miércoles, 31 de agosto de 2011

Años 60: América (V)


Seguimos paseando por San Francisco, admirados de que en cada esquina haya un grupo intentando salir a flote. Como es lógico, la mayor parte de ellos llegarán como mucho a grabar un disco y luego desaparecerán del mapa, pero voluntad no falta. Y no solo los Aeroplanos y los Dead han conseguido pasar a la Historia: hay otros cuantos que a pesar del tiempo transcurrido siguen en los corazones de los aficionados a este tipo de músicas. Por ejemplo, los siguientes:

Quicksilver Messenger Service: las alegres guitarras cantarinas, soleadas, calurosas, son muy frecuentes en esta ciudad. Y quizá el personaje más representativo de esa entrañable escuela sea John Cipollina, la quintaesencia de lo que debe ser un guitarrista de rock ácido en San Francisco; junto a Gary Duncan, la otra guitarra del grupo, tejía hermosos dibujos que nos trasladaban a las praderas sin fin del viejo Oeste, o desarrollaban piezas de su amado Bo Diddley con resultados épicos (la suite en la que versionan "Who do you love" y que ocupa toda la cara A de su segundo disco es magnífica, a pesar de su excesiva duración y el pobre sonido de un directo en malas condiciones). Sus tres primeras obras son, sencillamente, una preciosidad: un tanto irregulares, pero encantadoras. Luego vino la decadencia con cambios de personal continuos, las baladas de Dino Valenti (un plasta) se fueron haciendo con el grupo y la guitarra cantarina abandonó a principios de los años 70.

Country Joe & The Fish: teniendo en cuenta el ambiente izquierdoso que se respira en esta ciudad, no es extraño que algunos estén más pendientes de la política que de la música: eso le pasa a Country Joe McDonald. "Country Joe" es un nombre jocoso que se le daba en la época de la II Guerra Mundial a don José Stalin, afamado carnicero bolchevique. Y el colega de McDonald, el guitarrista Barry Melton, se hacía llamar "The Fish" por una cita de Mao Tse-Tung, así que ya se pueden ustedes imaginar de qué pie cojean estos chicos. Pronto se hacen conocidos en los ambientes progres con sus proclamas anticapitalistas y, sobre todo, contra la guerra del Vietnam: su raga "I feel like I'm fixin' to die" se convierte en un himno antes de llegar a grabarla. Musicalmente no son nada del otro mundo -una mezcla a medio camino entre los Dead y los Quicksilver-, pero tienen algunas buenas canciones en su primer LP (y la famosa raga no aparece hasta el segundo, un tanto errático). Duraron algunos años más, entre separaciones y reuniones: otra banda para un recopilatorio. Pero este, muy justito.

Kaleidoscope: de entre los cientos de grupos que se dejaron arrullar por los sonidos orientales, estos señores son para mí los más lúcidos y con mayor formación musical; y a veces con un encantador tono de coña que los aleja de los modos pedantes e iluminados de otros (y si a eso le sumamos que en sus actuaciones solían incluir a una bailarina oriental del vientre, la diversión estaba asegurada). Pero la cosa no acaba ahí, ya que sus vastos conocimientos y su afán experimentador sobrepasaban con mucho la dedicación a un solo estilo: si eran capaces de hacer ragas y desarrollos de un brillante exotismo, también lo eran de versionar sin despeinarse clásicos como "Minnie the moocher" de Cab Calloway (¿recuerdan "Cotton Club"?), recrear la música tradicional británica o atacar un clásico del blues como "You don't love me" y conseguir una versión pantanosa que habrían firmado los mismísimos Canned Heat. Es una banda de culto, para paladares exquisitos; lo cual significa que vendieron poco y se les recuerda menos: lo que mola es el heavy. Ah, y si se ponen a buscar (como mínimo sus dos primeros discos son esenciales) no se confundan: hay una banda británica con el mismo nombre, a la que conocimos en la serie sobre psicodelia.

