domingo, 24 de octubre de 2010

Música para mods y otras hierbas (II)


Es el 29 de Marzo de 1964. El éter se impregna de música emitida por una nueva emisora, que se presenta así: “This is Radio Caroline”. Emite, en aguas internacionales y sin licencia, desde las 6 de la mañana hasta las 8 de la tarde. Porque la BBC es una antigualla, y a partir de ahora los jóvenes preferirán Radio Caroline, Radio London, Radio Veronica, Radio England, Radio Scotland, Radio City…
(Rolf-Ulrich Kaiser)

El otro día hablábamos del ambiente en la calle, de los jovencitos que iban a los clubs para oír y bailar esa mezcla de r’n’b con pop que estaba naciendo en la Isla. Pero, salvo que seas un fanático total y tengas mucha pasta, es imposible que vayas de club en club dando palos de ciego hasta encontrar el ritmo o los grupos que te pueden emocionar: hace falta una promoción inicial, hace falta que alguien dé a conocer a esos grupos por los canales mayoritarios para crear una peña de seguidores. Y aquí es donde entra en juego la radio. Hay que recordar que en aquella época era el medio masivo de comunicación, muy por delante de la televisión. Y por suerte o por desgracia -que no está claro-  aún faltaban treinta años para que apareciese Internet.

Es cierto que la televisión -privada- se había adelantado esta vez: “Ready, Steady, Go!” había comenzado en Agosto del año anterior, pero no era lo mismo: en primer lugar, se trataba de un único programa semanal (la tarde de los viernes). Por otra parte, hasta bien entrado el año 65, la mayoría de las canciones eran “representadas” por mimos, actores que imitaban a un grupo en plena faena: es decir, play back sin la presencia siquiera de los músicos originales. Y claro, se recurría a los éxitos masivos del momento, así que un grupo nuevo que intentase promocionar su primer o segundo single no tenía cabida en un programa de ese tipo. Que por cierto… en España ya existía esa fórmula desde 1961, cuando TVE inauguró “Escala en Hi-Fi”, emitido desde los estudios de Barcelona. O sea, que… ¡los británicos copiaron a los españoles! ¿No es emocionante?


Así que, mientras la BBC seguía sesteando con una programación mayoritariamente dirigida a la tercera edad y similares, algunos comerciantes emprendedores (aunque a menudo un poco gangsters y aficionados al soborno), descubrieron que era posible crear emisoras que no estuviesen sujetas a las leyes de radio británicas. ¿Cómo? Pues comprando barcos que no fuesen muy caros, que estuviesen próximos al desguace: fuera de los límites territoriales del Reino Unido había un vacío legal. Y a ello se pusieron. El primer barco-emisora fue Radio Caroline, pero luego vinieron más. Y los jovenzuelos británicos comenzaron a alucinar en colores con la programación de los disc-jockeys piratas, una generación de personajes -muchos de ellos americanos atraídos por la efervescencia británica- cuya media de edad no era superior en más de cinco años a la de sus oyentes, una generación de locos por la música pop que se dejaban la voz y el entusiasmo frente a un micro, que estaban metidos todo el día entre vinilos, buscando en las tiendas o entre los importadores la última joyita con la que impresionar a sus oyentes o a sus colegas de los otros barcos…


Como es lógico, las presiones de la asustada BBC sobre el Gobierno comenzaron a surtir efecto, y en 1967 el Reino Unido firmó un tratado internacional sobre emisión de ondas que lo igualó al resto de Europa: se acabaron las radios piratas. Pero la emisora pública había aprendido la lección y tomado buena nota: el 30 de Setiembre de ese año algunos de los disc-jockeys piratas más afamados comenzaron a emitir ahora de forma legal e ininterrumpida desde Radio One, la nueva frecuencia que había creado la BBC exclusivamente para el público juvenil. Y así quedaron definitivamente entronizados los nombres gloriosos de John Peel, Tony Blackburn, Johnnie Walker y otros cuantos apóstoles del pop radiado, sin cuya existencia probablemente la historia musical de la Isla sería otra (esta vez se adelantaron los británicos a los españoles: RTVE no dio a luz a Radio 3 hasta 1981).

