lunes, 9 de octubre de 2023

1960-65: Londres despierta (V)

Ray Davies comienza a sentirse presionado por su sello discográfico, que tras dos singles sin pena ni gloria se impacienta. Por otra parte sabe que ha llegado la hora de abandonar la muleta del beat y andar por su cuenta, aunque PYE piensa justo lo contrario ("el beat es la moda, hay que hacer canciones en ese estilo pero con más chispa"). Y justo entonces queda enganchado en las escalas que escucha de un saxofonista de jazz en la televisión: hay alguna similar, aunque en otro tono, con las que ha estado trasteando al piano, y en concreto una muy simple que no sabe cómo tratar pero que podría aprovecharse... ¿A ti qué te parece? Dave la escucha y de pronto es como si un relámpago le hubiese deslumbrado: coge su guitarra, la conecta a su pequeño amplificador con el cono rasgado (un apaño que le ha hecho con una cuchilla de afeitar para que suene más rasposo) y ahí está: un fa-sol-fa-sol-sol rabioso surgió de aquel ronco altavoz. A continuación Ray se puso a completar el resto de los acordes y la letra; que habría de ser simple, como lo era el riff (“una canción de amor para los chicos de la calle”, dijo). Luego vendrán los señores periodistas a decir que “You really got me”, publicada en pleno verano del 64, es la abuela del heavy metal, o es protopunk, o lo que a ellos les parezca, pero aquí entran los Kinks en la Historia. Esa canción les da su primer número uno y los lanza al mismo tiempo en Europa y Estados Unidos: en ese momento, son la nueva maravilla blanca. Ah sí, también este single tenía una cara B; más “convencional”, pero muy agradable.



Tras una conmoción que en ese momento los iguala en poderío a Beatles y Stones, a los señores de PYE les cambia el gesto y apremian al grupo a completar material para su primer Lp, que a principios de Octubre ya está en las tiendas con título homónimo. Al igual que los de sus competidores, se compone de versiones y piezas propias: de un total de catorce (cantidad poco frecuente), cinco son de Ray y seis son versiones; la instrumental “Revenge”, que aprovecha estructuras de “You really got me”, va firmada a medias por él y Page, mientras que las otras dos son piezas tradicionales reescritas por Talmy (para apuntarse derechos de autor). El disco es un tanto irregular; a algunos nos parece que, salvo alguna excepción como en “Got love if you want it” de Slim Harpo, las versiones no son su punto fuerte. Y la voz de Dave, que canta en tres piezas, tampoco me parece memorable. Las propias en cambio, serán mejores o peores pero ya demuestran una personalidad bastante marcada aunque algunas, como “So mystifying”, muestren herencias de los Stones. Ahí viene “Stop your sobbing”, otra de sus primeras clásicas, y por supuesto “You really got me”. Resulta interesante esa actualización que hace Talmy con “Bald headed woman”, que luego será versionada también por los Who. En resumen, que sin ser una maravilla el disco se defiende, y aunque sea por el tirón de su canción estrella llega al top 3, con lo cual el futuro inmediato parece despejado. En cuestión de días, para remachar, llega el single que contiene “All day and all of the night”, una especie de alternativa sobre “You really got me” y que consigue un resultado similar. Por cierto, que años después los Doors publicarán “Hello, I love you”, que tiene un parecido evidente; los parecidos pueden no ser intencionados, y si la cosa no es muy descarada suele colar (como contaba Rodión el otro día, “Mr. Soul” de Buffalo Springfield le debe algo a “Satisfaction”, por ejemplo). Pero en este caso un juez decidió que había que pagar: Morrison estuvo de acuerdo, pero a Manzarek le costó más trabajo. Aún hubo un disco más, un Ep de cuatro canciones (con tres propias) antes de terminar un año triunfal en el que la prensa ya habla de un trío de bandas británicas divinas. La british invasión va a todo tren.



