lunes, 8 de abril de 2024

Estados Unidos: los primeros años 60 (V)

La música surf, que anda rondando por esta serie desde que empezamos, tuvo dos vertientes: instrumental y vocal. La primera ha dejado unos cuantos nombres que podrían considerarse “de culto” y al menos una docena de piezas totémicas, pero no tanta venta como pudiera parecer. Eso se debe a que muchos aficionados prefieren la canción convencional, y consideran a la música como acompañante al servicio de la voz. Por otra parte hay que recordar que ese estilo se sustenta teóricamente en una subcultura juvenil cuyas tres divinidades son las playas, las chicas y los coches; por lo tanto, debería haber unas letras que hagan referencia a ese ambiente (de hecho, buena parte de los grupos ensalzados por su habilidad instrumental eran “híbridos”, es decir, tenían también repertorio vocal). Y en consecuencia miles de oyentes de todo el país comienzan a enterarse gracias a la radio de que allá, en el sur de California, parece estar surgiendo una nueva generación despreocupada, alegre, que se pasa todo el día en la playa, sobre sus tablas de surf o disfrutando de sus veloces coches tuneados. Ese estilo de vida quizá resulte un tanto fantasioso, pero su atractivo es inmenso: de un modo u otro, el surf vocal crea la primera gran ilusión mainstream en la juventud blanca americana. Y en ese sector del negocio, no ha habido nada más refulgente que los Beach Boys. 

En Hawthorne, una ciudad cercana a Los Angeles, vivían el señor Murry Wilson y su esposa. A lo largo de su vida Wilson tuvo varios trabajos distintos, pero su obsesión fue siempre la música: administrando sus escasas habilidades con el piano, se convirtió en compositor ocasional e incluso consiguió ver publicadas algunas canciones. En consecuencia trató de que sus hijos heredasen la afición: Brian (1942), Dennis (1944) y Carl (1946) crecieron con su padre sentado al piano y animándoles a que cantasen algo, lo que fuese, para acompañarles y hacer coros. Los tres hermanos se aficionaron pronto a los gorgoritos y a manejar algún instrumento. Brian sentía debilidad por los juegos vocales, y ya tenía por entonces una especie de sexto sentido que le permitía “diseccionar” la estructura de las canciones. Pronto comienza a escribir algunas y, siendo el hermano mayor, le resultó sencillo convencer a los otros dos de la posibilidad de crear un grupo. Además, un primo suyo llamado Mike Love, un año mayor que Brian, también compone y se defiende bastante bien con el saxo, pero sobre todo tiene una voz que empasta con las suyas. El paso siguiente es distribuirse los intrumentos: Brian ya domina el bajo y los teclados; Dennis será el batería, y Carl el guitarra solista. Brian decide que necesitan un quinto miembro que se encargue del bajo cuando él esté a los teclados, y que domine también la guitarra para hacer la rítmica: ese será Al Jardine, un amigo del colegio. Otro amigo, David Marks, ha aprendido a tocar la guitarra junto a Carl y formará parte del grupo en sus primeros años.

En 1961 ya están fogueándose en algunas fiestas bajo el nombre de los Pendletones (una marca/estilo de camisas que son sus preferidas, con muchos cuadritos o rayas, muy americanas). Tanto Brian como Love se devanan los sesos para encontrar inspiración que les de pie a escribir las letras… y Dennis, el único aficionado al surf en la familia, sugiere la posibilidad de “ambientarlas” en ese mundillo, ya que en California el surf se está convirtiendo en algo más que un simple deporte acuático. Poco después el señor Wilson, totalmente imbuido en su papel de manager, consigue que Candix, un pequeño sello local, publique el primer single de los Pendletones; o eso pensaban ellos, porque cuando llega a las tiendas, a principios de diciembre, se encuentran con que figura a nombre de unos desconocidos The Beach Boys. ¿Quién ha sido el causante? Pues nada menos que Russ Regan: aún es muy joven, pero con el tiempo se convertirá en uno de los grandes ejecutivos de este negocio. Resulta que a los de Candix no les gustaba el nombre de Pendletones (que además podría originar un problema con la marca), y sugirieron cambiar el nombre a The Surfers. Pero Regan les advirtió de que ya había un grupo con ese nombre, que por otra parte era demasiado concreto: Los Chicos de la Playa sería mucho más amplio y evocador. Ese single contenía “Surfin” en la cara A y “Luau” en la B (Luau es una fiesta hawaiana que “importaron” los surferos para montar juergas nocturnas en la playa). Ambas están compuestas por Wilson y Love; el single no pasó del estado de California, pero allí se vendió bastante bien.