Bien, pues ya tenemos las cuatro patas sobre las que el león británico se alzará y, con sus rugidos, habrá de comerse el mundo: músicos humildes y trabajadores pero con ambición, radios vanguardistas muy por encima de las americanas, decenas de locales y un público masivo y entregado. La victoria era inevitable. Lo que hubo en la Isla a partir de 1962 fue, sencillamente, el renacimiento de un imperio. 


Joder, cómo me paso con las alabanzas a los hijos de la Gran Bretaña. Y eso que soy americano... Ya ven ustedes: entre que soy de NY y mi afición por la música británica, no me extraña que el cabrón de McCarthy me tuviese enfilado. En fin, que se joda. Venga Sam, ponte al piano que hay que abrir.

 

16 comentarios:

  1. Mr. Rick, me deja ud. de piedra con eso de que en TV sacaban a actores para hacer playbacks... La gente no estaba acostumbrada a la imagen y les sorprendería cualquier cosa, la TV de aquellos tiempos sería una mierd... Nada, nada, rectifico, la TV de hoy también es una mierda. Y en cuanto a la radio, ya le comenté una vez que no he vivido nunca eso de la radio, supongo que eso que me he perdido...

    La historia de las radios piratas británicas de aquellos años tiene su punto épico y su final casi triste, típica aventura de los jóvenes casi al margen del sistema que hacen ruido, y la cosa así de happy dura poco, porque son absorvidos. Pero eso de hablar del 'sistema' y tal nunca me ha gustado, así que me callo.

    'Y, afortunadamente, aún faltaban veinte años para que apareciese internet.' Mmmm... ¿así que afortunadamente, eh? Pues sí, en buena parte sí.

    Otra cosa, Mr. Rick, respecto a su mala fama en algunos círculos de su patria ¿ha visto 'Buenas noches y buena suerte'? Si no es así, se la recomiendo.

    ResponderEliminar
  2. Esto de los barcos radiofónicos me ha gustado. Joer, qué haríamos sin gente apasionada, con ganas de aventura, que se mete a lo que sea con tal de romper restricciones y abrir nuevas vías. Aunque bueno, supongo que es un poco como se ha ido escribiendo la historia en general, ¿no?

    Aparte de esto, señor Hum, creo que al señor Paseante le quedaría que ni pintado el nombre de Johnnie Walker.

    ResponderEliminar
  3. En la peli "Radio encubierta" recogen bastante bien el ambiente de esas emisoras piratas. Aunque la banda sonora no sea de mi gusto, destila pasión por la música de babor a estribor.

    ResponderEliminar
  4. Yo creo que legal, suelen ser cervezas en botellín o cava. También hay kas y galletitas saladas :)

    ResponderEliminar
  5. Ya ve usted, mister Jethro; huy, perdón: don Raúl. Es que con tanto cambio de personalidad me lío.
    En efecto, actores. Claro, si no se le prestaba mucha atención o no se conocían las caras de los artistas, la cosa colaba. Pero vamos, que el asunto tenía su gracia. La radio en aquella época era infinitamente mejor, y además también el sonido superaba al de la televisión: las radios ya estaban muy desarrolladas, mientras que a la televisión -en blanco y negro, claro- aún le faltaba mucho. Ahora, que tan al margen no iban los disc-jockeys: sí, ponían las canciones que les gustaban, pero también otras cuantas que los patrocinadores sugerían: un fifty-fifty, era aquello. En cuanto a lo de Internet, espero que sepa perdonarme: yo es que soy de otra época.
    Ah, y no he visto la pélícula que usted cita: a ver si un día de estos me la bajo... por Internet.

    ResponderEliminar
  6. ¿Verdad, Lady Dusch, que el asunto de los barcos tiene su punto épico? Ya no se ven cosas así...
    La Historia, en efecto, suele escribirse de este modo; la historia de las artes o de los inventos, claro, porque lo que es la Historia con "h" mayúscula es una carnicería adobada con codicia y crueldad.
    Tal vez tenga usted razón en lo de "Johnnie Walker": se lo sugeriré al Paseante. Aunque, en lo tocante al whisky, lo suyo creo que son los irlandeses más que el agua de Escocia. Es un poco raro, sabe usted. Ahora, Walker es bastante. Y Johnnie... yo creo que se le pasó la época del diminutivo, pero en fin...