It's A Beautiful Day: siguiendo con las exquisiteces, aquí tenemos una joya tardía. Estos muchachos tuvieron la desgracia de aparecer a finales de 1967 (las grandes bandas ya se habían repartido el pastel) e ir a caer en manos de un manager truhán como Matthew Katz, con el cual los Aeroplanos ya habían tenido malas experiencias. Entre una cosa y otra, su maravilloso primer disco no apareció hasta 1969, cuando ya la magia de aquella generación se estaba desintegrando; lo cual no evita que, con el paso de los años, sea considerado como una de las obras cumbres del género. La espléndida formación académica del violinista David LaFlamme y su mujer Linda -teclista-, apoyados por unos competentes músicos, quedó plasmada en ese disco homónimo en el cual uno se extasía y su alma sube a los cielos. El siguiente disco, no tan brillante, es aun así magnífico. Y luego, barrida ya la epopeya de la época, se fueron diluyendo. Pero ya nadie nos podrá quitar de la memoria esa joya que eleva el sonido de San Francisco a categoría sinfónica. Por cierto, los seguidores de Deep Purple podrán encontrar en "Bombay calling" (una de las perlas de ese primer disco) la entrada tan famosa que sus ídolos copiaron descaradamente para crear "Child in time".

Y ya nos falta poco para abandonar esta colorida ciudad: el próximo día haremos un cajón de sastre con lo más relevante que nos queda por ver y luego volaremos a Los Angeles, que allí también hay mucha tela que cortar.

jueves, 25 de agosto de 2011

Años 60: América (IV)



Ahora que ya nos hemos introducido en el ambientillo "franciscano" y vamos cogiendo confianza con el personal circundante, vemos que el denominador común en los grupos de esta ciudad es la psicodelia. Aunque luego cada uno va por su lado: unos tienden hacia el folk e incluso se atreven con letras de contenido político; otros desarrollan melodías de sabor country, aquellos parten del blues, los de más allá se pirran por los sonidos orientales, pero casi todos llevan flores en el pelo y le pegan al ácido. Como es lógico, habrá que empezar por los dos que más fama consiguieron.

Jefferson Airplane: para alguno que yo me sé ya estaban tardando los Aeroplanos, ¿eh? Es el primer grupo que consigue fichar con una gran casa discográfica (la RCA), y eso se nota: sus contratantes tienen dinero para financiar una buena campaña publicitaria y distribuir por todo el país la obra de este grupo integrado por jóvenes de clase media/alta y que, tras un cambio inicial de cantante femenina, queda bajo la advocación de santa Grace Slick (modelo e hija de un banquero, por cierto). Partiendo del folk graban a finales de 1966 su primer LP, que incluye sus primeros singles: "Takes off" es justamente eso, un despegue. Y al año siguiente se consagran con el segundo, "Surrealistic pillow". En ese disco viene contenido su primer gran éxito, "Somebody to love", que refleja bien a las claras el tono imperante de la época: la Generación del Amor se abre al mundo entre vapores de LSD. Espléndida canción, aunque la letra ya sugiere sombras en aquel planteamiento. Luego llegan los problemas para la RCA a la hora de promocionar temas como "White rabbit", con la prohibición muy próxima, pero la banda ya es un icono.

Tras las nubes de inocencia y alegría viene una lluvia de frustración: las mafias, la heroína, la violencia se apoderan de Haight-Ashbury, la ilusión desaparece. Y estos muchachos, con inquietudes literarias y políticas, se radicalizan y lo reflejan en "Volunteers", que publicado a finales de la década significa también el fin de un estilo: aunque todavía se oyen baladas, el sonido se hace más crudo, más rockero, y la inocencia hippy de sus discos anteriores es sustituida por una desengañada militancia que se refleja en frases como "Esta generación no tiene futuro (…) tenemos una revolución, somos voluntarios de América". Poco tiempo después y como era de esperar, también esa militancia cae porque Paul Kantner orienta el grupo hacia la ficción científica, lo cual no agrada a todos los músicos. Se crean entonces dos facciones que coexisten dentro de la propia banda: Jorma Kaukonen y Jack Casady crean Hot Tuna (banda "por horas" que comienza con un repertorio de blues tradicional y que acabará siendo muy rockera), mientras que Kantner, Grace Slick y los demás participan en discos a nombre de los dos primeros. Esa asociación se convertirá en Jefferson Starship a partir de 1973, cuando los Airplane desaparezcan.