El año 65 se inaugura con todos los honores: en Enero llega “Tired of waiting for you”, otra pieza para alimentar el mito, otro número uno para la colección. Poco después se publica “Kinda Kinks”, el segundo Lp, que aparte de su éxito en ventas -otro top 3- es un notable salto de calidad, aunque Ray ya comienza a quejarse del trabajo de producción que hace Talmy (un admirador de Spector pero sin sus recursos técnicos). Por otra parte, de una docena de piezas solo dos son versiones: el blues “Naggin’ (woman)” de Jimmy Anderson, y “Dancin’ in the street”, una de las perlas de la Motown; tienen encanto, pero probablemente están ahí de relleno por la prisas del sello en publicar cuanto antes. Ray tiene ya un perfil definido, y comienzan a surgir canciones “de autor” como la exquisita “So long”, acústica, en la que ya se percibe esa intencionalidad de reflejar sus sensaciones más profundas (el no saber hacia dónde se va, dejar atrás su universo conocido -Got no time for Muswell town-, esa morriña existencial tan suya). En lo puramente musical este disco es un compendio de varios estilos, desde el beat con “sello de la casa” -“Got my feet in the ground”, o el pop melódico del estilo “Something better beginning” hasta el cruce entre pop y r’n’b de piezas de ritmillo venenoso como “Wonder where my baby is”, lo cual puede hacer pensar que o bien es un disco de transición o, simplemente, como decía Ray, “Probamos con varios estilos y no estábamos a gusto en ninguno”. Así que este es uno de los discos en los que su opinión no cuadra con la del público e incluso la crítica: él sigue pensando que es una obra menor, mientras que a casi todos sus fans nos parece muy bueno. Tal vez se deba al cabreo por la producción, “llena de fallos” según él. Y en parte tiene razón, ya que las prisas continuas del sello les obligan a ir a toda velocidad: en PYE estaban acostumbrados a vivir del single, de los éxitos inmediatos, y nunca gestionaron bien a los músicos con proyección como ellos. Tenían miedo de que a sus estrellas se les acabasen las ideas de un día para otro, y trataban de exprimirlos.


La situación interna del grupo, un tanto desbordado por el creciente número de giras, cada vez más intensas, agotadoras, se degradaba a ojos vista. Los dos hermanos son de carácter fuerte, desde pequeños habían vivido en un continuo antagonismo y en ocasiones llegaban a montar verdaderas peleas antes, después o durante una actuación. Dave en concreto tuvo épocas enloquecidas, sobre todo en los primeros años del grupo: sexo, drogas y rock and roll a caño libre, para resumir (y Pete, frecuente compañero de correrías, no era mejor que él). La tensión se desbordó en una gira isleña, en Mayo, durante dos días encadenados: según Ray, Dave y Mick ya empezaban a odiarse por entonces. Una noche, tras la actuación, un Dave bastante borracho golpea a Mick, este se defiende y la bronca pasa a mayores. Al día siguiente, en pleno escenario, Dave insulta a Mick, empieza a darle patadas a la batería y Mick, exasperado, le lanza el soporte de un platillo que casi le quita un ojo y le abre una brecha que sangra con abundancia: Ray, atónito, creyó por un momento que su hermano había muerto. Finalmente Dave recibe 16 puntos de sutura en la cabeza, y por supuesto la gira quedó suspendida. La fama de violentos que ya tenían los Kinks comenzó a resultar un lastre. Pero Larry Page supo manejar bien el conflicto: dejó pasar unos días y luego reunió a los cuatro en su despacho. Los había llamado por separado, sin que unos supiesen que iban a estar los otros, y les informó de que había firmado su primera gira americana. ¿Y ahora qué vais a hacer, seguir a hostias o tomarlo en serio?

Decidieron, al menos de momento, dejar la tensión aparcada y volar hacia el país soñado desde que eran pequeños. Aunque para Ray la sensación fue agridulce, ya que justo en esos días acababa de ser padre. Y aquí, para que se comprenda mejor lo que pasó, hay que recordar cómo era -y tal vez lo sea aún- la especial “idiosincrasia” del americano (vale, estadounidense) medio. Porque a los estadounidenses de bien no les gustaba ver llegar a esa tropa de ingleses melenudos, maricas y probablemente comunistas, que venían a robarles el trabajo a sus compatriotas y emponzoñar la moral de sus hijos: la mayor parte de los músicos británicos de la época tienen muchas historias que contar sobre esa mezcla de odio y desprecio con la que se les trataba en los aeropuertos (¡Huy, qué niñas más guapas! ¿O sois niños?), hoteles, carreteras e incluso en la radio o televisión. Y en un encontronazo de ese tipo se les hundió la carrera en aquel país por un tiempo.

