“… Ante el micrófono sigo rasgando sin parar la aullante guitarra Rickenbacker; luego le doy al interruptor que instalé para que chisporrotee y acribille la primera fila con ráfagas de sonido. La arrojo al aire con violencia y siento un estremecimiento repentino mientras el sonido se degrada de un rugido a un estertor: miro hacia arriba y veo el cuerpo fracturado de la guitarra mientras la extraigo del agujero que ha dejado en el bajo techo.
En ese momento tomo una decisión repentina, y en un frenesí demente vuelvo a arrojar una y otra vez la guitarra contra el techo. Lo que antes era una simple fractura, ahora es un astillado estropicio. Sostengo la guitarra ante el gentío con gesto triunfal. No la he machacado: la he esculpido para ellos. Despreocupado, arrojo la guitarra hecha añicos al suelo, agarro una Rickenbacker nueva de doce cuerdas y prosigo el espectáculo”.
Pete Townshend (“Who I am”, memorias)
Los High Numbers comenzaron a distanciarse de Meaden: nadie negaba que sus ideas publicitarias y su visión de mercado eran originales, pero con ellos en concreto no sabía entenderse. Y justo entonces surgen otros dos de esos muchachos que pululan por la ciudad en busca de emociones fuertes: Kit Lambert (hijo de artistas) y Chris Stamp (hermano pequeño del actor Terence Stamp). Kit fue el primero en ver al grupo en la famosa serie de actuaciones que estaban dando en el Railway Hotel -donde Pete adquirió el hábito de destrozar guitarras como parte del show-, y a continuación llevó a Chris: ambos quedaron patidifusos. Llevaban un tiempo dando vueltas a la idea de filmar una película sobre un grupo fantástico pero desconocido para las masas -es decir, idealizado- que representase la esencia del nuevo pop londinense, y de pronto resulta que lo tenían delante. Por desgracia la película no pasó del estreno ante una pequeña parroquia de mods y luego quedó guardada en un cajón, sin salida comercial (según Pete, la única copia está en manos de Roger), pero Kit y Chris se habían encaprichado con los Numbers y se ofrecieron a ser sus managers. Al principio Pete y sus socios se sorprendieron un poco ante una oferta que venía de unos personajes que, al decir de Keith, “eran tan raros como nosotros”; claro que, tal vez por eso mismo, la cosa podía salir bien. Hubo alguna que otra discusión subida de tono con Meaden, pero finalmente este desapareció de escena y los Numbers volvieron a ser los Who.
La industria estaba evolucionando a toda velocidad. Dos años antes los Beatles se habían saltado una de las normas no escritas pero más comunes en el negocio, que era la de comenzar una carrera con versiones. Y ahora, a mediados de 1964, los sellos ya desconfiaban de los músicos cuyo repertorio no tuviese al menos la mitad de piezas propias. En eso tenía razón Meaden, ya había dos clases muy delimitadas: la de los compositores y la de los simples intérpretes; y por supuesto se valoraba mucho más a los primeros, porque de los otros había de sobra donde elegir. Pero Pete aún no se atrevía a dar el salto, y las maquetas de los Who fueron rechazadas sucesivamente por EMI y por Decca; por no hablar de la repulsión que causaban en algunos directivos sus gestos bruscos, sus modales agresivos, como si permanentemente estuviesen actuando. Kit y Chris recibieron luego un soplo de un colega de la Decca que les explicó que esos habían sido los dos “problemas” por los que no habían superado la prueba. Por lo tanto, y dejando aparte la imperiosa necesidad de mantener las formas en según qué sitios, insistieron a Pete en que se pusiese a escribir en serio, ya que ambos estaban convencidos de que tenía madera para ello. Así que nuestro amigo se encerró en casa con material de estudio: Dylan o los Kinks, junto a unas cuantas luminarias del jazz, el blues y el r'n'b, formaron parte de ese material.