    ResponderEliminar
  7. Otra película que no he visto, señor Chafardero. Y van...
    De todos modos, si como dice usted recogen bien el ambiente, imagino que habrán descrito correctamente esa locura generalizada que había. Lástima que todo eso se haya perdido.

    ResponderEliminar
  8. Mmmm... señorita Cristina, imagino que ese comentario será sobre alguna observación que la haya hecho el Paseante en su blog. Pero no se preocupe: yo le informaré.

    ResponderEliminar
  9. Eran tiempos de pocos medios pero mucha imaginación, fueron algunos los barcos que se transformaron en emisoras "piratas" nunca mejor dicho, para rabia de los Ramoncines de entonces, un saludo.

    ResponderEliminar
  10. Mar...barcos, piratas, radio? Qué interesante, Rick.

    Ahora los piratas navegan por otros mares...

    Cual de esos cócteles me aconsejas?

    Buen finde.

    ResponderEliminar
  11. Bueno, pero es que el descubrimiento de la mina británica por parte de los americanos es lo que acaba suponiendo el pistolazo de salida a toda la cultura pop que estalla en los sesenta. Así que bien está que brinde por ello un americano, eh!

    Qué gran música la de aquel tiempo

    Salud!

    ResponderEliminar
  12. Tiene usted razón, señor Valdés: a los Ramoncines les daría un síncope si llegan a vivir aquello. Pobres.

    Efectivamente, señorita Felicitat: la historia, de la música o de lo que sea, siempre es interesante. Y los que somos cotillas no vea lo que disfrutamos con ella. Se entera uno de cada cosa...
    ¿Cócteles? Pues no sé... ¿un Screw driver, por ejemplo? Sí, lo que ustedes llaman destornillador, que básicamente es el vodka con naranja: causa estragos entre el público femenino, según creo. Yo es que soy más de Jack Daniels o gin tonic, pero en fin...

    Buenas noches, Irreductible: en efecto, los americanos deberíamos sentirnos orgullosos primero y envidiosos luego. Porque aquello fue un viaje de ida y vuelta: primero los inundamos nosotros y luego nos la devolvieron ellos.
    Así que todos contentos.

    ResponderEliminar
  13. ¿Mimos?

    ¡Genial Rick!

    ¡Un abrazo inmenso!

    ResponderEliminar
  14. ¿Genial yo, don Juan? Qué va: geniales ellos, con semejantes trucos. Un saludo.

    ResponderEliminar
  15. Yo de siempre he oído la frase de que 'los americanos inventaron el rock y los británicos les enseñaron a tocarlo'.

    Fascinante todo lo relacionado con la British Invasion.

    Hace poco escribí algo sobre el tema en una web musical. Lo dejo aquí a modo de curiosidad, sin ninguna intención de spamear...

    Saludos

    http://www.musicnewstelevision.com/index.php?option=com_content&view=article&id=1217:bristish-invasion-i-la-influencia-americana&catid=52:historiamusica&Itemid=68

    ResponderEliminar
  16. He ido a ver su artículo, señor Grooveman, y me parece muy ajustado, muy bien pensado. Me gustaría aclarar, de todos modos, que no es exactamente lo mismo la "British Invasion" que el "British Blues Boom", ya que la invasión, como usted mismo dice en su post, estaba formado por una amalgama de grupos beat, r'n'b y blues rock, es decir, por prácticamente todo el espectro de las músicas imperantes en la Isla en aquel momento. Grupos como los Animals, Spencer Davis Group o los Hollies no estaban encuadrados en el blues boom y dejaron su impronta allá del mismo modo que los otros.

    Y gracias por seguir indagando en esta humilde serie de posts.

    ResponderEliminar

Cierren la puerta al salir.