La cosa ya empezó mal en el aeropuerto, cuando un policía de aduanas preguntó a Ray si era un beatle o una chica, a lo cual contestó aquello de “Soy una chica, como mi hermano”: esa frase los dejó retenidos allí unas cuantas horas, para que se les bajasen los humos. Las primeras actuaciones fueron transcurriendo sin mucha queja, aunque a medida que se internaban en el país disminuía el índice de asistencia: estaba claro que unos cuantos organizadores habían firmado actuaciones del grupo por inercia, y si las salas estaban semivacías en muchos lugares del mapa era porque allí nadie sabía quiénes eran esos kinks. Algunos intentaron no pagarles, o pagar mucho menos, y el grupo lógicamente se opuso: en venganza, ahí llegó la primera denuncia al Sindicato de Músicos. A cambio intervinieron en un buen número de programas musicales televisivos e incluso más de un especial, pero por fin llegó la desgracia tras un programa en Los Angeles. Un sindicalista les pone delante unos papeles para firmar, sin tiempo a leerlos siquiera: Dave se niega y el otro empieza a insultarlos, zarandea a Ray y este le lanza un puñetazo. Por el medio ha habido desprecios de varios músicos (“Mike Love, de Los Beach Boys, contoneándose ante nosotros como si fuese un pavo real” dijo Ray. “Ni siquiera nos saludó, ninguno de ellos. Celos profesionales, supongo”), y finalmente llega la venganza del sindicato, que les prohibirá actuar allí por cuatro años. Ni siquiera hubo una razón concreta, pero en aquel momento les dio igual: América no era lo que había esperado.

Durante unas semanas, antes de volver al trabajo intensivo, Ray al menos trató de recuperar la tranquilidad disfrutando de la relajada vida familiar. Por entonces se publicó un single cuya cara A era "See my friends”, la primera canción occidental hecha con ese aroma de raga que luego se pondrá de moda en medio mundo. Ray ha escuchado el cántico que entonan unos pescadores en la playa cercana al hotel de Bombay en el que está hospedado el grupo de camino hacia Australia, y tanto ese cantar como algunas ideas de la filosofía hindú le impresionan. Como curiosidad y por una vez en la vida, tanto Beatles como Stones se pusieron de acuerdo: es una de sus mejores canciones, y no les importaría haberla escrito ellos. Sobre la letra se ha dicho muchas veces que hay un cierto aroma de homosexualidad, y el propio Ray admite ese enfoque aunque aclara que en esencia la cosa es más amplia, más abstracta, está por encima de un género u otro, y hace mención a aquella estancia en India, por muy breve que hubiese sido. Un buen contraste a ese espíritu podría ser “A well respected man”, incluida tanto en single como en Ep y en la que Ray ironiza sobre las personas “de orden”, que lo hacen todo bien y a su hora, elegantes, pulcros, impolutos. Ahí la inspiración le vino en aquella corta época familiar en la que incluso llegó a acudir a un campo de golf, “a dar unos golpes”, y comprobó que muchos de los personajes que se movían en ese ambiente pertenecían a una clase distinta a la suya, afectados, displicentes, aunque algunos no tenían inconveniente en relacionarse de vez en cuando con la plebe: de un leve encontronazo con uno de ellos, un militar que le ofreció echar una partida en cuanto supo que era “un músico”, viene esa canción.