Pete resume así sus impresiones después del repaso: “Intenté captar qué era lo que realmente sentía como resultado de dicha inmersión musical. Mi cabeza no dejaba de machacar una misma idea: no puedo explicarlo. Ese sería el título de mi segunda canción, y con ella empecé a practicar algo que repetiría a menudo en el futuro: escribir canciones sobre música”. Y mientras él terminaba la construcción de “I can’t explain”, Kit y Chris habían conseguido interesar a Shel Talmy, que por entonces estaba produciendo a los Kinks (grupo que les recomendó estudiar a fondo). Talmy decidió que esa maqueta tenía posibilidades, así que hizo dos cosas: contratar fechas en el estudio de PYE -o sea, donde grababa con los Kinks- y ficharlos para el veterano sello Brunswick. Ese sello, que había sido un clásico en los años del jazz tradicional y las orquestas, pertenecía ahora a Decca: así entraban en el sello grande por la puerta de atrás, suficiente para garantizarse la distribución en Estados Unidos. Sin embargo para ese debut no confió en las habilidades técnicas del grupo, así que por el medio andan algunos músicos de sesión como Jimmy Page, o los Ivy League haciendo voces. Y justo a tiempo para la celebrar la Navidad de 1964, se publica esa canción como cara A y su versión de “Bald headed woman” en la B; ahí se nota el interés personal de Talmy, puesto que ya los Kinks tenían la suya, incluida en su primer disco grande. Y también se nota que “I can’t explain” debe cosas al grupo de Davies, pero ya muestra una personalidad propia. Consiguió un top 10, lo que para un grupo nuevo es un triunfo (¿quién se acuerda ahora de los High Numbers?).
Poco antes un amigo de Pete, ex compañero de la escuela de Arte, había diseñado el legendario cartel de “Maximum R&B”, que al principio se usó únicamente para unas actuaciones en el Marquee pero que con el paso del tiempo ha llegado a ser uno más en la larga lista de fetiches de este grupo. Kit y Chris habían empapelado la ciudad con ese cartel, habían creado el preceptivo club de fans, estaban trabajando intensamente por conseguir que los mods fuesen un público fiel y, en la primavera del 65, cuando llegó el segundo single, los Who estaban a punto de ser considerados como el as que faltaba en la baraja. Aunque había un pequeño resquemor por parte de Roger, para quien “I can’t explain” era una cancioncilla pop un poco blandita, impropia de un grupo de rock que se preciase, y no estaba dispuesto a seguir por ese camino: había que grabar el tipo de ritmo y de sonido que estaban consiguiendo en el directo, trasladar ese espíritu al disco. Así es como se presenta, a mediados de la primavera de 1965, la “descarada, orgullosa y atrevida” (Pete dixit) “Anyway, anyhow, anywhere”, la única canción que ambos construyen a medias (bueno, casi: solo la letra es en su mayoría de Roger). No hay duda de que esa canción evoca nítidamente cómo suenan -y sonarán- los Who sobre un escenario, con esa guitarra entrando en feedback, la batería más salvaje que se ha oído hasta entonces y un bajo que es un solista más (por otra parte, con ese criterio Talmy no necesitaba hacer grandes alardes en las labores de producción). Fue un nuevo top 10, y alfombró el camino para lo que iba a llegar en otoño. La cara B es una versión de “Daddy rolling stone”, una pieza de Otis Blackwell que se hizo famosa en 1963, en el ambiente mod de la Isla, gracias a la interpretación de Derek Martin: de ahí parten los Who para crear la suya.
Los Kinks habían dado la campanada con su tercer single, y eso mismo hicieron los Who: “My generation”, publicado a mediados de otoño, fue su consagración (por supuesto, con la misma consideración periodística de “protopunk” y demás lindezas que se le habían atribuido antes a “You really got me”). En lo musical hay algunas enseñanzas heredadas del blues, especialmente en la voz de Daltrey (“los tartamudeos de Sonny Boy Williamson”, según Pete), acompañadas por el ya inconfundible rasgueo denso, intenso, de Townshend y una base rítmica en la que cada vez se le está dando más protagonismo a Entwistle, un bajista que ya comienza a ser considerado entre los mejores de la Isla. El resultado final es demoledor… y sí, Peter afirma que se inspiró en el espíritu rítmico de “You really got me” para escribir esta canción. En lo “literario” puede considerarse como un airado manifiesto de frustración, una reivindicación de clase; irónicamente fue dedicada a la Reina Madre, a raíz de un ridículo incidente por un coche aparcado en el lujoso barrio de Belgravia, donde Peter estaba residiendo por entonces. “Belgravia, el barrio donde las mujeres con abrigos de pieles pasaban ignorándome como si no existiera, no hacía más que manifestar el abismo generacional que yo trataba de describir (…) Su enfermedad era cuestión de clase. La mayoría de los jóvenes de aquella zona trabajaba para convertirse algún día en clase dirigente. Sentía que todo aquel camelo era como la muerte, en tanto que yo me sentía vivo; no solo por ser joven sino porque estaba vivo de verdad, no lastrado por la tradición, la propiedad y la responsabilidad”. Al igual que pasó con el single de los Kinks, casi nadie se acuerda de la cara B: “Shout and shimmy” es una de las clásicas de James Brown, y los Who la defienden bastante bien.