A principios de 1962 Murry Wilson y sus muchachos comienzan a buscar un sello que tenga distribución nacional, pero sus primeros intentos no dan resultado. En consecuencia Jardine, que no tiene claro el futuro del grupo, se marcha y David Marks ocupa su sitio. Finalmente, Capitol se fija en ellos y a principio del verano lanza su primer single a escala nacional: “Surfin’ safari /409”, de nuevo a cargo de Wilson y Love. La cara A reitera las alabanzas hacia el deporte de moda, mientras que la segunda lo hace con un tipo de motor que es lo más entre los coches “trucados” de la época. Los Beach Boys asientan ese juego de clichés, pero reforzando nítidamente el sonido porque la guitarra de Marks le da un nuevo vigor: “Surfin’ safari” no pasa de ser una actualizacion de su primer single, pero es mucho más contundente. Esta vez ya alcanzan el top 15 en Billboard, lo que supone la confirmación de que el grupo tiene futuro, y a Capitol le falta tiempo para preparar la grabación de su primer Lp, que sale en otoño con el mismo título de aquella cara A; se incluyen la las dos piezas de aquel single y “Surfin” con ligeras modificaciones. La mayor parte del repertorio ha sido creado por Wilson, Love y Gary Usher, que pronto será un clásico en los estudios de grabación californianos. Y hay tres versiones: “Little girl (You are my Miss America)” de Herb Alpbert, que ellos modifican sustancialmente hasta convertirla en una especie de duduá; el “Summertime blues” de Cochran suena más denso gracias a las guitarras, aunque ese juego de voces lo suaviza; también suena más convencional la versión de la maravillosa “Moon dawg” de los Gamblers, una de las joyas de la corona surf. El disco anduvo rozando el top 30, lo cual tiene su mérito.


1963 es el año de la consagración definitiva. Esas letras tan del momento, apoyadas por un estilo musical que puede sonar a rock and roll blanco pero que debe mucho a Chuck Berry, hace de los Beach Boys la oferta más potente del catálogo de Capitol, que comienza a protegerlos de posibles “amenazas”: a mediados de ese año los directivos del sello ya está siendo presionados por la EMI (propietaria de Capitol) para publicar las primeras canciones de los Beatles en Estados Unidos, pero estos se niegan con el argumento de que “esos Beatles no tienen nada que hacer aquí”; esa situación se normalizará a principios del año siguiente, pero mientras tanto el grupo estadounidense son la nueva maravilla blanca. En primavera se publica “Surfin’ USA”, que será uno de sus mayores éxitos en single y da título a su nuevo Lp. Ya ellos reconocen haberse inspirado en el “Sweet little sixteen” de Berry, pero esa “inspiración” bordea claramente el plagio (empezando por la intro de guitarra, que corresponde a “Moovin’n’groovin”, el debut de Duane Eddy. Tiene gracia que Eddy se atreviese a protestar por ello, cuando resultaba evidente que él a su vez la había copiado de “Brown eyed handsome man”… también de Berry). Así que cuando Berry se enteró, Murry Wilson tuvo que pactar con él un acuerdo sobre cobro de derechos para evitar los tribunales. En cualquier caso los Beach Boys publican tres Lps en ese año, con un top 5 de media en ventas, y Brian Wilson se confirma además como un excelente productor. Andan por medio algunas versiones como la que hacen de “Misirlou” en las que, como había pasado con la de “Mood dawg”, se comprueba de nuevo que no deberían salir de su “zona de confort”, que es la canción. No tienen la “furia” suficiente para ese tipo de piezas instrumentales.