A finales de Noviembre se lanza el tercer disco grande con el título de “The Kink kontroversy”, que viene a ser una ironía sobre la fama conflictiva que arrastraban. Por esa época se produce la marcha –expulsión, más bien- de Larry Page, que comenzaba a ser un parásito en el sentido tradicional de la palabra: ganaba dinero de varias maneras a cuenta del grupo, mientras artísticamente ya estaba más interesado en algunas figuritas americanas que en ellos. Por primera vez el listado de canciones coincide en la Isla y en Estados Unidos, lo cual tampoco importa mucho porque allí solo funcionan bien sus singles. De nuevo se podría considerar como un disco de transición, aunque tiene más categoría que el anterior, porque sigue habiendo una gran mezcla de estilos. En cuanto a la temática y el “tono anímico”, por decirlo así, no hay duda de que Ray se está asentando y cada vez da más valor a sus reflexiones sobre la vida que le rodea, sus nostalgias de tiempos y lugares o la ironía sobre el clasismo enfermizo de su país. Sin embargo hay veces en que se nota desequilibrio entre la calidad de las letras y la música que las envuelve; y tan respetable es la perspectiva de Ray como la de buena parte de los aficionados, que siempre elegirán lo segundo sobre lo primero (Aunque resulte cruel, repito aquella frase de las divinas Vainica Doble cuando decían que sí, que todo el mundo alababa sus letras, pero que si las habían hecho era para que cuadrasen con sus músicas: “quien quiera letras, que se compre un libro”). De todos modos hay verdaderos fogonazos de genio como “Till the end of the day” -la indiscutible estrella del disco- o “Where have all the good times gone?” (que además fueron cara A y B en single) y como siempre el nivel medio es excelente. Pero, al igual que en Estados Unidos, también en Europa hay cada vez más diferencia entre el nivel de ventas que alcanzan sus discos grandes (este será su último top 10) y los singles.



Los Kinks entrarán en el segundo quinquenio de los años 60 con esa fractura ya muy marcada: disco grande para el fan “entendido”, single para el aficionado medio. Y por otra parte, no siendo una banda de masas como Beatles o Stones, su situación económica se agrava a causa del boicot estadounidense. Los Kinks cargan con un montón de lastres. Benditos sean. Nadie dijo que la vida fuese un camino de rosas.


6 comentarios:

  1. Vaya entrada, vaya historia, vaya discos... Antes de nada, gracias por la mención. Larga vida a los Doors, pero lo del ''robo'' en esa canción es evidente.

    Los tres álbumes que comentas valen mucho, aunque hay una mejoría muy clara, eso sin tener en cuenta los magníficos singles que pululan alrededor de ellos. Los que tenemos cedés no lo distinguimos tanto, porque hay canciones incluidas como ampliación que en su momento se vendieron aparte. De ellas, ''A well respected man'', de la que hablas, es una de mis preferidas, y también ''Set me free'', por cierto, ''Dedicated follower of fashion''... Pero me resulta difícil hablar de las mejores, porque son muchas. De los discos, además de los hits que subrayas, como esa maravilla que es ''Tired of waiting for you'', y por supuesto los petardazos ''You really got me'', ''Till the end of the day'', etc, me encanta ''Ring the bells'': The Kink Kontroversy es justamente visto como un disco de transición, pero qué bueno...

    Más o menos, siempre he coincidido contigo en la visión de las letras en relación a la música. También he pronunciado yo más de una vez esa frase de ''si quieres letra, lee un libro'', sin saber quién la dijo ni cuándo. Sin embargo, estarás de acuerdo en que una letra puede engrandecer y a veces hasta estropear una canción. Realmente me resulta difícil separar ambas cosas, sobre todo en algunos casos: con los Kinks me pasa eso mismo. Creo que lo explicaste muy bien en un comentario de la anterior entrada: son un modo de vida y un modo de retratar lo que nos rodea, lo viejo está en lo nuevo, arrastramos el viejo mundo en nuestras pequeñas miserias del ahora, y también en la belleza.

    Lo dicho, una gozada la entrada. Saúde.

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    1. Es una historia que da mucho juego, la de los Kinks. Con luces y sombras, como debe ser, porque no es una banda "ganadora" al estilo de Beatles o Stones. En cuanto a la diferencia singles/Lps, comprendo que las nuevas generaciones pierdan un poco la perspectiva ante unos cedés en los que aquellas piezas de disco pequeño ahora figuran generalmente como "bonus". Quiero decir que tal vez resulte un poco difícil hoy comprender la relevancia de aquel formato (que entre las tribus indies ha vuelto con fuerza). El single era la verdadera estrella de las tiendas hasta finales de los años 60, y el Lp se consideraba un "trabajo en profundidad", por decirlo así. Creo que ya he dicho algunas veces que el single iba muy bien para los grupos pop estándar, y que cuando la industria se conjuró para fomentar el formato grande por puro interés económico muchos de esos grupos se hundieron. Los Kinks, como todos los grupos de ese tiempo, tenían la obligación de publicar singles realmente buenos, con gancho, porque eran los que creaban afición y tiraban luego de los Lps. Por desgracia esa táctica no le sirvió de mucho a este grupo, al menos en grandes tiradas, porque esa querencia de Davies a "lo conceptual" lastraba con frecuencia el tono musical medio del disco. Seamos honrados: una buena parte de la producción de los Kinks, sobre todo en los años 70, se hace pesada.

