martes, 31 de octubre de 2023

1960-65: Londres despierta (VIII)

Los Yardbirds son, o deberían ser, el indiscutible quinto nombre británico en la época de transición entre uno y otro quinquenio de los años 60. Sin embargo su carrera fue tan intensa como corta, casi fugaz, y en consecuencia, en estos tiempos en que cuentan más los trienios cotizados que la obra bien hecha, parecen haber caído en el olvido. Su caso es una de las grandes injusticias en la historia del rock isleño, ya que incluso entonces eran más alabados por la crítica y los músicos de su generación que por el público mayoritario, que por lo general no llegaba a seguir su paso. Porque los Yardbirds fueron siempre unos adelantados: estamos hablando del primer gran grupo de blues británico, con años de antelación sobre los demás; un grupo que ya a finales del 63 será el que acompañe en directo a Sonny Boy Williamson II en sus primeras actuaciones británicas, lo cual constituye un hito. Y luego ese mismo grupo, de la mano de Jeff Beck, entra de lleno en la experimentación y la psicodelia casi al mismo tiempo que los Beatles, con repertorio propio en su mayoría. Pero ya digo, no duraron mucho; en parte por su dependencia, al menos aparente, de sus dos primeros guitarristas, pero también porque su época más popular duró solo un año y algunos decidieron probar suerte por su cuenta. Aun así llegaron hasta 1968, y en Estados Unidos tuvieron tantos o más seguidores que en su propio país; de hecho, fueron ellos los que pusieron la primera piedra del British Blues Boom, que llegará a constituir la segunda invasión británica en aquel país.  

Keith Relf, cantante y uno de los primeros armonicistas de la Isla, había comenzado a tocar ese instrumento en pequeños grupos del barrio con solo doce años; en 1962 conoce a Paul Samwell-Smith, que se ha pasado al bajo tras abandonar la guitarra (un conocido, de nombre Eric Clapton, le sugirió que no era lo suyo). Entran en un grupillo del sur de Londres al que bautizan como Metropolitan Blues Quartet, donde hay otros dos músicos que pronto son sustituidos por el batería Jim McCarty, un amigo de Smith, y poco después los guitarristas Anthony ‘Top’ Topham (solista) y el rítmica Chris Dreja; los tres venían del mismo colegio, donde también estaba Clapton. Ya que ahora son cinco, lo de “cuarteto” habrá que cambiarlo; y “Yardbird”, uno de los apodos de Charlie Parker, es un buen nombre. Además es también el mote de los vagabundos que andan “pajareando” por los vagones de los trenes de mercancías. A mediados de 1963 los Yardbirds se dan a conocer en el Crawdaddy Club de Giorgio Gomelsky, uno de esos muchachos de buena familia, muy internacional además y fan a muerte tanto del jazz como del blues. Gomelsky solía acudir al local de Korner y Davies para ver si “pescaba” algo, ya que uno de sus proyectos era convertirse en manager de músicos con futuro. Su primer descubrimiento fueron los Stones, a los que además de fichar para su club apoyó haciendo de manager durante unas semanas. Pero en cuanto vio a los Yardbirds, le interesaron mucho más: aunque partían del r’n’b como casi todas las bandas londinenses en aquel momento, ellos se acercaban más a la fuente, a los bluesmen. Sobre todo, según sus palabras, “Los Stones versionan, pero los Yardbirds recrean”. Y cambió un grupo por otro en sus preferencias como manager. 