Como era de esperar, antes de que termine el año tiene que haber un Lp en las tiendas. Y no hace falta complicarse la vida con el título, porque “My generation” le sienta como anillo al dedo. El grupo, sin embargo, no está tan convencido: al igual que le pasaba a los Kinks por entonces, tanto el sello como Talmy tienen mucha más prisa que ellos. De todos modos tratan de ponerse a la altura, y de un total de doce piezas hay solo tres versiones, bastante competentes: “I don’t mind” y “Please, please, please” de Brown -por insistencia de Daltrey, devoto suyo- y el “I’m a man” de Diddley. La exhibición instrumental titulada “The ox”, apodo por el que se conocerá a John, está compuesta por el grupo salvo Daltrey con la ayuda del legendario teclista Nicky Hopkins, y las demás son todas de Pete. Y aunque él no esté muy de acuerdo, muchos consideramos que esto es ya el abecé de los Who: en primer lugar no hay un claro predominio de unas canciones sobre otras, lo cual indica que no hay relleno. El indiscutible estrellato de “My generation” no ensombrece a nuevas clásicas como la vigorosa “Out in the streets” que abre el disco, ese pop contrahecho de “La-la-la lies”, el casi himno “The kids are alright”… El nivel medio es soberbio. Pero además, y aunque todavía hay influencias claras del r’n’b en su vertiente pop, o algunos retazos de los Kinks, este ya es un disco propio al cien por cien: son influencias, no deudas. Y si Elvis Costello dice que “este disco es mejor que todo lo que yo haya hecho”, sabrá por qué lo dice. Ah, y los fans lo llevaron al top cinco, lo cual indica que no solamente lo compraron los mods, así que los Who ya son el cuarto as. Aunque en Estados Unidos la cosa irá mucho más lenta; de hecho las ventas allí son bastante flojas, y su primera gira no llegará hasta 1967. Bueno, pues ellos se lo pierden.
Entre finales de 1965 y principios del 66 hay cambios significativos en la dirección administrativa y técnica del grupo: en general, serán para bien. Pero esa es otra historia, otro tiempo, así que de momento nos conformaremos con lo que nos han dejado hasta ahora. Que tal vez parece poco, pero es mucho.
A parte del interesante proceso de creación que nos has contado del grupo, que te agradezco, debo decirte que te he hecho caso y a parte de las que has colgado, me he puesto a curiosear y me ha llamado la atención “Out in the streets” porque como sabes Bruce Springsteen, tiene un tema que se titula igual ( ya, ya.. nada que ver : ) me gusta sus reminiscencias a rhythm&blues, pero sobre todo y más que nada, la súper batería que suena... de Keith Moon, en la que nunca me había fijado y es ciertamente es tremenda. Recuerdo que mi hermano, que es devoto incondicional de Led Zeppelin, decía que su batería, John Bonham ( Bonzo), era fan absoluto de Keith Moon y es verdad, los dos se dejaron la vida aporreándola, en el buen sentido de la palabra ; ) Sin duda, dos máquinas de la batería. En fin, que a estas alturas de la película gracias a ti estoy descubriendo a The Who..supongo que nunca es tarde... Gracias de nuevo, buenas noches y un abrazo!
ResponderEliminarHola, María.
EliminarEs cierto que saber algo sobre el proceso de creación y "funcionamiento" de un grupo nunca está de más, pero lo importante siempre es su obra, así que en efecto: nunca es tarde, porque las grandes bandas, los grandes músicos, los grandes artistas en general, son intemporales. E insisto con los Kinks, porque estoy seguro de que al menos sus canciones más conocidas pueden llegar a gustarte más que muchas de los Who.
El señor Keith Moon no sé si fue el mejor batería británico; eso es mucho decir, teniendo en cuenta que hay estilos muy distintos a los que no siempre les va ese modo de tocar: el jazz o el blues, por ejemplo. Pero en el mundo del rock a mí me parece mejor que Bonham. Moon nació para eso, no me lo imagino trabajando en ninguna otra cosa.