A partir de 1964, con la consolidación de los Beatles y todo lo que viene luego, la situación comienza a complicarse para los grupos surf; pero de momento los Beach Boys parecen resistir muy bien y lanzan otros tres discos grandes. Para entonces David Marks se ha ido, básicamente por diferencias de criterio con Murry Wilson, y Al Jardine vuelve a ser elemento titular en el grupo (ya había participado en grabaciones del año anterior). Dejando aparte el disco final de ese año, que por su temática navideña tuvo unas ventas discretas, los otros dos funcionaron muy bien: “Shut down vol. 2”, el primero, anduvo cerca del top 10; sorprende su versión de “Louie, Louie”, que en vez de seguir la tónica contemporánea en la onda Wailers, Kingsmen etc, recupera el estilo de su creador Richard Berry. Pero lo más destacado del año es “All summer long”, el siguiente Lp, cuya temática se aparta un poco del estandar surfero y constituye una entidad única, al estilo conceptual; no es que haya grandes diferencias, ya que en conjunto relata las vivencias de un joven californiano de la época, pero se nota que la sombra de los Beatles comienza a pesarles (su sello ya está vendiendo más discos de los de Liverpool que de los suyos). Entrados ya en 1965 Brian Wilson se sentirá capaz de competir con ellos, lo cual tiene su parte buena y su parte mala: los Beach Boys comienzan a ser un grupo con verdadero peso creativo, al mismo tiempo que el propio Wilson entra en una dinámica obsesiva preocupante. Pero eso ya lo veremos otro día: de momento, estamos ante el único gran grupo estadounidense del primer quinquenio que conseguirá sobreponerse a la marejada que viene de la Isla.


La presencia de los Beach Boys cierra por todo lo alto el período anterior a la invasión británica: hay unos cuantos grupos más, pero de poca relevancia. Así que, ante ese pavoroso vacío que se siente en medio mapa, solo queda mirar al cielo y contar los minutos hasta que veamos surgir el avión de la Pan Am envuelto en las neblinas que lo acompañan desde su salida. Pero ese avión es en realidad el caballo de Troya: si los confiados y risueños músicos americanos supieran que al otro lado del océano queda agazapada, esperando su momento, afilando las garras, una legión de melenudas criaturas del Averno con nombres ominosos como Stones, Kinks, Who, Animals… esa noche no podrían conciliar el sueño.

8 comentarios:

  1. Has hecho un buen repaso del nacimiento de los Beach Boys, la música y su contexto. En el plano estético, más allá del surf y California, yo veo a este grupo como un canto de cisne del rollo optimista de los años cincuenta en USA, ya sabes: impulso económico, anuncios de electrodomésticos caseros y amplias sonrisas en vallas publicitarias. Todo lo que, años después, sería visto con mirada tan crítica, y por ello, en parte, creo que este grupo no pudo conectar con las nuevas generaciones como sí lo hicieron los Beatles. Música aparte, por supuesto.

    No la has comentado, aunque sí la has incluido, pero mi preferida de esta época es 'I get around', que me parece la más enérgica.

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    1. Bienvenido de nuevo al bar. Espero que todo haya ido bien.

      Creo que el "canto del cisne" no llega hasta bien entrados en el segundo quinquenio de los años 60. El rollo optimista, como tú dices, comienza efectivamente diez años antes, y va desarrollándose al mismo tiempo que la juventud estadounidense adquiere un creciente protagonismo. La cosa arranca con el rock and roll como algo más que una moda musical, se confirma con la intergeneración surf y alcanza su eclosión final entre 1966/67. Y tras el "Verano del Amor" llega el Entierro del Hippie, en octubre del 67, donde ya queda claro que la ilusión ha terminado. En la Isla, aunque la cosa no fue exactamente igual, también llegó el despertar: compara el espíritu de "Sgt. Pepper's..." con el doble blanco.

      Creo que la conexión -o la falta de ella- con las nuevas generaciones viene implícita en la diferencia de raíz que hay entre Beach Boys y Beatles: los primeros llegaron hasta "Pet sounds"/"Smile" y a partir de ahí comenzó su decadencia, mientras que los Beatles fueron evolucionando a la par que las tendencias de cada momento. Y pudieron hacerlo porque, con todos los respetos por si alguien se siente ofendido, una cosa es Brian Wilson y otra muy distinta los Lennon/ McCartney.

      "I get around" es de las grandes, no hay duda. Pero ya sabes que con la oferta americana siempre trato de sintetizar un poco más que con la isleña.

      Saludos mil .