En conjunto, los Aeroplanos no solamente son los más populares del movimiento hippy tanto en América como en Europa, sino que además reflejan perfectamente, a lo largo de su producción musical, la evolución que fue siguiendo el género y la generación. Grandes músicos, grandes observadores de la realidad.

Y ahora vienen Grateful Dead. Su nacimiento como "Warlocks" tiene lugar por las mismas fechas que el arranque de los Aeroplanos, pero su raíz es totalmente distinta: procedentes de la "destilación" de cinco o seis bandas iniciales, su mundo es más amplio y abarca desde el blues hasta la música clásica, pasando por el r'n'b, el folk, el bluegrass y por supuesto el rock and roll. Son músicos curtidos a los que no asusta ningún género, y la fuerte influencia del ambiente ácido los convierte en una de las bandas preferidas de los hippies lisérgicos -incluyendo largos desarrollos a modo de mantras que a veces pueden aburrir hasta a las ovejas.

En 1966 ya son los Dead. Simbolizan como nadie el espíritu "buen rollo", tocando en miles de conciertos al aire libre, viviendo entre comunas, drogas, flipe general… en fin. Como era de esperar, el traslado de este plan de vida al vinilo no funciona demasiado bien: mucha gente -entre la que me cuento- opina que las mejores canciones de Grateful Dead cabrían en un único LP, aunque nadie niega que son grandes músicos. Pero se les iba la pinza con mucha facilidad, y sus tres primeros discos no alcanzaron ni de lejos las ventas esperadas. Con el fin de la década se serenaron un poco, y agobiados por los gastos y los proyectos económicos ruinosos en los que se embarcaban -ellos y su gente- fueron abandonando el perfil hippie para convertirse en una banda de rock al uso. En cada disco hay dos o tres grandes canciones: háganse un recopilatorio. A muchos nos hubiera gustado que fuesen una banda un poco más seria, puesto que su calidad musical era muy grande, y sus conocimientos también. Lástima.

Y ya seguiremos con el resto, que es tarde. Pero recuerden que la droga mata. Y la que no mata, engorda. Ah, y es ilegal. Y cada vez es de peor calidad. Y no hay para todos.

jueves, 7 de julio de 2011

1968 (y VI)



"Con el rock se hacía factible explotar al máximo las posibilidades dramáticas de las viejas baladas".
Dave Swarbrick (Fairport Convention)

Parece, por lo que hemos visto hasta ahora, que todo el pastel se lo reparten dos bandos, que el futuro próximo queda diseñado a su medida. Pero está surgiendo una opción alternativa que, sin llegar de momento a los niveles de ventas de los grandes nombres rockeros o progresivos, se va a establecer sólidamente y con el tiempo incluso los trascenderá: el folk eléctrico y su variante más popular, el folk rock.


Cuando hablamos de los géneros básicos (blues, rhythm'n'blues, gospel, etc) no debemos olvidar que todos proceden de unas fuentes ancestrales: el rockabilly no es más que el folk británico o irlandés evolucionado en América, del cual deriva el rock'n'roll blanco. Y los demás géneros, todos de raíz negra, proceden en primera instancia de África; es decir, del folclore africano. Que luego hayan evolucionado, se hayan diversificado, es una consecuencia lógica.