Pronto hubo una baja ya esperada: los padres de Topham, que aún tenía quince años, le obligan a volver al colegio. Lo sustituye Eric Clapton, que además de conocer a todos sus nuevos compañeros y ser tan fanático del blues como ellos, ya tenía experiencia por haber formado parte de los Roosters y luego Casey Jones & The Engineers, dos grupos que trabajaban en pequeños locales de la ciudad haciendo versiones y sin muchas expectativas. Clapton estuvo poco tiempo en ambos, y cuando los Yardbirds le ofrecieron entrar no lo dudó: además de la coincidencia de gustos musicales estaba el hecho de llegar como un igual, con la posibilidad de participar en la dirección musical. Su dominio de la guitarra destacó muy pronto: eso supuso un enorme salto de calidad para los Yardbirds, que de pronto pasaban a ser una de las luminarias londinenses aunque el blues tradicional no fuese exactamente la moda imperante (hay que recordar que Korner y Davies, las dos figuras señeras en ese estilo, eran más reconocidos como “patriarcas” de la escena que por su escasa discografía: el r’n’b era un género mucho más amplio, más elástico, con más posibilidades). Poco después llega a la Isla Sonny Boy Williamson II, que no trae músicos de acompañamiento, cumpliendo los Yardbirs con ese papel. Se grabó la mayor parte del material que interpretaron: el sonido es simplemente pasable, y de momento la grabación quedó enlatada (no se publicará hasta 1966), pero como documento histórico tiene un gran valor. Para las primeras ediciones de ese disco solamente se seleccionó el material en el que se limitan a seguir al maestro; eso significa que el pobre Relf no canta ni toca la armónica, limitándose a dar palmas y acompañar por momentos como segunda voz.


Gracias al revuelo causado en el mundillo de los músicos y la prensa del ramo, EMI los ficha poco después a través del subsello Columbia. Y en vista de que Fontana (que tenía en propiedad aquellas grabaciones) había decidido no publicar nada de momento, lo primero que hace es grabar una actuación del grupo en el Marquee, con mejores condiciones de sonido. Sin embargo cree conveniente tantear antes el mercado con dos singles en estudio, que como es lógico contienen versiones de piezas más o menos clásicas: el primero lleva en la cara A “I wish you would”, del armonicista William ‘Billy Boy’ Arnold; el segundo la inmortal “Good morning Little schoolgirl”, con la que había debutado Sonny Boy Williamson I. En ambos casos, y aunque es evidente que han escuchado versiones posteriores actualizando el estilo, se nota un buen equilibrio entre las pautas que sigue Clapton y los arreglos más cercanos al pop que le añade el resto del grupo; esa supuesta divergencia es la que comienza a incomodar a “Manolenta”, pero a los no puristas nos parece que una y otra tendencia se complementan. El productor es Gomelski, que se defiende bastante bien, pero por desgracia ese sonido eléctrico que recuerda al directo solo parece tener interés para los mods y gente afín: la masa de consumidores prefiere el tono más cálido de unos Stones, por ejemplo. Y aunque el segundo single ya remonta un poco, ninguno de ellos llega al top 30.


En fin, habrá que esperar a Diciembre para ver ese disco en directo y comprobar si los Yardbirds van ascendiendo en los gustos del respetable o seguirán siendo unos outsiders; ya que precisamente el directo es su punto fuerte, sobre todo por la presencia de Clapton, esa fortaleza debería notarse en las ventas, pero el público es muy caprichoso…

8 comentarios:

  1. El conocer la obra de los Yardbirds es una verdadera obligación para todos los verdaderos aficionados a este tinglado de la música contemporánea, se trata de un verdadero examen de reválida, aquel que otorga el diploma para pasar al siguiente curso. Lo has dicho en la entrada, mientras los Rolling versionan, Los Yardbirda interpretan, aportan su propia visión de la jugada, empapada de influencias americanas a las que aportan un ineludible toque británico más abierto, más internacional, seguramente imbuidos por ese Gomelsky que ya debería tener alguna placa en las calles de aquel Londres mágico (¿la tiene...?).
    Sobre el "Sonny Boy Williamson & The Yardbirds" que mencionas, creo que el calificativo de sonido pasable es demasiado benévolo, por lo menos en la reedición italiana (Get Back Rcds, 1999) que poseo, manifiestamente mejorable. Aun así, como dices, no deja de ser un emocionante testimonio en vivo de la mejor época de las grabaciones en vivo del Crawdaddy de Richmond. Solo extender el sleeve del disco y contemplar las fotos urbanas de aquellos sesenta ya le pone a uno en la mejor disposición.
    Saludos,

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    1. Los Yardbirds, sencillamente, tuvieron mala suerte: en su época solían figurar oscurecidos por sus guitarristas estrella, y luego comenzaron a estarlo en la memoria de los comentaristas musicales. Menos mal que de unos años a esta parte se les está dando más "visibilidad", porque hubo un tiempo en que el nombre del grupo había que ir a buscarlo a las biografías de sus tres grandes guitarristas casi como una nota a pie de página.