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  2. Recuerdo mi primer contacto con Beach Boys, un refugiado cubano de Batista, compañero del colegio, bajando a trompicones las escaleras hacia el recreo y canturreando el "Good Vibrations", aquello fue una revelación, hay vida más allá de Beatles, Rolling Stones, Françoise Hardy. La melodía americana, amigo, esas voces, esos coros, ese sonido tan nuevo, tan de chicas en bañador, la botella de coca-cola girando entre un círculo de adolescentes, al que tocaba la boca de la botella debía declararse a la chica que más le gustaba. Los Beach Boys fueron verano for ever, algo a lo que ni Beatles ni RS pudieron entonces aspirar o, si lo hicieron, lo fue en menor medida.
    Otra cosa fue su aportación como artistas. Y aquí, desde su origen, me doblego.
    Saludos,

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    1. El caso es que ya los primeros singles de los Beach Boys se escucharon bastante en las radios españolas, porque ese estilo de pop/rock and roll era muy alegre y fácil de tararear. Quizá "Good vibrations" fue la canción que nos arrebató a los que ya nacimos un poco "más tarde", a mitad de los años 50. Pero en cualquier caso, esa sensación de verano for ever, como tú dices, era propia de los grupos como este.

      Saludos mil.

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  3. Ostras, que llego tarde!
    Señor, Señor, los Beach Boys, a pesar de estar en el olimpo de los dioses, reafirman mi ateismo, y es que siempre me han costado tragármelos, aun reconociendo que tienen algunos temas realmente brillantes, incluso su sagrado Pet Sounds no me acaba de convencer, aunque de vez en cuando le pego un repasillo por siaca, pero ná.
    Aparte de esas pintillas de americanos formales, que les dan un aire de artificialidad, aunque claro, es un producto de marketing para contrarrestar la invasión británica y nada mejor para ello que unos jovenes como dios manda y que sirvieran de ejemplo al resto de jovenes.
    En fín, ya ves que no les tengo demasiada simpatía, pero es una mera apreciación mia.
    Saludotes
    Jose

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    1. Yo disfruto con muchas de sus canciones de esta época, fáciles de oír, alegres y muy bien hechas. Luego ya en su época más "seria" me pasa algo parecido a ti: dejando aparte perlas como "Good vibrations" y algunas más, que son realmente indiscutibles, no acabo de ver esa maravilla que asombra a tanta gente. No niego que "Pet sounds" es un buen disco, muy trabajado -el estudio era la especialidad de Brian Wilson, y se nota-, pero de ahí a llevarme al paroxismo hay mucho trecho. No son de mis grupos preferidos.

      Lo que tú dices: cuestión de gustos.

      Saludos mil.

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  4. Los Beach Boys son un grupo que me alegró la vida en muchos momentos. Tienen algunas de las canciones que te marcan y no te abandonan nunca. Como ya habéis comentado, cuestión de gustos. Esta primera época es disfrutable, digerible fácilmente y muy bien explicada en esta entrada; pero para mi, lo mejor está en la segunda. Brian Wilson era un genio como compositor y arreglista. Y algunas de sus canciones son de lo mejor que he oído en música pop. Aquí dejo un enlace para el que quiera oír una pequeña obra maestra de dos escasos minutos. Es de su hermano Dennis, con letra del poeta Stephen. Kalinch, con unos arreglos maravillosos de Brian. Nunca me defrauda. No me canso de oírla.
    Me paso de época, no he podido evitarlo. Disculpen vuesas mercedes.

    https://youtu.be/gGvdrySlBC0?si=gbhp1S2FD3edCeDy

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    1. Hola, Bab.

      Creo que sobre la primera época de los Beach Boys estamos todos de acuerdo, y que es la segunda la que suscita distintas opiniones. Lo cual es lógico, porque la perspectiva cambia: de unas canciones alegres, rítmicas, fáciles de tararear pero siempre muy bien hechas, pasamos a un período en el que Brian Wilson se consagra como técnico, como productor, como artesano, como orfebre. La competencia de los Beatles le hace ensimismarse en la construcción de las canciones, y a partir de ahí su trabajo es obsesivo: solo para el ensamblaje de "Good Vibrations" (que a mí me parece su momento culminante) casi deja sin presupuesto a Capitol.

      Y es entonces cuando sin duda sabéis valorarlo mejor los músicos que los simples aficionados: su trabajo es magnifico, pero los aficionados solo vemos el resultado final. Y ese resultado a veces nos puede parecer brillante y a veces no. "Little bird" es un buen ejemplo: nadie niega que técnicamente es un primor, y desde luego es una de las grandes canciones suyas de esa época. Pero de ahí a llegar al estado de emoción que puede produciros a los que domináis los entresijos del asunto, hay un trecho. Ya sabes, unos disfrutan más con las rosas, otros con las orquídeas, unos con las perlas, otros con los diamantes... y así sucesivamente. Y eso es lo grande, por otra parte.

      Saludos mil.

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