya estás establecido (y eso es lo que hicieron los Beatles luego con Martin), pero antes de nada tiene que venir alguien a sacar lo mejor de ti.

      En los reproductores van los datos: solo tienes que pinchar en el cuadradito de la derecha que te lleva a la pantalla negra, y ahí los tienes. De paso si quieres ya bajas las canciones también.

      Saludos mil

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  2. La historia del pop rock está llena de entendidos de discográficas que rechazan grupos que luego lo petaron, pero desde luego el olfato del de la Decca para meter la pata es antológico. Y por una vez hay un manager que no es el malo de la película, quizás sin Epstein los Beatles no hubieran existido, o hubieran sido otra cosa.

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    1. Pero ya digo, no fueron los únicos que patinaron, ni mucho menos. La cinta en sí no era una maravilla, pero había que tener un oído muy despierto, como el de Martin, para rebuscar y encontrar otra cosa...

      Epstein, como Martin, son dos actores imprescindibles en esta película. Y los Beatles lo sabían.

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  3. Me gusta la intrahistoria descrita, ese maremagnum de ilusiones, iniciativas, medio-fracasos y perspectivas de reconocimiento (lo del éxito sería otro cantar...) a la que da lugar esta entrada. Es como un quiero y no puedo del presente, aunque entre líneas se presupone que el futuro será mucho mejor. Enhorabuena, no es fácil incluir toda esa información y hacerla fluir desde las primeras gotas hasta el arroyo.
    Saludos,

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    1. Te recomiendo el documental sobre la historia del grupo que se publicó hará unos treinta años en VHS y luego en DVD: es más o menos esto mismo pero a lo grande.

      Y ahora vamos con el señor Martin, otro héroe...

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  4. Por cierto, y ya que estamos metidos en este fregao beat, me he encontrado un podcast sobre el liverpool de los primeros años, bastante ameno por cierto:
    https://www.ivoox.com/historia-sagrada-del-rock-n-roll-8211-liverpool-60s-audios-mp3_rf_64350970_1.html.
    Saludotes
    Jose

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    1. Lo estuve oyendo a trozos, ayer, y está muy bien extractado. La historia daría para mucho más, claro, pero pasa lo de siempre: o dedicas media vida a hacer una enciclopedia, o das los datos imprescindibles y luego ya quien esté interesado que siga picando en la mina...

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  5. Estos desde pequeñitos eran grandes. Ese instrumental del principio, ideal para intro de algún programa de pop/rock o esa versión maravillosa de Ain’t she sweet, una canción picarona de los locos años 20 que han interpretado un sinnúmero de artistas y sobre todo orquestas ya son para ponerles un marco.
    Lo demás es seguir nadando en la perfección, gracias al tío Brian y a sus muchos ensayos y actuaciones desde la portuaria Hamburgo. La mejor música se ha cocinado en los peores ambientes.

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    1. Tenían madera, está claro. Eso es lo que vieron Epstein y George Martin, lo que no vieron los demás. Y luego el trabajo, porque los Beatles llegaron a su primer número uno con mucha tralla encima. La idea de sacrificio la tenían clara.

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  6. Llego un poco tarde a releer tu entrada, tras una semana atareada, y solo repetir que esta serie es un gustazo. Hay detalles que no conocía, y además está bien narrado, presentando poco a poco a los personajes, o ''actores'' de la función, como dices. Dedicaste una buena entrada a Brian al comenzar el blog; su idilio con los Beatles tuvo sus altibajos pero, desde luego, merece de sobra ese reconocimiento.

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    1. Tranquilo hombre, que no pasamos lista. Celebro que te guste esta serie (debo decir que ya me lo esperaba, por la época de que se trata). Lástima que ahora llegan las vacaciones, pero al menos el asunto Liverpool quedará cerrado. Y sí, en pocos casos como el de los Beatles se percibe tan claramente la buena influencia de los profesionales. Es más frecuente ver lo contrario, por desgracia.

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  7. Qué buen resumen. Se me hace la boca agua leyéndote y oyendo estas primeras grabaciones. Muy interesante toda esta información para comprender lo que luego estalló como una bomba atómica en el mundillo musical del momento.
    Saludos.

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    1. Hola, Bab. Gracias por tus loas, parecemos un grupo de ancianos en el Asilo disfrutando con las batallitas. En cuanto a los Beatles, los efectos de aquella explosión aún perduran, de un modo u otro.

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