      Es verdad que las grabaciones con Sonny Boy suenan regular, pero ya digo: he oído cosas peores. No sé qué tal sonará esa edición italiana en concreto, pero el sonido de las dos que he puesto ahí arriba sigo diciendo que es pasable. Tal vez deberías buscar otra edición, a ver si la cosa mejora. Si no, avisa.

      Saludos mil.

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  2. Si es verdad lo que dice el amigo javierfuzzy no voy a superar la reválida, Mi conocimiento de Yardbirds es bastante anárquico. Los temas que propones suenan bastante primitivos-raciales, y la virtud del blus es más la ductilidad que ofrece para innovar que el género en sí, sobre todo cuando suena a chamizo destartalado del delta. Que esté Mano Lenta tampoco es que me ilusione mucho

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    1. Bueno, antes de nada hay que distinguir entre las dos piezas que he puesto en directo -simple banda de acompañamiento para Sonny Boy- y las otras dos, que son versiones suyas. Creo que esas dos se defienden bastante bien, cumpliendo el criterio de la "ductilidad para innovar" como tú dices. Y sí, es Capton, pero no es una guitarra invasiva: hay un equilibrio bastante bien medido.

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  3. Hola Rick
    Pues a mi siempre me ha dado la impresión de que fué el primer grupo británico que se tomo eso de la música en plan serio (para bien y para mal), pues mientras los demás grupos hacían música para divertirse ellos y sus fans, ellos ya se empeñaban en tener buen sonido, ser buenos instrumentistas etc. etc.
    De todas formas es sin ninguna duda un grupo imprescindible y cuna de grandes músicos, aparte de tener bastantes canciones que ya han pasado a la historia de la música.
    Saludotes
    Jose

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    1. Hola, José.

      Eso de tratar de mejorar continuamente, el menos en estos tiempos, los iguala a los Beatles: Trataban de vender, evidentemente, pero no se quedaban en un mismo estilo por mucho tiempo. Y aunque la gente los recuerde sobre todo por sus guitarristas, ya digo que a partir de 1965 comienzan a componer piezas muy originales. Lástima que durasen tan poco.

      Saludos mil.

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  4. Leí esta entrada en su momento, incluso un par de veces a través del móvil, pero tuve una semana complicada y quería escuchar los audios con calma. Pero me dejo de excusas y acepto el suspenso como buen estudiante de repesca.

    Aunque esta primera etapa de los Yardbirds no sea precisamente mi preferida (ni de lejos) este grupo tiene un ''algo'' que hace que casi todo lo que hicieron sea disfrutable. Salvando las distancias, porque estaban algo alejados en el estilo, me pasa algo parecido con los Animals o con lo poco que conozco de la Graham Bond Organisation, cuyo álbum del 65 descubrí hace poco y me parece muy disfrutable. Pero, a diferencia de todos ellos, los Yardbirds nacieron del purismo y supieron evolucionar muy bien.

    Ese sonido metálico, que contrapones a la calidez de los Stones de entonces, por ejemplo, es uno de los ingredientes que hacen que suenen tan bien escuchados hoy. Será por las remasterizaciones, pero a diferencia de lo que leí a algún comentarista, yo diría que el sonido se ha conservado bien.

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  5. Tranquilo hombre, que aquí damos aprobado general. En este mundillo es mucho más importante la afición verdadera que la erudición, afortunadamente.

    Coindimos en que esta etapa de los Yardbirds, por mucho Clapton que intervenga, no llega a la altura de lo que vino después. Pero en realidad no son comparables, ya que aquí tenemos al primer grupo de blanquitos organizados y con solvencia que se atreven a comenzar su carrera partiendo del blues más "académico", por decirlo así. Luego llega Beck y entramos en un mundo nuevo, de otro calibre, donde esa vocación por el sonido eléctrico, intenso, es el único nexo de unión entre ambas épocas.

    El sonido de los Stones es mucho más accesible, casi algodonado de tan cálido que suena. Lo cual me parece muy bien, aunque denota claramente una intencionalidad: saben buscar un público masivo para sus discos, quizá no tan "salvaje" como quienes se gastaban el dinero en los directos. Los Yarbirds en cambio tratan de ser fieles a su esencia, como los Who. Son dos maneras de ver el negocio.

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