Saludos mil y bienvenida otra vez.
Seguramente no siento tanto entusiasmo como tú por este primer álbum, considerado por entero y comparado con los siguientes, pero su importancia e innovación están fuera de toda duda. Y es verdad que las bases del sonido The Who están ya aquí, así como esa crudeza que perdería el segundo disco grande, aunque ganase en otras cosas... Si Townshend piensa que no consiguió reflejar la intensidad de los directos, aquellos debieron ser apoteósicos, porque una de las principales bazas que veo al disco es precisamente su fuerza.
ResponderEliminarComo disco lo habré escuchado menos que otros, pero si hablamos de canciones sueltas, en esta época están alguna de mis preferidas: las clásicas 'I can't explain', 'Anyway, anyhow, anywhere' (todavía recuerdo mi grata sorpresa cuando la descubrí, siendo adolescente, pues Eskorbuto copiaron los mismos riffs de guitarra rítmica de Townshend para abrir una de sus canciones; y claro, las comparaciones son odiosas...) y por supuesto 'My Generation', ese cohete nuclear. Eso del 'protopunk' lo hemos comentado otras veces: si lo veo fuera de lugar referido a The Stooges, aplicarlo a The Who ya produce vergüenza ajena, supone una visión muy limitada de la historia musical, incluso distorsionada.
Una duda al respecto de la portada, que Wikipedia no me termina de aclarar: por alguna razón, pensaba que esa que has dejado aquí era la portada americana, mientras que la británica era otra en la que aparecen los miembros del grupo en contrapicado, con el Big Ben de fondo, algo menos inspirada. ¿Esta es entonces la original británica?
Bueno, tal vez "entusiasmo" no sea la palabra correcta, pero sí es verdad que refleja no solo la potencia y la frescura de los Who, aunque ya están muy hechos para entonces, sino también el rumbo que tomarán buena parte de los músicos británicos de la época: ese poderío, esa contundencia, ese equilibrio entre rock y pop, es la llave de entrada al maravilloso año 1966 que luego quedará deificado, mucho más tarde, con ese invento comercial del "freakbeat".
EliminarSobre la intensidad de los directos, la queja era más bien de Daltrey tras "I can't explain", y se "resuelve" con "Anyway, anyhow, anywhere". Las quejas de Townshend venían más bien por las prisas de Talmy y el sello, ya que le hubiera gustado tener más tiempo para preparar ese debut. Pero en fin, bien está lo que bien acaba.
Esa portada es la británica. En plan técnico la cosa no tiene duda: sello Brunswick en esquina superior derecha, delgada línea blanca Brunswick/Decca enmarcando la fotografía, palabra "mono" en blanco sobre fondo negro y tipografía Brunswick/Decca UK para el número de serie en esquina superior izquierda. La edición estadounidense lleva la flecha Decca USA en la esquina superior derecha (esa flecha será heredada luego por la MCA, que compró Decca USA años después). Por último, el título del disco en USA es "The Who sings my generation".
Pero si te paras a pensarlo, en este caso en concreto cada portada tiene su lógica teniendo en cuenta el país a la que va destinada: en la Isla le cuadra muy bien esa fotografía medio barriobajera, portuaria, un buen hábitat natural para una pandilla de mods desclasados, airados, rebeldes. En cambio, esa imagen resulta "agresiva" en los Estados Unidos de esa época: mucho mejor presentar ante nuestro querido público a una nueva banda de esas que forman parte de la British Invasion, ante la Torre de Londres, todo muy british, muy actual. Los siervos de las colonias, en el fondo, siguen adorando a la City. Y eso es lo que hay que vender.
De todos modos, para este tipo de dudas te recomiendo la página Discogs. Con este tipo de épocas y suelen ser bastante fiables.
Muy documentado los principios de este supuesto cuarto as, pero que como ya he dicho, nunca he conectado con ellos. Qué se va a hacer
ResponderEliminarPues es una lástima, porque tienen unas cuantas canciones que yo creo que le pueden gustar a cualquiera, tanto de esta época como luego. En fin, todos tenemos manías: a los Queen ni me los mentes.