      Y claro, aquí volvemos a lo de las letras y las músicas. Por lo dicho antes, tienes razón en que precisamente los Kinks llevan su producción muy "compactada", pero ya digo: eso es un arma de doble filo. Por supuesto que nadie desprecia las buenas letras, pero sabes perfectamente que personajes como Dylan nunca habrían llegado a lo que llegaron de no ser por la música. En fin, cuando conseguían el equilibrio entre una cosa y otra eran el grupo más delicioso en la historia del pop británico. "Waterloo sunset", por ejemplo, es el estado de gracia, un verdadero nirvana del grupo.

      Saludos mil.

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  2. Como muchos otros de mi generación, me estrené con aquellos singles maravillosos de "Sunny Afternoon", " Death of a Clown", "Lola" o "Victoria", todavía conservo alguno. Aunque los primeros Lps que compré fueron de una época posterior, estos tres primeros que comentas ya lo fueron en las reediciones que se publicaron por Castle Music allá por el año 2000, lo típico para ir completando la colección.
    A pesar de hacer mucho tiempo que no los escucho (cuestión está que en el caso de la banda londinense no importa tanto, su estilo melódico ya forma parte de nuestro ADN) y vistos en perspectiva, quizás optaría por el "Kinda Kinks! ", la mayoría de sus canciones son propias (unas mejores que otras, " Wonder Where My Baby Is Tonight " o "Tired of Waiting", recuerdo aquí la magnífica versión de The Flock) y las pocas versiones, especialmente " Dancing un the Street " quedaron muy bien.
    Excelente entrada, especialmente la documentada recreación de los problemas de la banda en EEUU.
    Saludos

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    1. Ah, los benditos singles... Como le decía a Rodión, en nuestra época -y antes- aquellos benditos artefactos eran nuestra mayor alegría. Y esa función de introductores era muy importante, ya que en muchos casos los Lps no siempre llegaban a España, o llegaban tarde; por no hablar de las canciones que solo se publicaban en ese pequeño formato, claro.

      Efectivamente, yo también destacaría en los Kinks su aspecto melódico antes que el rítmico (con las salvedades tipo "You really got me" que se quieran). En ese sentido eran un grupo delicioso, y esa querencia melódica viene dada claramente por su profunda raíz inglesa: para mí los Kinks son el grupo más "folk" de los cuatro grandes (aunque a principios de la década el folk aún no ha comenzado a salir de las tinieblas).

      Saludos mil.

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  3. Aquí la cosa va poniéndose a tono. Gané una lámpara de techo (de papel) en el programa de radio "Windy Club", de Micky el de Los Tonys, escribiendo una carta que hablaba del sospechoso parecido de “Hello, I love you” de los Doors con “You really got me” que comentas en esta entrada. ¡Qué tiempos! Aquí hay canciones que tienen mucha miga (“Till the end of the day” “Where have all the good times gone?...” Qué voy a decir yo. De esas dos y otras treinta y pico más hice mis versiones de andar por casa en plan homenaje a mi grupo favorito. Disfruté como un cosaco. Y seguimos asistiendo al "Máster 1960-65".
    Saludos

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    1. Ahí, ahí. Amor de fan, como debe ser. Lo de los Doors clama al cielo, y resulta difícil de creer que fuese una casualidad. En la entrada de Rodión se lee que Neil Young no fue consciente al principio de que su "Mr. Soul" compartía algunas estructuras con el "Satisfaction", pero se ve claramente que son dos canciones distintas; en la de los Doors también se ve claramente que una va "a caballo" de la otra.

      ¿Treinta y pico versiones? Lo dicho, amor de fan. Pues ya podías hacer una selección, al menos de diez o doce, y darlas a conocer. Mira, ya tienes trabajo para le temporada otoño-invierno...

      Saludos mil.

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