Los británicos, hasta este momento -salvo la novedosa mezcla progresiva de la música sinfónica o electrónica con el rock-, se han limitado a trabajar sobre la materia prima traída de América. Pero desde la aparición de Dylan, que populariza el folk blanco, los tiempos están cambiando (y nunca mejor dicho): sus primeras giras por la Isla abren los ojos a muchos jóvenes, que de pronto caen en la cuenta de que ellos también tienen un pasado musical de muchos siglos. Un rico pasado que parece haber caído en el olvido. Bien, pues algunos de esos jóvenes echan mano a la guitarra acústica y deciden que no es necesario importar más sonidos de América (y tiene gracia que sea un americano quien haya venido a recordárselo). El primero de esos jóvenes en alcanzar la popularidad fue el escocés Donovan, de quien ya hemos hablado cuando hicimos el viaje psicodélico (que, no lo olvidemos, tenía una de sus raíces en el folk). Donovan -el Dylan británico, le llamaban- alternará en su carrera la psicodelia con el folk; y algunas de sus canciones, como "Catch the wind" o "Colours", llegarán a ser interpretadas por los folkies yankis en un ejemplo más del permanente efecto feedback que ha habido siempre entre Estados Unidos y la Isla. Como es lógico, pronto pasa a incluir elementos de percusión y eléctricos en sus discos -como hizo Dylan- y podemos considerarlo ya como el "padrino" del folk rock británico.

Pronto la Isla -e Irlanda, su hermana pequeña- se puebla de bandas más o menos respetuosas con las raíces, más o menos electrificadas. Y de entre ellas destacaremos una, la más famosa, la que con el paso del tiempo ha quedado como referente inevitable para hablar del género; una banda que ha trascendido sobre los nombres de sus componentes y es más un sentimiento que una lista de músicos, sean quienes sean este año o el que viene; una banda que sigue y seguirá haciendo giras para un buen puñado de seguidores irreductibles: Fairport Convention.

Los Convention publican este año su primer disco, homónimo. Se nota que no tienen aún un estilo definido y que, de momento, sus fuentes son más americanas que británicas: la mitad de las piezas contenidas en él son versiones de Dylan o Joni Mitchell entre otros, y hay una fuerte influencia de Jefferson Airplane en el conjunto (recordemos que, antes de ser la banda psicodélica que todo el mundo adora, los Airplane comenzaron partiendo del folk: no otra cosa es su primer disco; y el segundo, si me apuran). Esta obra no tendrá buenas ventas ni será publicada -de momento- fuera de la Isla, pero ya hay algunos jovenzuelos que se prendan del sonido arrullador, cálido, amable, de hogar, que la Convención de Fairport elabora... y de las dos grandes señas de identidad que caracterizan para siempre al nuevo folk: las voces cristalinas y el gran dominio instrumental de sus músicos, sin los aspavientos rockeros, huecos, que habremos de soportar pronto en las "bandas dinosaurio". Los nombres del guitarrista Richard Thompson (y en menor medida el otro, Simon Nicol), el bajista Ashley Hutchings, el cantante Iain Matthews y el batería Martin Lamble son consagrados ya mismo; Judy Dyble, la voz femenina del grupo, no esperará a la publicación de este disco para irse, pero su marcha dará entrada a una de las diosas del género: Sandy Denny, con la que el grupo vivirá su momento dorado (el tránsito entre los términos "folk rock" y "electric folk"). Tal cosa ocurrirá el año que viene, en el que publicarán nada menos que ¡tres discos!

Bien, pues ahí arriba les dejo la emocionante, magistral versión que abre esta primera obra de la Fairport: "Time will show the wiser", del folkie americano Emitt Rhodes. El pobre Emitt nunca se imaginó que iba a cobrar mucho más por derechos de autor gracias a ellos que por su grabación original con los Merry-Go Round: una simple cara B, es lo que Rhodes y su banda hicieron con esta pieza (en un single que no pasó del puesto 63 en la lista Billboard, añado).

Y me bajo al bar, que hoy voy a eclipsar a Sam: sonido blanco todo el día, sí señor. Que uno también tiene su corazoncito. Blanco.


ACTUALIZACIÓN DE ÚLTIMA HORA:
Mi buen amigo y tal vez futuro yerno don Raúl me ha hecho pensar en la posibilidad de que a alguno de ustedes le apetezca conocer la versión original de los Merry-Go Round: aquí se la dejo. El señor Rhodes es el cantante, compositor y líder de este grupo, que no duró mucho.




No se quejarán: hoy, entre el video y el audio estoy que lo tiro, ¿eh..? Tal vez, pero no se acostumbren.