Eliminar¡Ostras! ya estamos en las séptima clase y yo pendoneando por ahí, ya demás con uno de mis grupos favoritos. Me gusta la frescura con que empezaron, con esos guitarrazos y al forma de tocar, perdón de aporrear la batería de Keith Moon, y con la voz del Daltrey, para que quieres mas.
ResponderEliminarMe gustan los grupos que van cambiando de estilo según avanzan los años, y Who es un buen ejemplo, además me gustan todas sus èpocas, cosa que no se puede decir de muchos grupos.
Bueno,a ver lapróxima lección y he hecho el propósito de no perdermela... ya veremos.
Saludos
Jose
Bah, nunca es tarde si la dicha es buena. Estas historietas quedan aquí, no se van a ningún sitio. Los Who efectivamente tenían un fondo de frescura que no tienen la mayoría de los demás competidores suyos. Eran los más directos, lo más contundentes de toda esa generación; luego ya te gustarán más o menos unos u otros, pero esa cualidad no se les puede negar.
EliminarY la evolución... pues eso, el "Quadrophenia". Comprendo perfectamente que haya fans que, como en el caso de Beatles, Stones o Kinks, añoren su primera época; pero chico, ante una carrera como la de los Who, continuamente superándose hasta llegar a ese disco, creo que no hay mucho que objetar. En fin, como siempre para gustos se pintan colores.
Saludos mil.
Enhorabuena por el texto, toda una documentada y amenísima información que afianza aun más mi devota fidelidad por la banda londinense. Este su primer Lp cayó en mis manos, reeditado en 2002, mucho después que sus grandes clásicos "Quadrophenia" y "Tommy", "Live at Leeds" o "Who´s Next". Una adquisición imprescindible porque resume, en esencia, la grandeza de su primer época, sus grandes canciones, su fuerza riímica y su fuerza escénica, lo rememoras en los primeros párrafos en los que habla Pete. Además del álbum original, esta reedición incorpora otras dos caras como bonus con montones de tomas conocidas (y otras no tanto) otras alternativas no publicadas anteriormente, incluso algunas publicadas en raros EPs franceses de la época. Hay una versión instrumental de "My Generation" que se sale de lo buena que es. Todo ello adornado por unas cuantas fotos de sus singles de la época. ¡Una joya!.
ResponderEliminarAl hilo de lo que comenta Rodión, corrígeme si me equivoco, la foto de la portada que presentas es la americana. En la inglesa (no podía ser de otra manera) aparecen retratados a la sombra del Big Ben.
Saludos,
Muy buenas, don Javier.
EliminarSupongo que, por la edad y la mala distribución que había en España, nos habrá pasado a todos los que estamos aquí: conocimos a estas bandas primero por algunos singles sueltos, y los primeros discos grandes más tarde. En mi caso no lo escuché hasta mediados de los años 70, en una reedición barata.
No conozco esa reedición que comentas. Tengo bastantes "bonus" pillados de aquí y de allá, incluyendo esa "My generation" instrumental, pero tal vez sería buena idea juntarlo todo en un solo disco.
En cuanto al asunto de la portada, lamento desilusionarte: esta es la fetén, la isleña. Trato siempre de poner las portadas originales, para que la cosa quede mejor "ambientada", por así decirlo. Échale un vistazo a mi comentario a Rodión y seguro que le verás la lógica.
Saludos mil.
Me acuerdo de los High Numbers, pero solo porque los tengo en el disco duro desde que me hice con “The High Numbers - Live At The Marquee Club (Bootleg)-1964”; ya en la era de internet. Así que no los conocí en su momento. Me viene muy bien conocer ahora sus andanza. Otra cosa fueron los Who. Esos sí que me entraron bien en mi adolescencia. Canciones como “I can’t explain”, “Out in the street”, “La la la lies”, “I don’t mind”... y sobre todo “My Generation”, me volaron la cabeza en esa edad temprana. Junto con Kinks, Beatles, R. Stones... forman parte de la banda sonora de aquel tiempo imposible de olvidar.
ResponderEliminar¡Qué tiempos!
Hola, Bab. Teniendo en cuenta que los Who solo publicaron un single como High Numbers, y que no es precisamente de sus mejores momentos, no te perdías nada de importancia. Lo bueno viene precisamente a partir de ahí.
EliminarLa banda sonora, efectivamente. Pero aún sigue ahí. Es lo bueno de la música, que no se pierde en el olvido.